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18

Celebrando juntos en Austen Riggs: El legado de Edward R.Shapiro

Boca Ratón
Desde 1919 el Centro Austen Riggs ha sido pionero en el tratamiento de pacientes psiquiátricos graves, proporcionando la escucha y el tiempo necesarios para ayudarlos y preservar un sentido de dignidad, con miras a que se reinserten en la vida cotidiana. Reconocido internacionalmente como líder en el campo de la psicoterapia psicodinámica intensiva en una comunidad voluntaria, abierta y no coercitiva, Austen Riggs es hoy el único hospital psiquiátrico en los Estados Unidos, libre de las constricciones del managed care gracias a que su actual Director Médico y Oficial Ejecutivo, Dr. Edward Robert Shapiro, se rehúsa a ceder ante las presiones de compañías farmacéuticas y aseguradoras.

Austen Riggs

El fin de semana del 15 al 17 de Octubre del año 2010 tuve el inmenso placer de participar en la Erikson Scholar Reunion and Conference (Reunión de Becarios y Conferencia Erikson) que celebraba los 25 años de la fundación del Programa Académico Erikson,y la gestión del director médico y oficial ejecutivo del Centro Austen Riggs, Edward Robert Shapiro.

Ubicado en un pueblito de Massachusetts llamado Stockbridge, que parece salido de un cuento de hadas, el Centro Austen Riggs fue fundado por un médico internista de Nueva York allá por los comienzos del Siglo XX. Austen Fox Riggs se enamoró de ese paisaje bucólico de Nueva Inglaterra, y desarrolló un tratamiento innovador que anticipaba tanto el auge de la medicina psicosomática, como el de la psicoterapia dinámica en el tratamiento de los pacientes graves, forjando una nueva dirección para el hospital psiquiátrico. Su creación coincidió con la de la Fundación Menninger en Topeka, Kansas, pero veremos que sus destinos no siempre siguieron los mismos senderos.

Robert P. Knight enfatizó la escucha del paciente en una época en que eran comunes prácticas tales como el electroshock, el coma insulínico e incluso las lobotomías. […] pensó que el abordaje de estos pacientes requería de un sutil interjuego entre una firme puesta de límites y un acceso al uso de la libertad, para que éstos pudieran re-insertarse en la vida cotidiana. 

Así, en 1947, el Dr. Robert P. Knight, quien había sido jefe del staff de la Fundación Menninger en Kansas, fue nombrado director médico de Riggs. Ferviente defensor de la cura por la palabra, estrella naciente del psicoanálisis americano, amigo cercano de Anna Freud, Robert P. Knight enfatizó la escucha del paciente en una época en que eran comunes prácticas tales como el electroshock, el coma insulínico e incluso las lobotomías. Considerado una autoridad en los así llamados casos límite, o estados fronterizos, Knight siempre pensó que el abordaje de estos pacientes requería de un sutil interjuego entre una firme puesta de límites y un acceso al uso de la libertad, para que éstos pudieran re-insertarse en la vida cotidiana. Fiel a sus ideas, Knight, escuchó a sus pacientes y junto con ellos y el resto del equipo de Riggs, trabajó en conjunto una nueva filosofía, que dio origen al concepto novedoso y sin precedentes de la comunidad terapéutica en los Estados Unidos.

Erikson nunca dejó de reconocer que el trabajo de su esposa le había enseñado el valor curativo y creativo del trabajo y del arte.

En 1951, Erik Erikson se integró al staff de Riggs completando un equipo que, de acuerdo a un artículo publicado en el Harvard Gazette, “dio lugar a que el gran experimento de tratar pacientes graves en una comunidad terapéutica abierta propiciara una Edad de Oro en el ámbito de la creatividad, tanto clínica como conceptual.”  Su mujer, Joan Erikson, artista y bailarina, fue la directora del programa de actividades de Riggs. Enamorada de las artes, y aguda conocedora de su beneficio para el espíritu, Joan Erikson expandió este programa al incluir teatro, danza, pintura, escultura, carpintería, jardinería y música. Para Erik Erikson este conjunto de actividades cumplió un rol mayor al ayudar a que los pacientes no sucumbieran a un sentido de identidad negativo y estrecho, objetalizados, por así decir, en el rol de paciente psiquiátrico. Erikson nunca dejó de reconocer que el trabajo de su esposa le había enseñado el valor curativo y creativo del trabajo y del arte. Es importante señalar que Erikson hizo uso de su experiencia en Riggs para desarrollar las ideas que luego culminaron en su libro más conocido, Infancia y Sociedad (1950). Famoso por sus teorías del desarrollo social de los seres humanos, y reconociendo el valor del ambiente familiar y social en los primeros años de vida del niño, Erikson se destacó por su larga trayectoria en la enseñanza y la transmisión del psicoanálisis, tanto en el ámbito universitario, como en la formación de innumerables residentes que transitaron por Austen Riggs. En 1985, se crea el Erikson Scholar Program (Programa de Becarios Erikson) que, dedicado a su memoria y al espíritu de su obra, recibe a todos aquéllos que, como Erikson mismo, se convierten en beneficiarios de una oportunidad única, la misma que él reconocía haber recibido en Austen Riggs. Era el legado de Erikson que ese programa, que llevaría su nombre, le otorgara la oportunidad a todo aquel que demostrara un cierto talento y dedicación a sus ideas, a proseguirlas y desarrollarlas, incluso a subvertirlas, tal como él mismo había hecho en su época. Es por esto que numerosos académicos de distintas orientaciones psicoanalíticas y de distintos campos del saber, como las humanidades, las artes, la investigación empírica, la antropología, la sociología, la historia, etc., han ocupado ese lugar, tan preciado como enormemente enriquecedor.

Y como ellos, tuve la oportunidad y el honor de ser invitada dos veces a participar de ese programa, y guardo de esas ocasiones el recuerdo más vivo. Podría decir incluso que fueron las experiencias profesionales más lindas de mi vida. La primera fue en mayo del año 2005, y la segunda, en junio del 2007. Utilicé mi tiempo en revisar, reflexionar, escribir y enseñar en relación a ciertos casos clínicos que marcaron mi práctica y mi concepción de la teoría. Conceptos tales como acting-out, pasaje al acto, inminencia y enigma del suicidio, proceso de duelo o depresión, interpretación y corte, formaron parte de un desarrollo que fue profundamente enriquecido por las contribuciones, comentarios, preguntas y críticas del equipo profesional, de los residentes y de las presentaciones clínicas de los pacientes allí internados.

Guardo también un recuerdo inolvidable de mis colegas y amigos, de su generosidad y afecto; el director del programa del Instituto Erikson para la Enseñanza e Investigación , Dr. Gerard Fromm, y el Dr. John P. Muller, co- fundador conmigo del Lacanian Clinical Forum (Foro Clínico Lacaniano), y director de Educación de Austen Riggs. Pero hay un recuerdo que es especial. En el año 2007, antes de ir a Riggs, mi hijo menor, que ya sabía de su interés en estudiar medicina, se entusiasmó con la idea de participar, él también, en algún programa que ofreciera el centro en calidad de voluntario. Llamé entonces al director médico, Edward Shapiro y le consulté acerca de la idea. Su respuesta fue inmediata y genuina. Me dijo: “cualquier miembro de tu familia es miembro de nuestra familia.” Quiero expresarle aquí la marca de mi profundo reconocimiento y aprecio por ese gesto.

Al enfatizar el tratamiento del paciente dentro del contexto, el Dr. Shapiro renovó con fuerza y vitalidad el trabajo familiar y comunitario

Edward R. Shapiro, Director Médico y Oficial Ejecutivo de Austen Riggs desde 1991 hasta la fecha, psiquiatra, psicoanalista, investigador de sistemas familiares, consultor para organizaciones, profesor clínico de psiquiatría de la Universidad de Yale y profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Harvard, autor de más de 50 trabajos en la especialidad y co- autor del libro Perdidos en lugares familiares: Creando nuevas conexiones entre el individuo y la familia, recibía ese fin de semana del 15 al 17 de octubre nuestro agradecimiento y celebración por su gestión. En verdad, había mucho que agradecerle. Sus logros son extensos, y conllevan tanto la fuerza del líder como la visión del creador. Al enfatizar el tratamiento del paciente dentro del contexto, el Dr. Shapiro renovó con fuerza y vitalidad el trabajo familiar y comunitario, agregando al equipo clínico más de cinco trabajadores sociales, creando un nuevo centro comunitario, estableciendo una serie de pasos posteriores a la internación, los así llamados programas de reducción de costos que prolongan el tratamiento, hasta la creación de un estudio longitudinal de diez años de duración para el seguimiento de los pacientes que estuvieron internados en Riggs y que habían intentado suicidarse. Es de remarcar también que, en 1994, Ed Shapiro, apoyándose sobre el ya existente Programa Académico de Erikson, fundó el Instituto de Erikson para la Educación y la Investigación, cuyos objetivos son el intercambio y enriquecimiento del equipo de Riggs con otros profesionales de la salud mental, y la apertura a nuevas ideas devenidas de la psiquiatría y disciplinas relacionadas, todo lo cual apunta a mantener el trabajo vivo y en un continuo devenir.

A mi juicio, de todos sus logros, uno caracteriza más fuertemente el poder, pasión y vitalidad de su deseo. Corría el año 1993. El entonces Presidente Clinton anuncia sus planes para una reforma del sistema nacional de la salud. A pocos meses de este anuncio, el censo de Riggs disminuye un 40% y la institución comienza a perder $ 100.000 dólares por mes. La encrucijada de las circunstancias lo fuerza a vérselas con la que será, posiblemente, la decisión más difícil de su vida. Mientras los otros grandes centros de asistencia psiquiátrica, Menninger, Mc Lean, Chesnut Lodge, de alguna u otra manera se doblegan frente a las presiones de las políticas y condiciones de las compañías aseguradoras, cediendo así en su filosofía y propósito, Shapiro se atreve a enfrentar la crisis y atravesar la tormenta. Es verdad que no fue sin la asistencia del equipo clínico, los miembros fiduciarios y los mismos pacientes. Pero es verdad también que, es en circunstancias como éstas, que un sujeto demuestra la fuerza o pobreza de su deseo. A diferencia del Príncipe Hamlet, que se eterniza en la duda, destruyendo así la vitalidad del deseo, Shapiro arriesga su deseo, no sin muchas noches de insomnio, angustia, dudas, trabajo y esfuerzo. Arriesgando así lo que todo sujeto debe contemplar al asumir el deseo: que uno es incapaz de asegurar – a priori- su éxito. Sólo sabremos, apres- coup, de su eficacia o de su fracaso. Atravesar ese momento de la angustia en aras de un por-venir que no se detiene frente al cruce del Rubicón, es eje y centro de la posición deseante. Es verdad que el Dr. Shapiro, al igual que seguramente los directores de los otros grandes centros de asistencia psiquiátrica, no dejó de advertir que el exceso de control burocrático ejercido por las compañías aseguradoras afectaba negativamente el cuidado del paciente. Sin embargo, Shapiro reconoció también el carozo de verdad que anidaba en esa encrucijada: los recursos para el cuidado de la salud mental son limitados y deben ser cuidadosamente administrados. Consciente de esa verdad, y esforzándose para que los pacientes mismos pudieran hacerse más cargo de sus tratamientos, comenzó a desarrollar maneras para que los pacientes y sus familias pudieran manejar mejor sus recursos y extender la estadía en Riggs. Inició entonces un comité de administración de recursos financieros, expandió el trabajo familiar y organizó pequeños grupos interdisciplinarios donde los mismos terapeutas podían proseguir con el tratamiento de los pacientes en programas creativamente desarrollados para que fueran menos costosos. Es así que Shapiro comenzó a adaptar a Austen Riggs a los cambios que se presentaban en el campo de la salud mental, pero sin entregar la institución a las compañías aseguradoras.

el exceso de control burocrático ejercido por las compañías aseguradoras afectaba negativamente el cuidado del paciente

Con la ayuda de todos los miembros del equipo, de los pacientes, y de la enorme fuerza del legado simbólico que es la historia misma del Centro Austen Riggs, Ed Shapiro se mantuvo firme en lo que la institución representaba: un lugar para que aquellos pacientes que habían sido catalogados como resistentes a todo tratamiento, se transformaran en seres humanos capaces de hacerse cargo de sus vidas.

Ed Shapiro se mantuvo firme en lo que la institución representaba: un lugar para que aquellos pacientes que habían sido catalogados como resistentes a  todo tratamiento, se transformaran en seres humanos capaces de hacerse cargo de sus vidas.

Tanto el equipo de Riggs, como los miembros del board, no dejan de reconocer que la apuesta de Shapiro demostró una gran valentía, en particular en momentos en que el resto de los hospitales psiquiátricos cerraban sus puertas o cambiaban sustancialmente la manera de proveer cuidados al paciente. Su jugada pegó en el blanco, mostrando lo acertado de su intuición de que había una necesidad importante en la población de los Estados Unidos para un centro como Riggs. El nivel del censo de pacientes subió de una manera consistente por los próximos 15 años. Según el miembro del board, Dwight Jewson, la increíble capacidad de Shapiro de escuchar cómo la gente tiene razón, aun en circunstancias de extremo desafío, no sólo permitió que la institución sobreviviera, sino que mejorara sus servicios. En la actualidad, el Centro Austen Riggs se incluye dentro de los mejores hospitales del país, de acuerdo a la revista U.S. News & World Report. Austen Riggs Center, es hoy en día, el único hospital psiquiátrico de orientación psicoanalítica que queda en los Estados Unidos, libre de las constricciones del managed care (atención médica administrada), que ofrece el tiempo necesario para comprender, intervalo indispensable en la prosecución de cualquier cambio duradero en un paciente.

En este mundo globalizado […..] ¿sobrevivirá una institución como Riggs, que privilegia la escucha y el tratamiento de los pacientes caso por caso?

En este mundo globalizado, con el poderío de las compañías farmacéuticas y aseguradoras que propician el DSMV, y el tratamiento medicamentoso y estandarizado de los pacientes, ¿sobrevivirá una institución como Riggs, que privilegia la escucha y el tratamiento de los pacientes caso por caso? Shapiro apostó a que sí y no estuvo solo. Lo respaldaba no sólo el actual staff, sino también la riquísima historia de Riggs. Queda entonces en las manos de las generaciones actuales y venideras mantener con fuerza y convicción esa apuesta.

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