Nuestra relación se remonta a años atrás, cuando cursábamos Comunicación Social en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Una vez egresado te dedicaste a ejercer el periodismo. ¿Cuándo decidiste comenzar seriamente tu carrera de escritor?
La verdad es que siempre me gustó leer y en alguna época de la universidad escribí algunos textos que no he vuelto a ver. Creo que eran bastante regulares, pero el “gusanillo” de la escritura siempre andaba ahí. Luego entré al taller de cuento de la Universidad Central en Bogotá en el año 1999 y en el 2000. En ese momento arranqué realmente a escribir. Incluso uno de los cuentos “La sirenita”, trabajado en el taller, quedó finalista. Sentí que había madera, pero también que más que un ejercicio del taller se necesitaba mucho oficio. Así que comencé a trabajar con más juicio y disciplina, con más responsabilidad y compromiso. Al año siguiente con otros compañeros del taller creamos un grupo con el cual nos reuníamos una vez al mes a trabajar cuentos o capítulos de novela y después de diez años seguimos fieles a la escritura y a las reuniones.
¿Cuáles fueron los primeros escritos literarios que publicaste?
El primero de todos sería el cuento de “La sirenita”, porque al quedar finalista en el XIII Concurso Nacional de Cuento – Ciudad de Barrancabermeja en diciembre de 1999, tanto los textos del ganador como los de los finalistas se publicaban. La recopilación salió al año siguiente. Luego vinieron los cuentos que ganaron en el año 2006 el Concurso Nacional de Cuento – Ciudad de Bogotá con el libro “El perro, el voyerista, la ambulancia y la vecina” que salió publicado al año siguiente y cuya segunda edición es la que publicó ahora la editorial Panamericana con el título de “Una daga en Alexanderplatz”.
¿Qué tanto influye en tu carrera literaria tu trabajo como periodista?
buscamos explicar el mundo, encontrar respuestas del mundo caótico en que vivimos
Esta es una pregunta que es muy frecuente y siempre me pone a pensar. Por un lado ayuda mucho en lo que es la rigurosidad del oficio, en el contacto con la gente, los viajes, las experiencias nuevas cuando se hacen reportes, pero también hay momentos en que hay vicios periodísticos que se inmiscuyen en lo literario y ahí llego a renegar un poco del periodismo. Por ejemplo las explicaciones, la abundancia de datos, los conectores, la búsqueda de la exactitud que en la ficción no es necesaria. En el periodismo trabajamos con hechos, datos y tratamos de contar con la mayor objetividad posible y lo más próximo a la verdad, en ficción no. Al contrario, inventamos, creamos, buscamos explicar el mundo, encontrar respuestas del mundo caótico en que vivimos y no necesariamente desde la verdad. Inventamos, lo importante es que la manera en cómo lo hacemos sea verosímil.
¿En Estados Unidos se conoce poco tu trabajo literario. Podrías describir brevemente lo que has publicado hasta el momento?
He publicado básicamente cuentos. El que ya mencioné de “La sirenita”, luego el libro de diez cuentos ganador del concurso, la segunda edición del mismo que tiene dos cuentos más que iba a enviar inicialmente al concurso, pero uno de ellos le faltaba trabajo y no quería enviar once, así retiré los dos que ahora sí aparecen en la edición de “Una daga en Alexanderplatz”. Algunos de los cuentos de esta edición también se publicaron en la revista Rio Grande Review cuando hacía la maestría en Creación Literaria en la Universidad de Texas en El Paso (Utep) y en otra revista Border Senses, también en El Paso. Igualmente la revista Contratiempo de la comunidad latina de Chicago también publicó varios de esos cuentos. Ahora tengo un par de novelas inéditas, una de las cuales “Princesas en Ámsterdam” es probable que salga este año publicada.
¿De lo que has escrito cual ha sido el texto más difícil y cuál es tu favorito?
Es una pregunta difícil, pero el texto que más trabajo me ha dado, hasta ahora, ha sido la última novela basada en un personaje histórico, William Walker, un filibustero americano que se convirtió en Presidente y prácticamente dictador en Nicaragua en 1857. Y fue difícil por ser un personaje histórico al que mi periodismo y la exactitud de los hechos obstaculizó en un principio la ficción. Me costó casi dos años separar ese periodista de la ficción hasta que al final lo logré. Di rienda suelta a la ficción, inventé personajes, recree hechos y me dejé llevar cada vez más por la imaginación. Ya mi texto favorito, no lo sé muy bien. Hay veces que me gusta un cuento, otros la novela, pero quizás un el cuento de “El libro en el Oasis”, en el fondo es una mujer que se busca a sí misma más allá de los convencionalismos sociales.
¿Existe algún tema en particular que predomine en tu obra?
Cuando analizo mis escritos entre los publicados y los inéditos, siento que cuestiono el poder en todas sus facetas.
Esa es una pregunta que me hago con frecuencia. Cuando analizo mis escritos entre los publicados y los inéditos, siento que cuestiono el poder en todas sus facetas. El poder del machismo, de lo masculino sobre lo femenino, el los políticos, el de la opresión o las dictaduras, el del sistema económico, el de la religión. Creo que siempre planteo entre líneas esa opresión, quizá porque siento que el mundo está mal hecho y la escritura nos libera y nos ayuda a encontrarle respuestas.
¿Cómo surgen tus historias y tus personajes?
Por lo general surgen de una imagen, algo que veo en la calle, que huelo, que escucho. Un diálogo, una conversación o una frase y me digo, aquí hay un cuento, una historia. También a veces leyendo o viendo una película, analizando su estructura y pienso, interesante contar una historia x de tal manera. En el fondo es un misterio como surgen, pero sí sé que debo tener los sentidos alertas, escudriñando siempre algo que me de luces para una historia. Luego bien la parte difícil que es saber narrarla, buscar la mejor manera de contarla y desde que punto de vista hacerlo. Por ejemplo el cuento que le da el título al libro nace de un aviso de periódico que en la sección de arte decía literalmente “Vendo daga nazi, en acero, con mango de hueso humano”. Cuando leí eso, además de darme cierto escalofrío pensé de inmediato en una historia. Ahí hay un cuento y salió la historia que es la última del libro.
La mujer juega un papel fundamental en muchos de tus historias, particularmente en una de las novelas que estás escribiendo actualmente. ¿Quiénes inspiran tus personajes femeninos y como logras compenetrarte con ellos?
“Vendo daga nazi, en acero, con mango de hueso humano”. Cuando leí eso, además de darme cierto escalofrío pensé de inmediato en una historia.
Algunas vez respondí que quizá porque como nunca tuve una hermana entonces quizá la buscaba en mis escritos, en mis amigas o en las mujeres que han hecho parte de mi vida, pero también confieso que me seduce la sensibilidad femenina, su manera de ver el mundo, los detalles y las emociones que las hacen vibrar más que los hombres. Una mujer puede extasiarse con una flor, las tonalidades del cielo azul, el olor de las cosas; los hombres menos, les interesa más un carro de marca, un reloj, lo material, el poder. Así que tengo mejor relación con las mujeres, soy muy amigo de ellas y me han enseñado a saber escuchar, a ser más detallista y en el fondo, a ser mejor persona. Cuando hay esa sensibilidad mezclada con la franqueza se da esa química de la comunicación y el entendimiento.
En varios de tus textos contextualizas los personajes en ciudades europeas. ¿Hasta que punto consideras enriquecedor y/o inspirador el tiempo que viviste en Europa?
Fue enriquecedor por la época en que predominaba esa tradición del humanismo europeo. Ahora, en los últimos años, las cosas han cambiado un poco y Europa, por buscar modelos neoliberales y olvidarse del otro, entró en la crisis económica que lo afecta hoy día y que genera incertidumbre, rebeldía e insatisfacción en los jóvenes. En esa misma medida lo hace a uno ver que las debilidades, pasiones, deseos, el amor no es exclusivo de las latitudes. Hace parte de la esencia humana y las ciudades son solo telones de fondo, incluso hasta se da uno cuenta que vive mejor y con más compañía y solidaridad un pobre del tercer mundo que uno del primer mundo.
En el libro recientemente publicado que lleva el nombre de uno de mis cuentos favoritos, Una daga en Alexanderplatz, hay una clara referencia histórica. ¿En que medida la historia juega un papel importante en tu obra?
Creo que hace parte de ese interrogante constante de ¿Qué hacemos en el mundo? ¿A qué vinimos? Y bueno, uno vive el presente, pero sin olvidar la historia y sobre todo los errores del pasado para que no vuelvan a ocurrir. En efecto en el cuento que le da el título al libro, es claro la referencia al holocausto, a la opresión y en la novela que mencionaba de Walker también hay un juego con la historia y con el mundo oprimido, al final es como un rechazo al poder, lo que mencionaba antes de una protesta a los abusos y una apuesta por el arte y por el romanticismo, por explicar y vivir en el mundo y la vida de otra manera. Es una búsqueda diferente a la que nos dictan los parámetros del poder y la sociedad de consumo.
¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante y placentera que has tenido como escritor hasta el momento?
El placer es constante cuando escribo. No lo logro describir fácilmente, pero son momentos de ensoñación, de deleite, cuando se encuentran una frase, un diálogo, una imagen, son espacios de realización que rozan con la alucinación. Es dejarse ir, dejarse llevar por una escena o un personaje. Ya lo gratificante es como más terrenal, pero sobre todo cuando alguien te dice que lloró con tal historia o que sintió tal emoción con esta otra. En ocasiones digo que me encantaría tocar el alma humana con mis narraciones, sembrar en la memoria de las personas sueños, imágenes, recuerdos, dejar una huella. Si lo logro me doy por bien servido.
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