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Acerca de la ironía

¿Es la ignorancia de Sócrates una ironía? ¿De qué se trata esa naturaleza de la ironía que dice algo pretendiendo ser entendida por lo contrario?

¿Es decepción, fingimiento, engaño, ignorancia, disimulo? ¿Cuál es el propósito de la ironía? Se dice que la ironía se basa en toda clase de artilugios para forzar a sus interlocutores o lectores a reexaminar sus pensamientos y valores. Destacamos el valor de la posición ética de Sócrates, su ironía e ignorancia como un rasgo que ha trazado su vida, muerte y que aún es vigente en la época actual.

Kierkegaard con su continua referencia a Sócrates escribe su disertación sobre el concepto de ironía, tratando de apuntar, mediante sus escritos, a la subjetividad de sus lectores.

Me interesa destacar lo que considero el propósito del practicante de la ironía: despertar la subjetividad en su interlocutor, haciendo interrogar al sujeto; esa función del ser humano que debiéramos reavivar a riesgo de quedar olvidada en nuestra actual civilización.

Me interesa destacar lo que considero el propósito del practicante de la ironía: despertar la subjetividad en su interlocutor, haciendo interrogar al sujeto; esa función del ser humano que debiéramos reavivar a riesgo de quedar olvidada en nuestra actual civilización.

Sócrates y la ironía
La ironía es un interesante y polémico concepto, el cual ha recibido diferentes interpretaciones desde su origen en Grecia. Originalmente el término griego «eironea», «eiron» ha tenido desfavorables connotaciones: decepción, intención de engañar, simular, fingir ignorancia, disimulo, desdén. Fue usado como un término de denigración o abuso. Ser llamado «eiron»  era un insulto.

Desde Grecia en la cuarta centuria A.C., hasta Roma en la primera centuria, el sentido de la palabra «eironea» fue alterado. Eironea va a devenir Ironía (latín), convirtiéndose en un signo de urbanidad, elegancia y buen gusto.

De acuerdo con Vlastos, Sócrates nunca teorizó acerca de la ironía. Sin embargo, le cambió el sentido haciendo de la palabra algo nuevo. Una nueva forma de vida realizada en él mismo. Sócrates mismo fue la encarnación de la eroneia.

Kierkegaard afirma que la ironía fue constitutiva en la vida de Sócrates. Sócrates fue «un factor en el desarrollo del concepto». En otras palabras, «el concepto de la ironía se agota absolutamente en él». Soren Kierkegaard afirma que la ironía es una «nueva posición» característica de Sócrates, llamando con este mismo nombre a ésta posición.

Kierkegaard, argumenta que Sócrates utilizaba su ironía a fin de hacer emerger la subjetividad en sus interlocutores, dado que ellos estaban permanentemente forzados a abandonar sus respuestas aprendidas ante las irritantes preguntas de Sócrates.

La ironía de Kierkegaard
Kierkegaard, argumenta que Sócrates utilizaba su ironía a fin de hacer emerger la subjetividad en sus interlocutores, dado que ellos estaban permanentemente forzados a abandonar sus respuestas aprendidas ante las irritantes preguntas de Sócrates. [1]

Del mismo modo Kerkegaard intentó hacer algo similar; se valió de la ironía, la parodia, la sátira, el humor, para irritar, incomodar, y desconcertar a sus contemporáneos.

Su intento, como el de Sócrates, fue desidentificar. Son de especial interés los diversos recursos textuales que Kierkegaard utilizaba para socavar su autoridad como autor para que cada lector pudiera decidir por sí mismo.

Sócrates y la ignorancia
Kierkegaard dice en su tesis que la filosofía de Sócrates comienza con las presuposiciones: «No se», «Se que no se nada». Su perspectiva fue de ignorancia, pero al mismo tiempo, él admitió que fue más sabio que otros porque él «sabía nada». En otras palabras, el sabía de la nada que hay en todo saber.

J. Lacan en su Seminario XIX dice: «La ignorancia está ligada al saber. Es una manera de establecerlo». Sócrates con su ironía operaba desde este saber.

La práctica de la ironía
El que practica la ironía dice menos de lo que piensa, generalmente con el fin de desatar la lengua de un antagonista. La ironía no es pues mera ficción, más bien sucede que la ficción es utilizada por el irónico con una intención determinada. [2]

Los índices de la ironía son, por ejemplo, la inflexión de la voz que denota una expresión irónica o los puntos suspensivos en una frase. También, como lo señala Freud, los gestos significativos introducen cierta ambigüedad, cierta incompatibilidad contextual que es propiamente constitutiva de la ironía. Lo anterior le quita al receptor de la ironía la oportunidad de contradecirla, pone al sujeto en un aprieto: tiene que tomar una decisión.

Los índices de la ironía son, por ejemplo, la inflexión de la voz que denota una expresión irónica o los puntos suspensivos en una frase. También, como lo señala Freud, los gestos significativos introducen cierta ambigüedad, cierta incompatibilidad contextual que es propiamente constitutiva de la ironía. Lo anterior le quita al receptor de la ironía la oportunidad de contradecirla, pone al sujeto en un aprieto: tiene que tomar una decisión.

Jacques Lacan dedica un seminario a estudiar el Banquete de Platón, el cual relaciona con la sesión analítica, el amor de transferencia  y  la relación analítica. Alcibíades es un filósofo joven, guapo y rico que no dudando de sus encantos, decide declarar la verdad de su amor por Sócrates. Por un lado, Alcibíades ve en Sócrates esa figura burlona, que dice ser ignorante y se pasa la vida ironizando. Al mismo tiempo, se pregunta si Sócrates no es como un Sileno, esas estatuillas que encierran algo divino, ya que sus palabras le hicieron evocar esa maravilla que Sócrates tendría, y que Alcibíades desearía. [3]

Sócrates responde con un «no» a la proposición de amor de Alcibíades.  Su discurso es ambiguo como lo es la ironía, que dice algo mientras pretende no decirlo. La ironía de Sócrates no deja a Alcibíades otra opción que admitir el rechazo de Sócrates, que al mismo tiempo despierta en Alcibíades toda clase de emociones contradictorias. Se produce una transformación en Alcibíades como consecuencia de la respuesta de Sócrates. Alcibíades se queda «sin recursos» en la dirección de seducir a Sócrates, pero con la oportunidad de encontrar su verdad. Si Alcibíades fue engañado, no lo fue por Sócrates, sino por sí mismo. La ironía de Sócrates deja a Alcibíades en una encrucijada, librado a sus propios recursos para tomar su decisión. Si Alcibíades queda sujeto a algo, es a algo que lo dignifica porque tiene que ver con su propio ser. Este es el punto en que un sujeto se constituye, y es lo que la ironía socrática hace posible.

Notas:
1. Kierkegaard, S., «The concept of irony with continual reference to Socrates». Edited and translated by Howard V. Hong and Edna H. Hong. Princeton University Press. Princeton, New Jersey. 1989.
2. Ferrater Mora, «Diccionario de Filosofía», específicamente el término «Ironía».
3. Lacan, J., «Seminario 8 La Transferencia», versión inédita.

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