La novela Peregrinos, que presentó la autora mexicana Sofía Segovia en Miami en junio pasado narra el éxodo de dos familias sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial y su ruta hacia una nueva vida en América. Si bien es una historia de inmigrantes que huyen de un pasado caótico, tema que ya ha sido explorado en innumerables historias, aquí Segovia rescata históricamente un segmento de la población alemana que pocas veces ha sido mencionado. Con un estilo fluido y una pintura de época minuciosa, seguimos el drama de los alemanes de Prusia oriental de la mano de dos niños que, con sus familias, sobreviven los estragos de la guerra.
Sofía Segovia nació en Monterrey, México, y llegó a la literatura luego de incursionar en el teatro amateur de su país. Tiene dos novelas publicadas previamente: Noche de huracán (2010) y El murmullo de las abejas (2015). Esta última se convirtió en un éxito internacional y figuró en las listas de las novelas más vendidas del mundo hispano en 2015. Segovia también fue nominada por la revista Quién entre las 31 mujeres más influyentes de México de ese año. En la actualidad dicta talleres de creación literaria en su ciudad natal.
Has tenido el deseo de escribir ficción desde niña, según comentaste, pero llegaste a ello después de trabajar en otros ámbitos. ¿Cuál fue el detonante? ¿Qué te llevó a decir, sí, ahora es el momento?
De saber que se es escritora a saber que se puede ser novelista, para mí fue un paseo de más de treinta años. Tengo el recuerdo de querer ser lectora y escritora desde antes de saber hacerlo. Soy una de las menores de la familia, y recuerdo ese deseo cuando veía a mis hermanos leer. Luego asistí a una escuela que promovía mucho la lectura y la escritura y recuerdo haberlo disfrutado muchísimo. Pero yo no me enteré de que podía ser novelista hasta que tuve treinta y cinco años.
Tengo el recuerdo de querer ser lectora y escritora desde antes de saber hacerlo.
Has escrito teatro. ¿Qué te llevó al teatro, y cuándo comenzaste?
Al teatro me llevó primero el amor a subirme a las tablas. Tenía unas comisiones para escribir teatro, y quise subirme a las tablas para encontrar esa valentía de representar en el escenario, y además sentir que lo que escribo tiene un efecto en el público. Y luego lo que escribo puedo ir a vivirlo. Esa es otra manera de contar una historia.
El teatro es algo que conservo muy cerca y cuando me preguntan cuáles son mis influencias al escribir, yo contesto que el teatro y el cine. Porque al haber pisado las tablas y sentido esa dimensión, así es como yo escribo.
¿Vas a seguir escribiendo para el teatro, o es una etapa superada?
No sé si estoy absolutamente afuera de él, pero por lo pronto estoy concentrada en mis novelas.
¿Cuál de los dos te dio más satisfacciones, el teatro o la novela?
Lo que sucede es que yo siento esta satisfacción al escribir historias, no importa que sea un guión de teatro, una película o una novela. Yo quiero contar historias, y esas son distintas maneras de contar una historia.
No voy a preguntarte qué libro o autor te gusta, pero me interesa saber cuáles fueron las lecturas que influyeron en tus comienzos, en tu adolescencia o años tempranos.
Es una pregunta difícil, porque son esos libros que te hicieron lectora, lecturas que leíste por primera
La historia es cíclica, la historia no muere y se entiende mejor cuando está siendo vivida.
Después llegas a lecturas como las de Charles Dickens, como Historia en Dos Ciudades. Este tipo de novelas me hizo aspirar a poder escribir, que no sé si lo he logrado totalmente, historias con hilos narrativos que parecen distantes pero que se entrelazan y componen el todo. También las novelas de Alejandro Dumas, como Los Tres Mosqueteros, que pude leer en francés. Me gustó porque es una novela que contiene varios géneros, policíaco, aventuras, romance.
También me impresionaron los cuentos de Gabriel García Márquez, que me llevaron a escribir historias más maduras al comienzo de mi carrera. Y, en definitiva, todas esas novelas que tienen vigencia para siempre, y muchas muy buenas que se escriben ahora, ya que yo sigo leyendo continuamente, porque las lecturas nos enriquecen.
¿Estás dando talleres de creación literaria?
Si, desde hace seis años doy talleres literarios. Ha sido una gran experiencia. Porque no es solo recibir, sino también dar. Para mí es muy bonito porque es parte del compromiso que tenemos los escritores de promover la lectura y ayudar a otros a que se animen a escribir, a descubrirse como escritores.
¿Cuál es la técnica que usas para escribir tus novelas? ¿Creas primero el esqueleto, una estructura completa, o solamente tienes un bosquejo inicial y lo vas desarrollando a medida que sale?
Yo comienzo por el principio y el final, y me gusta saber qué es lo que sucede en el medio, como si fuera la lectora de este libro que todavía nadie ha leído y yo voy descubriendo, como una exploradora. Así he encontrado personajes que me han fascinado dentro de estas historias. Tengo un bosquejo, y de pronto aparece un personaje, y no puedo dejarlo, de manera que yo digo siempre que escribo desde la tripa, desde adentro. El instinto está ahí, de atreverme a esos caminos entrecruzados en que me meto cuando escribo. Creo que las palabras vienen del cerebro, pero la intuición viene de la tripa, como digo yo. No dejar intervenir al cerebro que a veces nos dice “no, no, no”, y escribir desde adentro. Y resultan historias y sigo caminos que no hubiesen salido si yo me proponía esquemas, o esbozos fijos antes de escribir.
El murmullo de las abejas y Peregrinos son novelas que transcurren en momentos históricos y tenía metas cronológicas a las que debía llegar. Ahora bien, qué harán mis personajes, no lo sé hasta que los escribo; no tengo idea hasta que no llego allí. Es una experiencia hermosa, porque no sé qué voy a encontrar cuando vuelva la página.
Los personajes principales de tus dos últimas novelas, El murmullo de las abejas y Peregrinos, son históricos. ¿Cómo llegaste a cada uno de ellos? ¿Son reales?
En El murmullo de las abejas, son personajes de ficción, que viven un momento histórico real. Hay algunas citas de gente que existió, pero todos los personajes son ficticios. Quise describir cómo era ese momento de la historia de México.
Cuando se dan cuenta, no hay forma de volver atrás y callan, porque hablar sería morir. Y todos los seres humanos quieren vivir un día más.
En el caso de Peregrinos, en cambio, sí está inspirada en dos personas que yo conozco, si bien no es la historia exacta que me contaron, pero sí su situación y su momento histórico. Vestí la historia con mi imaginación y hay ciertos personajes que sí existieron pero muchos otros son ficticios.
En Peregrinos narras una historia de pérdida y de esperanza, dos familias representativas de lo que sufrieron en el siglo XX millones de Europeos. ¿Podrías hablarnos un poco del éxodo y la odisea de esos personajes?
Es una historia inspirada en la realidad. Eso sucedió en una tierra ancestral de Europa. Una tierra con mucha historia y mucho orgullo y tradición, Prusia, que siempre se consideró alemana. Y en el libro estoy contando la historia de Prusia pero también la historia de los alemanes que vivían en lo que hoy se llama República Checa. Antes habían pertenecido a un país y luego de la guerra, a otro. Es una historia que se repite, y que no nos conviene olvidar.
En esta novela yo narro cómo la guerra da vueltas y cómo destruyó la vida de estos alemanes que se dejaron llevar, que dejaron que su vida fuera dominada totalmente por el gobierno. Un gobierno que les vendió mentiras y esperanzas falsas, y luego los traicionó y los abandonó. Hasta el final les decía mentiras, como que estaban ganando la guerra, y un día todo se derrumbó de súbito para ellos. Esta es una historia que ha sucedido miles de veces y sigue sucediendo con los pueblos, porque se olvida.
¿Qué lecciones podemos sacar de la experiencia que narras en Peregrinos?
Creo que esos pueblos de esa zona de Europa han aprendido muy bien su lección. La lección de un líder que llevó a su pueblo al odio y destrucción a través de mentiras. Pero ahora lo podemos ver en cualquier país del mundo, donde aparecen líderes que arrastran a la gente. Es una fórmula probada, no importa cuál sea la ideología política. Es una fórmula que utiliza la manipulación y la mentira. Y en esta época, en que nos llegan bombardeos de mensajes por tantos medios, a veces los dejamos entrar sin verificar cuál es su intención. Podríamos pensar que tenemos más acceso a la información pero en realidad, lo que sucede es que, sin una discernimiento de cómo recibir y analizar la información, la gente ahora es más vulnerable.
¿Qué te atrajo en particular en la historia de los personajes Ilse y Arno, entre de tantos otros que sufrieron situaciones similares?
Lo que primero me atrajo fue que sentí la certeza de que había que contar esta historia, el aprendizaje que significa esta historia. Porque como la vemos en el pasado, ya la damos como letra muerta, que no tiene nada que ver con nosotros. Este es un ejercicio que hice también en el Murmullo de las abejas. La historia es cíclica, la historia no muere y se entiende mejor cuando está siendo vivida.
Es una historia verdadera que me llegó a mí directamente, de la persona que lo vivió. Yo la conocía a esta señora desde años atrás, pero nunca le pregunté sobre su pasado, así que me impresionó mucho que me hablara de lo que vivieron con sus padres en su tierra natal. Ella necesitaba hablar, y la narración salió de una manera muy natural. Y de pronto, esta historia de la que yo había leído mucho y visto en películas, que sentía muy lamentable, pero lejana, de pronto alguien que yo conocía y la había vivido estaba contándomela.
Lo que me interesó mucho es que no era esa una historia común de la Segunda Guerra Mundial. Esta es una historia que se ha callado porque las víctimas de Prusia y Polonia fueron abandonadas cuando terminó la guerra y se desmoronó todo en Alemania. Esto me llamó mucho la atención también, y quise rescatar la memoria de esos pueblos, transmitir lo que vivieron y ahora parece olvidado. Parece lejano, pero no es tan lejano, porque es la historia de casi todos los que hemos pisado el planeta. Se repite, como dije antes, las circunstancias para que aparezca un líder que reconoce las situación, identifica la vulnerabilidad de la gente y dice y vende lo que el pueblo necesita oír, maquillándolo muy bien para que parezca verdadero.
Janusz, uno de los protagonistas polacos, medita sobre su situación y se dice: “Qué fácil es no enterarse de nada cuando no se desea, ni de la crueldad del gobierno, ni del verdadero sufrimiento ajeno. O propio.” ¿Podrías elaborar un poco sobre el fenómeno de la aceptación de una fantasía de grandeza y desengaño?
Como hemos venido hablando antes, a veces no es fácil y es más aceptable, cuando ves que es demasiado tarde, decir “mejor me quedo callado en esta situación que por lo menos me deja sobrevivir”. Eso de comprender que se es cómplice, debe ser durísimo. Y al mismo tiempo Janus es polaco, o sea que es un esclavo al servicio de los alemanes. Es un muchacho que viene con una carga de dolor y de pérdida, pero es inocente, y acepta lo que le dan y se siente cómodo y seguro ahí. Él es una víctima, y las circunstancias lo llevan a darse cuenta de que lo que está pasando allí, alrededor de él, es tremendo.
Esos pueblos, como el prusiano, no se dan cuenta que aceptando que le quiten las libertades a otros,
Cuando la guerra de los hombres termina y todo está destruido, empieza la lucha para las mujeres, la tarea de a levantar y reconstruir con lo que queda y sobrellevar las pérdidas.
Lo escribí pensando, en una circunstancia como esa, ¿qué haría yo?
En Peregrinos hay varias escenas que muestra la fortaleza de la mujer en esas duras circunstancias.
Si, ellas tienen que afrontar, como todos, el decidir hundirse o luchar. En esos casos tú decides dar un paso más, o detener tu camino, echarte a llorar o cerrar el grifo del lagrimal y seguir adelante. La fortaleza de las mujeres que reflejo en esta novela comenzó para mí con los personajes de El murmullo de las abejas. Estas mujeres que en todo momento se enfrentan a la posible pérdida, que llegan a comprender que finalmente tienen que sobrevivir cueste lo que cueste.
Hay una escena en que Wanda, la madre en una de las dos familias, resuelve enfrentar sola a un grupo de hombres en el bosque…
Ella aprovecha la situación porque tiene cómo amenazarlos, esos hombres ya no son soldados alineados al ejército, son fugitivos y entonces ella se atreve a tomar la escopeta. Se pregunta si será capaz. En su mente ella comprende que tiene que hacer frente a lo que viene y decide actuar. Entonces Wanda saca su guerrera de adentro, ya que su nombre viene de una legendaria guerrera de Polonia. Y después de esa decisión crucial, por el resto de su vida seguirá actuando en consecuencia.
Cuando la guerra de los hombres termina y todo está destruido, empieza la lucha para las mujeres, la tarea de a levantar y reconstruir con lo que queda y sobrellevar las pérdidas.
Y eso va para todas las mujeres de la historia que nos anteceden y han tenido que superar cualquiera de las guerras, las dos mundiales, o las que sucedieron antes y las que suceden ahora.
¿Estás escribiendo una nueva novela, o tienes en vista alguna otra historia?
Escribir Peregrinos fue un proceso muy intenso. La empecé a escribir en enero de 2014, y lo que me sucedió es que había publicado hacía poco El murmullo de las abejas, y con los viajes y conferencias que siguieron tuve que dejarla por un tiempo. En julio del año pasado me la pidieron para publicarla en abril de este año, y entonces me encerré y en cinco meses escribí lo que faltaba. La investigación fue intensísima y al terminarla me di cuenta de que no estaba en el momento oportuno para comenzar una nueva novela. Escribiré cuentos hasta que surja la historia adecuada.
También tengo una invitación de mi Alma Mater, la Universidad de Monterrey, a escribir el libro del 50 Aniversario, así que también esa tarea, que llevará investigación de material, será una distracción bienvenida, y estoy segura de que pronto voy a encontrar el material para mi nueva novela.
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