Por desgracia, es posible que un estudiante curse un programa de doctorado en Psicología Clínica, certificado por la American Psychological Association, sin tomar nunca un curso de terapia de grupo, relegando así a la terapia grupal a ser considerada un abordaje de segunda y de poco valor percibido tanto por los estudiantes como por un importante segmento de los profesionales de la Psicología. Esto está muy lejos de reflejar la verdad sobre la eficacia de la terapia de grupo.
… es posible que un estudiante curse un programa de doctorado en Psicología Clínica, certificado por la American Psychological Association, sin tomar nunca un curso de terapia de grupo, relegando así …
En pocas palabras, la importancia de la terapia de grupo ingresó en la escena de la Psicología hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, no tanto por su eficacia sino más bien por necesidad cuando se detectó que no había suficientes terapeutas para atender, de manera efectiva, el creciente número de desórdenes relacionados con la guerra que presentaban los pacientes. En ese entonces, el diagnóstico se identificaba con el término de estrés o fatiga de combate (en inglés, Shell shock [2]), se encontró que el reunir a los soldados en grupos permitía atender a varios pacientes al mismo tiempo, en comparación con la psicoterapia individual.
…se encontró que el reunir a los soldados en grupos permitía atender a varios pacientes al mismo tiempo, en comparación con la psicoterapia individual.
En efecto, la terapia de grupo se convirtió en el caballo de batalla de la Psicología. En aquella época se desconocía su enorme valor como herramienta terapéutica, lo cual es evidente al comparar la escasez de investigaciones dedicadas a esta especialidad con la montaña de trabajos sobre la psicoterapia individual. ¿A qué se debió esto? Cabe suponer que la terapia de grupo fue, para la mayoría de los clínicos que en aquel entonces practicaban la psicoterapia individual, un evento que causaba ansiedad. Esta ansiedad generada en el clínico procedía de la necesidad de adaptar su práctica individual, que es mucho más fácil como ámbito del trabajo, a 8, 10 o incluso más individuos a la vez. Quienes practicaron la modalidad de terapia de grupo, probablemente no tenían el tiempo, los recursos o suficiente información pertinente para producir un cuerpo sustancial de investigación.
Los profesionales que se especializan en la terapia de grupo suelen tener personalidades muy diferentes a la de sus homólogos que practican, específicamente, la psicoterapia individual. Los terapeutas de grupo son, a menudo, individuos gregarios que se sienten cómodos en un ambiente de grupo y poseen lo que parece ser una necesidad intrínseca de integrar a la gente en una unidad total o viable a partir de piezas separadas. Es probable que exista también, quizá a un nivel inconsciente, la motivación o la necesidad del terapeuta de grupo de crear o re-crear un sentido de familia con su concomitante componente de intimidad. Si esto resulta de ayudar al terapeuta a resolver sus propios asuntos históricos relacionados con la familia, o de promover la alegría histórica experimentada previamente por el terapeuta al no provenir de una familia disfuncional, será un tema de gran interés para una futura investigación.
La verdadera intimidad se inicia en la familia nuclear. Obviamente, no nos referimos a intimidad sexual, sino más bien de intimidad emocional en la que todos los miembros de la familia están en sintonía uno con el otro y la fuerza de la familia está en el vínculo, en la calidez emocional y los sentimientos compartidos.
Hoy en día en la sociedad estadounidense, los línicos nos enfrentamos a menudo con clientes que hablan del distanciamiento emocional que sienten en relación a los demás.
El concepto de familia, por lo tanto, se convirtió para ellos más en una carga que en una alegría, lo que es fácil de ver en muchos de los adolescentes de hoy que manifiestan personalidades enojadas y disgustadas. Este sentimiento de alienación de la familia crea, por lo tanto, el campo fértil para que los adolescentes y los adultos actúen y traten de amortiguar su dolor emocional a través del uso de drogas, alcohol y violencia, o la promiscuidad sexual, en la búsqueda de sentirse deseados.
Si la intimidad no se desarrolla como parte de los cimientos tempranos de los miembros de la familia, el niño en crecimiento tendrá grandes dificultades para formar relaciones íntimas y emocionales en su vida adulta como se puede ver por el incremento en la tasa de divorcios. Las personas se convierten en objetos de gratificación y cuando ésta ya no se alcanza, se reemplaza por otro. Esto podría, por supuesto, atribuirse al estrés y las tensiones de vivir en una sociedad cuyo ritmo está aumentando continuamente, y a la explosión de la tecnología, que hace más fácil enviar un correo electrónico o un mensaje de texto que hablar directamente con otra persona. Pero, los individuos que crecieron en familias íntima y emocionalmente abiertas aún aprecian los momentos de conexión con miembros de su familia, que les devuelven una sensación de plenitud y fortaleza emocional.
Teniendo esto en cuenta, la terapiade grupo ofrece una profunda posibilidad para que una persona tenga una segunda oportunidad en la vida de re-crear una nueva familia y al mismo tiempo, trabajar en los conflictos no resueltos de su historia familiar.
Teniendo esto en cuenta, la terapia de grupo ofrece una profunda posibilidad para que una persona tenga una segunda oportunidad en la vida de re-crear una nueva familia y al mismo tiempo, trabajar en los conflictos no resueltos de su historia familiar. La experiencia de la familia histórica ha creado obstáculos inconscientes que impiden al cliente conectarse realmente con otra persona más allá de un nivel superficial. Al crear esta nueva familia, el individuo tiene la oportunidad de desarrollar un sentido de intimidad, la fuerza para revelar lo que él o ella siente en un ambiente seguro, sin prejuicios, y la aceptación de la singularidad que todos los seres humanos poseemos como parte de nuestra personalidad. El desarrollo de la intimidad, la capacidad de mostrar las emociones y el querer algo más de la vida que una existencia bidimensional, se puede alcanzar en la terapia grupal, y trasladarse o generalizarse en última instancia del salón de grupo, al mundo exterior.
¿Cómo logramos los terapeutas de grupo este reto hercúleo? A decir verdad, se requiere de mucho trabajo y dedicación tanto por parte del terapeuta de grupo como por parte del cliente. No hay una solución rápida para los clientes. Ellos se dan cuenta que no hay ninguna píldora, que ninguna otra persona lo hará por ellos ni por arte de magia, que no ocurrirá una transformación milagrosa porque los planetas del sistema solar se han alineado en un día determinado. Para el terapeuta, no es fácil lograr que un individuo que ha estado emocionalmente aislado se abra y se transforme en alguien que se siente cómodo expresando sus sentimientos y esté dispuesto a crear relaciones íntimas con personas significativas en su vida personal. Lo que también resulta realmente sorprendente es ver qué tan fuera de contacto están los clientes con sus sentimientos, su falta de conciencia y capacidad de discriminar qué es lo que están experimentando a nivel emocional. Con este fin, el concepto de recuperación emocional requiere mucho trabajo duro y un enorme compromiso por parte del cliente y el terapeuta de grupo.
El profesional debe tomar 8 o10 personas totalmente extrañas entre sí y crear una familia. Es como tomar 8-10 partes separadas que no encajan en un principio juntas, pero que con el tiempo pasarán de ser entidades individualistas a crear la capacidad del cliente de sentir por un lado su propia separación, y por el otro, su inclusión en un todo. El terapeuta hace esto a través de su propio ser. Si la intimidad y la emotividad se le dificultan, personalmente a un terapeuta de grupo, no será tan eficaz como aquél que se siente muy cómodo y abraza estos sentimientos. Afortunadamente, el terapeuta de grupo cuenta como guía con la gran ayuda de muchas de las herramientas psicoanalíticas dada por nuestros antepasados en el campo. Estas herramientas, que se destacan por y en sí mismas, son la transferencia, la resistencia y proyección. Muchos otros mecanismos de defensa del yo se ponen en juego; sin embargo, los tres citados sirven más a menudo como punto de partida de este viaje milagroso. El trayecto a menudo está lleno de obstáculos, pero la recompensa es verdaderamente sorprendente.
… pasarán de ser entidades individualistas a crear la capacidad del cliente de sentir por un lado su propia separación, y por el otro, su inclusión en un todo.
Como terapeutas de grupo tenemos el privilegio de ayudar a los clientes a tomar conciencia. Conciencia de lo que sienten, de su incapacidad de expresioon, conciencia de cómo aparecen y se hacen sentir ante los demás, conciencia de su falta de sensibilidad, conciencia de cómo sus inicios históricos dan color a su existencia actual, y lo que es más importante, conciencia de que existen otros fuera de ellos, no sólo como objetos para ser manipulados para su auto-gratificación, sino como seres humanos que viven y respiran y que están luchando dentro de sus propias existencias para tratar de darle sentido a este misterio llamado Vida.
Obviamente, esto es sólo un breve resumen de la eficacia y algunos de los mecanismos de la psicoterapia de grupo. Una comprensión más detallada se puede encontrar en los muchos y excelentes libros y artículos sobre esta singular especialidad. Es la esperanza de este autor que los lectores de este artículo busquen profundizar sus conocimientos sobre esta extraordinaria oportunidad terapéutica de reducir el sufrimiento humano.
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