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Introducción
Es posible hacer una historia de la humanidad bordeando las memorias de sus «movimientos migratorios».
Ir hasta el borde de esa frontera y caminarla, atravesar y saltar al otro lado, es un acontecimiento que dimensiona la existencia. Es el advenimiento de una singularidad. Una singularidad es lo que no está pre-visto. La ocasión de un encuentro posible con «lo diverso» amplía el horizonte creando mundo como efectos de sentido.
Pueblos enteros, familias o individuos solos, por diversas razones que funcionan como causa que mueve hacia otra parte, emprenden un camino a otro territorio que los recibe con mayor o menor hospitalidad.
En el curso del tiempo migran culturas, grupos humanos, subjetividades, ideas, lógicas, modelos, teorías, creencias, el cuerpo y nuestra percepción de él, la relación con los otros, el hábitat y la propia lengua. No permanecen ni in-mutables ni eternos. Pierden sentido.
Recuerdos in-memoriales se abren al otro lado de una frontera tejiendo relatos y mitos.
Ir hasta el borde de esa frontera y caminarla, atravesar y saltar al otro lado, es un acontecimiento que dimensiona la existencia. Es el advenimiento de una singularidad. Una singularidad es lo que no está pre-visto. La ocasión de un encuentro posible con «lo diverso» amplía el horizonte creando mundo como efectos de sentido.
El sentido y sus tres resonancias: Causar, orientar y sentir
Estamos acostumbrados a pensar el sentido como un «porque» o un «para qué», como una causa o motivación. Cuando decimos que algo no tiene sentido, nos referimos a que no tiene «porqué» o razón de ser. Observemos que el «porque sí» aparentemente sin causa, pone de relieve el decir que sí, como efecto de afirmación.
Al mismo tiempo el sentido, es una orientación, un «hacia donde» tender, o dirigirnos, como las señales de la calle que «indican» una dirección a tomar.
En tercer lugar, el sentido refiere a los sentimientos y emociones, a lo que se siente, o a lo sentido, con el agregado de los cinco sentidos, el olfato, tacto, vista, oído y gusto.
Las tres resonancias están entramadas. De tal modo que lo que causa a alguien, es lo que da a su movimiento una orientación que le permite sentir que está presente.
Supuestos y significaciones universales, prejuicios y fantasmas condicionan el movimiento. Todo aquello que supone buscar un sentido encubierto o proyectado. Cada vez que el sentido nos aparece como origen o principio no lo sentimos, no orienta ni causa el movimiento., porque no estamos ahí, hay fijación al pasado. Hay inhibición del movimiento en el presente. Decía John Lennon que la vida es eso que pasa mientras hacemos proyectos. El sentido tampoco está en el futuro. El sentido solo podría estar en el transcurrir de la vida, lo demás es letra muerta.
El sentido es un efecto producido en función del sinsentido
No hay un sentido por descubrir o revelar, hay efectos de sentido que se producen. El sentido es en si mismo un «efecto» que «afecta» y siempre es producto. Sus efectos no podrían estar antes y tampoco después, porque le faltaría un apoyo, una superficie de sustentación, se caería.
El sentido es un efecto de superficie, tiene altura y profundidad. Sobre una superficie se puede transitar. Es un efecto «entre» dos. La superficie es la propia dimensión del sentido. Cuando algún efecto de sentido se produce hay enlace «entre dos». Algo parece amarrarse. Y eso conmueve. Está ahí mismo. Sostiene nuestro estar en un lugar. Si agregamos a estos efectos de sentido el tiempo, entonces armamos un espacio singular, armamos mundo. Desde esta perspectiva, la del movimiento entre los tiempos, anticipar el destino es aplastar lo venidero.
1.- Decires sobre migraciones
Las Migraciones, como in-migración y e-migración, son tema de estudio en Universidades, algunas se especializan en Mediación Intercultural. Las consecuencias sociales, legales, económicas, afectivas, y de intercambio cultural que supone el traslado de grupos humanos de un país a otro son relevantes. Proponen conocimientos y técnicas tendientes a propiciar la Convivencia Multicultural, promoción de la integración y resolución de conflictos interculturales, considerando conceptos como descentramiento, diferencia, diversidad, prejuicio, etnocentrismo, producción social de conocimientos y otros, en el marco de la disciplina nombrada como «Crítica Cultural». Esta disciplina contempla la investigación intelectual y de trabajo de campo basada en una lógica de lo múltiple, como alternativa a la lógica binaria.
Un modo de pensar la lógica binaria es refiriéndola al lenguaje maquinal de 0 y 1 con que se escriben los programas que se utilizan en las computadoras, y otro es mencionar la lógica significante que rige la dimensión simbólica (1), en la cual, hay que mencionar, binaria no quiere decir dos, ya que hay un intervalo, un «entre» uno y cero que permite pensar tanto la infinitud como la serie.
Filósofos como Derrida, de reconocida herencia psicoanalítica y Heideggeriana, y Levinas, han tomado la cuestión de la migración de la lengua, la alteridad irreductible del otro y una consideración de la hospitalidad como concepto y acción, proponiendo un más allá del cosmopolitismo.
Supuestos y significaciones universales, prejuicios y fantasmas condicionan el movimiento. Todo aquello que supone buscar un sentido encubierto o proyectado. Cada vez que el sentido nos aparece como origen o principio no lo sentimos, no orienta ni causa el movimiento., porque no estamos ahí, hay fijación al pasado. Hay inhibición del movimiento en el presente.
En el decir habitual, aparecen términos comprensibles y explicativos, sobre diversos efectos subjetivos que recaen en quien migra. Se escuchan términos como trauma, crisis, duelo, adaptación o integración. La consideración más genérica sería que hay una causa que motiva la migración, que no es la migración misma en su sentido de movimiento hacia otra parte. Causa ligada a una búsqueda de algo que no habría sido encontrado, no estuvo nunca, dejo de estar o se fue del lugar de origen, por no mencionar cuando la causa es la huida o el escape. Es decir que en última instancia, la gente se va de un lugar hacia otro en búsqueda de lo que no tiene donde reside, esperando encontrarlo en otra parte.
A partir de esta suposición, se comprende que la migración resulte de valoración negativa. Hay pérdida de lo que se tenía y crisis por no tener la garantía de encontrar lo que lo sustituya. Entonces, dicen, hay que hacer el duelo por lo perdido, y elaborar la angustia de lo no encontrado todavía. Surgen las comparaciones, el mal-estar es inminente, previsible, y como si fuera poco, esperable. Así es como se reproduce mecánicamente, se lo espera, se lo genera, se lo repite, se lo demanda.
2.- De lo esperable y de la pre-suposición
Los problemas esperables son los de la adaptación al «nuevo estado». No está de más resaltar que un «adaptador» es un aparato que tiene dos puntas. Se encaja por un lado a aquello que se quiere adaptar, y por otro lado se conecta a aquello que quiere ser adaptado, para hacer continuidad entre una cosa y otra. Para que no se note la diferencia. Para que funcione sin «interrupción». Eso es un adaptador. Una ortopedia funcional. En lo que hace a las subjetividades…vemos claramente el inconveniente. ¿Qué aparato hace continuidad entre una singularidad y otra? Ninguno. Hay que suspender la singularidad para hacer eso posible. Suspendiendo lo singular nada nuevo podrá surgir, solo habrá lugar para una reproducción mecánica que no implica lo vivo.
La expectativa es adaptar para integrarse al nuevo lugar de residencia. Unirse a un grupo para formar parte de él. Constituir las partes un todo. Hacer uno solo, en la medida de que el todo constituye una unidad. Hacer corporación, un cuerpo con otro, para que se mantenga unido y no se des-integre. Como consecuencias de ello, no hay cada cuerpo más que en mal-estar y presentación de lo sinto-mal.
De resultas que «lo esperable» supuesto en el «proceso» de las migraciones, es sufrir de pérdidas, «hacer un duelo», adaptarse como mecanismo eficiente e integrarse haciendo uno con la comunidad de la que se va a formar parte.
«Lo esperable», por cierto, es un pre-supuesto que borra el cada uno, cada rasgo, los modos de la lengua, cada vez, cada encuentro. Y también borra lo otro como diferente, desconocido y nuevo. No hay sorpresa en «lo esperable». No hay encuentro posible en la des-orientación de la pre-suposición. Hay encierro mental si puedo llamarlo así.
Pre-su-posición: «pre» es antes o delante. «Antes» que indica tiempo y el «delante» indicando lugar. «Su» es bajo, bajo la superficie, en la profundidad. Es un sentido a develar, sacar a la luz o interpretar. Un sentido anterior a lo que se presenta ahí ante nosotros. Es poner antes del encuentro con lo que se nos presenta, una significación anticipada respecto de la posición que ocupa. Un enredo de adivinadores y futurólogos. Una «pre-visualización» en cine, es un recorte de una película que se nos presenta como anticipo de la vista de todo el film. Nos otorga unas líneas para causar la mirada. Es un soporte que entusiasma nuestro querer ver «más allá» de ese armado que constituye el «preview». La significación que a partir de esa pre-vista nos hacemos de la película es un lugar desde donde partir para mirarla, pero no es la película.
«Lo esperable», por cierto, es un pre-supuesto que borra el cada uno, cada rasgo, los modos de la lengua, cada vez, cada encuentro. Y también borra lo otro como diferente, desconocido y nuevo. No hay sorpresa en «lo esperable». No hay encuentro posible en la des-orientación de la pre-suposición. Hay encierro mental si puedo llamarlo así.
La pre-su-posición es una significación que anticipa la posición. La significación previa tiñe el encuentro del color anticipado. Esa vista previa ocupa el lugar del «entre» dos lugares, que es necesario para hacer espacio por donde moverse. Podríamos decir que la presuposición, la anticipación, la significación previa, ocupan el lugar abierto por el «entre». En verdad, no existen previamente dos lugares. Lo que hace existir dos lugares es justamente el «entre». Pero también es cierto que esa fundación de dos lugares no es de una vez y para siempre. La estructura puede vacilar, desamarrarse, desenlazarse, desanudarse. Es allí donde podemos decir que no hay dos lugares y un «entre» para moverse y circular, ir y venir, entrar y salir.
De otro modo hay un pegado, aplastamiento, rebatimiento sobre sí mismo o plegado de esos dos lugares. Allí entonces la tarea será des-pegar, des-plegar. En tal situación, lo que se nos presenta queda velado por tales significaciones, anticipando la posición de lo que está delante. Esa anticipación hace perder la singularidad, al imprimirle lo pre-visualizado. Y lo previsualizado es una construcción subjetiva. Es un fantasma, un armado que soporta nuestro encuentro con el mundo que se cree conocer. Pero impide armar mundo con lo nuevo que viene a nuestro encuentro. Porque todo está teñido del cristal con que se mira. Lo mirado queda impregnado del color, el sonido, las imágenes y palabras del fantasma que nos otorgan una especie de consistencia, seguridad, ilusoria garantía, camino conocido.
El arte viene en nuestro auxilio. Los fantasmas son como se muestran en los dibujos animados que todos hemos visto y seguimos viendo en la actualidad. Los fantasmas, son una nada cubiertos por una sábana blanca, con dos agujeros en el lugar de los ojos andan por el aire en la oscuridad, movidos por una brisa que entra por la ventana. Eso da consistencia a esa nada. Y como en los dibujos animados, se atraviesan. Acción y efecto de atravesar. Retiro la tela que les da una apariencia de solidez, hago a un lado el trapo que los hace consistir en el medio de la noche. Paso al otro lado. Es el sentido del prefijo «trans», «tras» o «tra»: al otro lado o detrás. Pasar a través de los fantasmas. Pasar es entrar caminando, es hacerle lugar a la entrada.
Vamos a mover el espejo de Alicia en el país de las Maravillas. Cada ángulo que se tras-lade nos dará otra perspectiva del otro lado. Y algo va a quedar sustraído de nuestra mirada. Pero se va a dimensionar. Va a tomar volumen. Es importante. Porque nuestro cuerpo es un volumen en el espacio. Dimensionada la mirada, se dimensiona el cuerpo propio y el de los otros. Se ubica la distancia «entre» los cuerpos. Se hace lugar a lo propio y a lo ajeno. A lo semejante y a lo diverso. En «lo otro» de nuestros vecinos, y en «lo otro» en nosotros mismos. Se mueve la idea de identidad y diferencia. Habiendo un lugar «entre», (¿no resulta evidente?), se «choca» menos. Entonces, menos golpes, menos dolores y mas colores, los agregados por lo que viene a nuestro encuentro. Poner a funcionar en el decir y el hacer el «entre», hace espacio a «lo otro», lo nuevo, lo venidero, lo que está por llegar desde el futuro.
Migrar es cambiar de lugar. Es un des-plazamiento orientado. Migrar es moverse «entre» un tiempo que fue y uno que será. Entre esos dos tiempos, está la vida.
Esa anticipación hace perder la singularidad, al imprimirle lo pre-visualizado. Y lo previsualizado es una construcción subjetiva. Es un fantasma, un armado que soporta nuestro encuentro con el mundo que se cree conocer. Pero impide armar mundo con lo nuevo que viene a nuestro encuentro.
Si cambia de lugar es porque se mueve. Se desplazan hacia otra posición. Hace entonces un trayecto orientado hacia otra parte. En ese movimiento de desplazamiento se arma el espacio entre una y otra posición. El «entre» arma una estructura que «hace lugar a». Habiendo lugar y orientación hay recorrido. Y en ese recorrido ubicamos diversos puntos de un espacio transitado y un modo de hacerlo. El modo es el tiempo. Es el modo de registrar el tiempo. El modo en que cada quien recorre un espacio es la marca del tiempo del desplazamiento. El modo deja una marca. Se puede extraer como un dato singular. Esa mutación, migración, cambio, transporta algo que en su modo de moverse, en los diferentes momentos marca una diferencia que se puede contar. Por eso hay historias contables, escritas u orales, y que cuentan para la memoria de la humanidad. «Eso» que se mueve, cambia de «Estado». En el doble sentido de «modo de estar» y de «lugar de residencia». Alguien hace la cuenta para que ese movimiento advenga acontecimiento, para que algo pase advertido. Una orientación para que haya lugar de salida y de llegada, entrada y despliegue. Si no, no puede pasar, porque no hay por donde ni a donde entrar, ni con quien, ni hacia que, ni de que modo. Que algo quede advertido, es decir, que se enlace a otra cosa con la que anudarse para darle existencia. Un sentido que será producido cada vez que un efecto sea advertido, para relanzar desde ese efecto otro movimiento «hacia», que otorgará así otro sentido. «Y siempre otra ciudad en la ciudad…» dirá Gilles Deleuze. «Cada término se convierte en un medio de ir hasta el final del otro, siguiendo toda su distancia…»
Lo diverso es lo divergente, no es lo excluido. Es simplemente dis-yunto, no está junto ni unido, no convergente en un punto común. No es lo que surge de un mismo núcleo desde el que se ramifica. No es lo que surge desde el mismo centro. Son otras líneas de perspectivas que construyen otras superficies. Lo diverso es una voz que resuena «entre» otras voces. No hay una voz divergente entre voces homogéneas. Cuando la voz es singular, son cada una diversa,. Si no es singular, no es una voz., es ronroneo de lo im-propio. Lo homogéneo es lo universal, lo genérico, la supuesta mayoría, lo maquinal. No podría no haber lo diverso sino por un mecanismo reproductivo. Lo vivo y la existencia son siempre diversos. En una representación teatral, ninguna función es idéntica a la otra, porque es «otra función», en otro momento.
Como un instrumento en la ejecución de una obra musical que se va improvisando con otros intérpretes y sin partitura. Una improvisación simultánea. No hay punto de vista privilegiado ni jerarquías. La semejanza y la identidad resuenan, pero como movimiento forzado, como encuentro de fuerzas que van demarcando los bordes, y diciendo «hasta ahí» cada uno y cada vez. Una práctica informal. Va tomando forma en el despliegue de los sonidos, las voces, los silencios, las resonancias y los ecos. Acontecimiento gozoso. Alcanza con ver a músicos para percibir ese gozar de la vida. Actos llenos de vitalidad. Desprendimiento de lo que fluye tendido al mundo. Y a los que danzan al son de esa improvisación en el escenario de las calles. Libertad de movimiento en la composición, en un armado con otros compositores. Libertad de palabra. Libertad de elección. Amor a la vida, a lo que está vivo y a lo que crece. Es decir, posible de hacer en el construirse una existencia amable y habitable con los otros que están ahí en el camino que recorro en compañía y con los que el mundo se va haciendo.
Migrar es cambiar de lugar. Es un des-plazamiento orientado. Migrar es moverse «entre» un tiempo que fue y uno que será. Entre esos dos tiempos, está la vida.
«Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…» dice el poeta. Crear camino,»andar», en los tiempos que «corren». Des-acelerar para escuchar la propia voz y la de otros.
El «entre» hace «entrar». Démosle la bienvenida.
París de principios del siglo XX atrajo artistas de todo el mundo. Muchos críticos de arte reclamaron el nacionalismo artístico, enfatizando las diferencias entre los locales y autóctonos y los extranjeros… los extraños, entre ellos Picasso, Joan Miró y Marc Chagall.
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¿Nuestras conductas son el resultado predeterminado por la biología y el ambiente que nos toca? El dilema del determinismo está más vigente que nunca.
“Desde diosas hasta reinas, de cortesanas hasta científicas, de actrices hasta santas, desde escritoras hasta políticas… hemos estado en todas partes, aunque un manto de silencio se empeñara en cubrirnos o ignorarnos”. Julia Navarro.
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