Por
Parafraseando a Borges, sería útil recordar que «somos todo el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros».
Un ensayo escrito hace algún tiempo se transformó en libro [2], impensadamente. Existen ciertos personajes que nos apasionan. Un día llegó a nuestro encuentro el entusiasmo por conocer fragmentos de vida de uno de los hombres que marcó la historia del cine contemporáneo y fue icono de una época. También el máximo representante del nuevo método de actuación del Actor’s Studio, un actor consistente, capaz de entrar en el alma del otro para dar vida a los personajes más dispares. Con tanto espesor que, hablando de él, algunos críticos han gritado: «¡Milagro!», aclamándolo como el mejor actor de todos los tiempos. Para entender el prestigio de Marlon Brando es significativa una célebre exclamación de Al Pacino: «Es como actuar con Dios».
Cuando leímos esta frase nos preguntamos: ¿y si volviéramos sobre la historia para reencontrar al hombre que está detrás del mito? Así nació este ensayo, para una conferencia sobre disturbios alimentarios, con el nombre: «La comida siempre ha sido una buena amiga».
Marlon Brando. Cuando el deseo se hace hombre CITTÀ DEL SOLE EDIZIONI. Reggio di Calabria – Italia ,1° ristampa in italiano settembre 2006.Collana Arte e Psicanalisi diretta da Eva Gerace.
Freud inaugura un estilo cuando escribe sus historiales y muestra en el caso de Elisabeth Von R [3] .la íntima relación que existe entre la historia de aquella paciente y sus síntomas. Lo que tan tempranamente formula es el nexo entre la historia de un sujeto y el síntoma, demostrando la sobre determinación de éste. El síntoma, esa palabra amordazada que cada análisis intenta desanudar, es el timón que Freud enseguida intuyó. Vehículo fundamental para poder alcanzar al sujeto.
Al exponer sus descubrimientos, construyendo y escribiendo un historial clínico, nos muestra que hay una «especificidad en relación a la literatura y una diferencia con respecto al género biográfico» [4]. La literatura trabaja con las historias dando vida a cuentos, relatos o romances; las biografías catalogan de diferentes formas los datos de una vida o de una parte de ella, contándolas. Las autobiografías eligen en el recuerdo las escenas que nosotros los lectores, sabemos que son significativas para el autor. El analista lee o construye un caso clínico «que lo arriesga al agujero privilegiado de su oreja, la que no puede tapar» [5].
Marlon Brando no es un paciente y ni un caso inventado, es un personaje público que marcó la historia del cine contemporáneo. El actor cuenta y hace escribir parte de su vida y con eso nos deja hacer una lectura posible desde el psicoanálisis. La biografía que toca la estructura del hombre-mito, nos da la posibilidad de construir una historia hecha de frases y escenas. Gracias a su sensibilidad, Brando es el mejor lector de sí mismo. Es él, quien a través de las conjunciones de los datos así organizados, nos regala un argumento, donde el narrador no está aquí con nosotros… ¿No está con nosotros?
Vamos a trabajar con el relato de un relato, pues Brando le pidió a Robert Lindsey, en 1988, que escribiera un libro sobre un período de su vida en el que creía que alguien le había hecho un mal terrible a alguien que él amaba [6]. Narra su historia y luego Lindsey nos la cuenta. ¿Qué nos muestra este libro desde el comienzo? Que ante lo que llamamos realidad, la única forma que tenemos de acceder a ella es a través de la ficción.
Ahora dejemos que sea Marlon Brando quien hable de sí. Como en una ficción, vamos a invitarlo para que nos hable de sus cosas. Nosotros vamos a escuchar lo que él antes se escuchó a sí mismo.
La biografía que toca la estructura del hombre-mito, nos da la posibilidad de construir una historia hecha de frases y escenas. Gracias a su sensibilidad, Brando es el mejor lector de sí mismo.
¿Qué fue lo primero que le dijo Brando a Robert Lindsey, el periodista que iba a redactar una de sus biografías? Que le podía preguntar sobre el tema que quisiera excepto de sus matrimonios y de sus hijos. Promesa que mantuvieron. El biógrafo lo presenta como al «hombre más curioso que jamás haya conocido». Esta curiosidad irrefrenable es lo que caracteriza a Brando; su deseo de conocer le da la posibilidad de preguntar. Sabe interrogar.
¿Cuál es el sueño de todo neurótico? Retornar al Otro Primordial. Esto quiere decir que dicho sujeto vive demandando que lo amen, que lo cuiden, que le den.
Marlon considera a la comida como una buena amiga, su relación a la comida pasa a ser una cuestión de existencia.
…ante lo que llamamos realidad, la única forma que tenemos de acceder a ella es a través de la ficción.
Comencemos a tejer con algunos hilos esta construcción. En psicoanálisis decimos que se produjo un cambio en la posición subjetiva cuando el sujeto deja de demandar y se constituye como sujeto deseante. Éste aparece cuando logra atravesar la experiencia de una falta. Cuando se da cuenta de que el sueño del paraíso feliz era sólo eso, un sueño, que nunca ha sido todo para el Otro, que desde siempre somos seres faltantes. En términos freudianos, sujeto sería aquél que logra atravesar la experiencia de la castración [7].
Estamos nombrando al sujeto en su esencia, cuya constitución se hace alrededor de una falta. A esa falta la llamamos deseo.
Il desiderio, per quel che ancora le parole significano,
rimanda alle stelle: de-sidera.[8]
Es necesario que algo se pierda, que el objeto esté perdido, para que pueda surgir la función causa del deseo. Se puede desear porque algo faltó. El deseo funda al sujeto. ¿Y este sujeto cómo se colocará? Debe ubicarse como consecuencia de aquella pérdida. Esto conviene que suceda, para así propiciar en el sujeto, un «saber» de aquello que le falta. Elaboración necesaria para que el sujeto se encarrile en las vías de su deseo, cuestión que trataremos de indagar en Brando. ¿El actor habrá logrado partir en el «tranvía llamado deseo»?
Marlon Brando. Y el deseo se hizo hombre TERCER MUNDO EDITORES Bogotá – agosto 2007
Buscando a Mamá
«La comida siempre ha sido una buena amiga»
Mamá Doddie había vivido en el pasado experiencias interesantes, fue una de las fundadoras de la Omaha Community Playhouse; la que más tarde se convertiría, desde el punto de vista artístico, en una de las compañías de teatro experimental más prestigiosa del país. Ella fue quien descubrió a Henry Fonda. Ella abandona todo para casarse, así aparece su alcoholismo.
«Mi madre me abandonó por una botella cuando yo era poco más que un bebé, luego me dejó Ermi. Para mi mente de siete años, tras vivir con ella de forma tan íntima, tras consagrarle mi pequeña vida, tras haber sido abandonado por la otra única mujer de mi mundo privado, su desaparición fue un abandono y mi mundo se derrumbó».
¿Cuál es el deseo de la madre que leemos aquí? El de entregar su hijo Marlon a Ermi, para así poder ella ir a tomarse de su botella. Al llegar a este punto podemos escuchar dos traumas: el de seducción, activado por Ermi y el de abandono. Sobre el modelo materno, se repite más tarde el de Ermi, la joven niñera que deja un rasgo de Indonesia que él va a buscar, como satisfacción incestuosa, en otras mujeres.
La prensa se ocupó insistentemente de este aspecto de Marlon Brando, lo mostraban bajo el modo de excéntricas y deslumbrantes escenas de estrella caprichosa, como quien lo tiene todo. ¡Inocencia periodística!
Brando también fue famoso por su pasión por los helados. Una vez detuvo una filmación, estaba ido. El director, impaciente por conseguir que su estrella se pusiera de pie y así reanudar la filmación, le preguntó qué necesitaba. Él, hundiendo los ojos en las aguas de la gula suspiró: «me gustaría que esta fuente estuviera llena de helado de chocolate.» ¿Por qué?, pregunta el director y, tras una larga pausa Brando contesta, «porque me gustan los helados de chocolate.»
Hay infinidad de anécdotas. Cuando filmó Queimada en Cartagena de Indias, se hacía traer helado en avión desde África; otra vez alguien lo encontró hecho un ovillo en la cama, sumergido en litros de helados. Otros hablaban de ataques nocturnos en los que se dedicaba a devorar hamburguesas.
Durante años, iniciaba y abandonaba muchísimas dietas. Cuando tenía que perder peso lo lograba. Era bastante habitual que bajase quince o dieciséis kilos, precisamente antes de comenzar una película. Comer menos y hacer gimnasia le posibilitaba adelgazar. El problema era el ejercicio para el ánimo: lograr que la comida dejase de ser un placer [9].
No era gordo por naturaleza, lo era por comer, por gula. Engordaba gracias a su adoración por los brownies, los helados y muchas otras pitanzas que engordan. Aquí volvemos a encontrar la forma repetida de buscar a su mamá, la ilusión de encontrarla era en la comida.
La prensa se ocupó insistentemente de este aspecto de Marlon Brando, lo mostraban bajo el modo de excéntricas y deslumbrantes escenas de estrella caprichosa, como quien lo tiene todo. ¡Inocencia periodística!
«Disfrutaba diciéndome que yo era incapaz de hacer nada bien. Tenía la costumbre de repetirme que nunca sería nada.»
Es el mismo Brando quien nos enseña, al decirnos con su profunda sensibilidad y talento, que sospecha el motivo por el cual comía de esa forma: «cuando era chico, volvía de la escuela y me encontraba con que mi madre no estaba y los platos se amontonaban en la pileta de lavar. Como me daba una gran tristeza, abría la heladera y casi siempre me encontraba con un pastel de manzana y un poco de queso, entonces era como si el pastel me dijera: Vamos, Marlon, sácame de aquí. Me estoy helando acá adentro. Sé un buen chico y sácame, saca también a Quique Queso. Así me sentía menos solo. La comida siempre ha sido una buena amiga.»
«Quien come ya no está solo» [10], dice Jaques Lacan al citar a Guillaume Apollinaire, al final del Seminario III.
Marlon Brando era homónimo de su padre, los recuerdos de infancia con relación a él son que lo ignoraba y le decía que no era bueno para nada. El actor no fue un niño reconocido en su singularidad. «Disfrutaba diciéndome que yo era incapaz de hacer nada bien. Tenía la costumbre de repetirme que nunca sería nada.» Frase significante que marca la vida de Brando.
¿Cuál es la historia que traía este padre débil? Su madre lo abandonó cuando él tenía cuatro años. Sencillamente desapareció, y así él comenzó a rodar de una tía solterona a otra. Fue criado por éstas y por el abuelo paterno. En este contexto creció el padre de Bud, quien fue un hombre aterrador, brutal, silencioso, reconcentrado, rabioso, que bebía mucho. Peleaba con frecuencia y le gustaba dar órdenes. Marlon Brando confiesa que quizás este sea el motivo por el cual toda su vida le había tenido aversión a la autoridad. Continúa: «Descargó toda su rabia sobre mi madre. Su sangre estaba formada por una mezcla de alcohol, testosterona, adrenalina y rabia. Por otro lado, podía hacer que una habitación llena de gente se riera. Era alto y buen mozo y poseía una abrumadora presencia masculina….»
Vayamos a las frases que propiciaron un corte en el destino de Marlon Brando.
Los dos maestros, al afirmar algo diferente y asegurando que hacía algo bien, cumplen una Función Paterna que divide la frase del padre y confirma el reconocimiento materno: este muchacho sabe actuar.
Un maestro de inglés, a cargo de la Asociación Dramática de la Escuela Shattuck le asignó un papel para representar a un personaje llamado Ber. Cuando sus amigos y Duque dijeron que había estado bien, el actor se sintió feliz. Fue en la misma época en que su madre exclamó la frase propiciatoria: «Hombre, este muchacho sabe actuar». Hubo también otro maestro que supo ver que Brando era bueno en los deportes. Fue Julius, de Santa Ana, quien durante la secundaria le reconoció ese gusto en él. Era la primera vez que alguien afirmaba que hacía algo bien.
Los dos maestros, al afirmar algo diferente y asegurando que hacía algo bien, cumplen una Función Paterna que divide la frase del padre y confirma el reconocimiento materno: este muchacho sabe actuar.
¿Con qué rompió Brando? ¿Dónde se produjo un corte? En la frase: «papá siempre había dicho que no valías ni dos centavos». Logró producir un cambio de posición subjetiva; de no valer nada para el Otro pasó a mostrarse y mostrar cuánto vale sobre un escenario. Darse-a-ver y reparar algo del padre. De la falta del Otro Paterno.
A modo de conclusión
Concluimos con una pregunta [11] ¿Se produjo en Marlon Brando el cambio de posición subjetiva de la frase letal pronunciada por su padre? El recorrido que acabamos de hacer nos daría una respuesta positiva. Ese cambio de posición le permitió llegar a construirse un lugar en el mundo.
Sin embargo, uno podría decir que en esta historia contada por Brando, como en todo sujeto, se representaron los «pecados» de los padres; volviéndose estos, inevitablemente, síntomas en los hijos y en los nietos. En estas historias, podríamos concordar con Lacan: «cuando los padres comen uvas verdes, los hijos tienen diarrea». Tal vez, las verdes uvas de los Brando mayores llevaron a que en los hijos se repitiesen historias de rifles, asesinatos, adicciones, alcoholismo y suicidio.
Estamos hechos de palabras y la historia significante se revela en las acciones. La vida es esto.
Al sujeto Brando también se le repiten en la historia los significantes. Estamos hechos de palabras y la historia significante se revela en las acciones. La vida es esto.
Poner el acento en este encadenamiento a las palabras permite ir más allá de un análisis superficial que diría «porque sucedió esto, viene esto otro». No funciona así. La vida se construye de otra forma, con la historia significante, con las palabras que nos visten desde antes de nacer. Llegamos al mundo arropados por esas palabras que heredamos, que nos habitan, para bien o para mal. Nos escriben un destino, es trabajo del sujeto deseante posicionarse de alguna forma diferente frente a esto.
Hay una sentencia que nuestra cultura occidental y cristiana confirma: «Primero está el verbo», palabra que marca también el cuerpo. Palabra para conjugar, en nuestro limitado destino de aprendices, palabras con las que hay que construir un estilo propio. Para el sujeto esto es un compromiso.
Las biografías que hemos analizado tal vez nos han ayudado a entender cómo se puede practicar esa responsabilidad. Marlon Brando, cuyo destino fue tejido desde una cierta genealogía, creó con voz propia un estilo. Con esas mismas palabras que han habitado la historia de las generaciones que lo han precedido, junto al descubrimiento de su talento y al encuentro con su deseo.
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