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40

«Lo que acá se considera literatura de Latinoamérica es una versión muy limitada de lo que los latinoamericanos conocemos como tal».

Entrevista a Javier Molea
Nueva York
Conversamos con Javier Molea, encargado de Literatura en español de la librería McNally Jackson.

En los Estados Unidos se habla español, es la segunda lengua del país después del inglés. No solo se habla, sino que también se lee y escribe en ese idioma. Pero, no es sencillo tener un conocimiento claro de la compleja diversidad de la literatura en español.

Hay miles de librerías dentro del país, sin embargo, muy pocas de ellas ofrecen material en español. La librería independiente McNally Jackson, desde hace algo más de una década, se convirtió en un referente para literatura iberoamericana gracias a la propuesta y la tenacidad de Javier Molea.

Habiendo estudiado en Uruguay, Javier llegó a Nueva York para convertirse en librero. Su situación de indocumentado lo hizo pasar por varios trabajos, pero desde 2004 se apropió del rincón en español, en la librería del Soho. Allí encontró el espacio para hacer crecer una valiosa propuesta que comenzó por incorporar a los estantes, no solo a los autores traducidos al español, sino también a los escritores que originalmente narran en esa lengua. Hoy no solo ha hecho de ese espacio un referente cultural en la ciudad, sino que por la misma vía creó un fondo solidario para ayudar a los indocumentados, al que contribuyen todos los escritores que presentan en McNally.

Javier es sensible, entusiasta y buen conversador, pero sobre todo conoce mucho lo que está pasando con la literatura en español en este país.

 ¿Cómo venís trabajando desde tu lugar para promover la literatura en español en los Estados Unidos?

La librería abrió en el 2004 y en el 2005 comenzamos a hacer algún evento en español, En ese momento  no había muchos libros para vender  y tampoco había muchos autores que vivieran en Nueva York.
Pero, esta propuesta explota más o menos en el 2007 cuando ya consigo muchos más libros en español, teníamos eventos los viernes y un taller en español los sábados, con todo eso se creó una movida.

realmente mejoraría la versión de latinoamericana en inglés si les damos la oportunidad a los latinoamericanos, criados y educados aquí, de que traduzcan a los propios latinoamericanos.

Hubo escritores que comenzaron a venir, los que estaban de paso se acercaban a la librería a dejarnos sus libros y les enviaban e-mails a sus amigos escritores. Con la red que se fue formando comenzamos a funcionar y después del 2008 ya nos consolidamos.

Ahora, ya consolidado, entonces estás en un momento en que además de difundir y crear un espacio en la librería iniciaste un proyecto para ocuparte de las traducciones. ¿Cómo está eso?

Eso tiene mucho que ver con lo que está pasando ahora con los indocumentados. Pensando en estos chicos que son DACA (Acción Diferida para Llegados en la Infancia)[1], y que por la misma naturaleza de ser DACA, nunca pierden el contacto con su país de origen. Vienen desde muy chiquititos, tienen toda la educación acá, hablan perfecto inglés y a la vez la mayoría tienen el español del país de origen. No tienen el español de la escuela, sino el del país de origen con el cual nunca pierden el contacto por la situación en la que están. Entonces, me hice la pregunta de por qué estos chicos no hacen traducciones al inglés, siendo que ellos no solamente tienen un perfecto inglés, que sería el único requisito, sino que además cuentan con la ventaja sobre los norteamericanos de saber un español que no fue aprendido en la universidad.

¿Por qué no pueden traducir estos chicos? En el tema de los indocumentados lo que hay detrás es un discurso de racismo contra ciertos países. En el tema de la literatura y de las traducciones es lo mismo. Es mucho más encubierto y mucho más velado, si se quiere mucho más sutil, pero las mayorías de las traducciones al inglés las hace un grupito de blancos americanos entre los 22 a 35 años, que son de clase media, que fueron a la universidad, que se educaron y que viajaron por Latinoamérica, o se hicieron amigos de algunos o se casaron con alguien latinoamericano, y eso instantáneamente los habilita a traducir. Pero, fíjate que, si todos esos chicos vienen del mismo estrato social, todas las traducciones van a ser iguales porque van a tener la misma visión del mundo, comparten las mismas valores, los mismos códigos culturales. No importa quién traduzca, todas las traducciones serán igual; y traducen además para el grupo con el que se identifican. Es por eso que las traducciones en español de los Estados Unidos son malísimas, pero nadie los controla. No existe la traducción perfecta, entonces vamos a darle la oportunidad a estos chicos que tienen mejor español que estos otros chicos que cuando necesitan buscar la palabra mate van a Wikipedia. Está el caso de Uruguay, por ejemplo, yo puedo hablar del bizcocho todo el tiempo, pero no es lo mismo que el vigilante o el croissant. Pero, para un americano que lo busca en Wikipedia, o que estuvo en Buenos Aires, va a decir que es como un vigilante, pero es algo totalmente diferente. Hay códigos culturales que solamente la gente que es del país los conoce.

Que un autor hoy esté traducido en los Estados Unidos no es garantía de nada.

Por eso me parece rarísimo que un mismo americano que sabe español porque lo aprendió en la escuela, puede traducir a un uruguayo, a un argentino, a un colombiano, a un chileno, o a un mexicano. Son cinco países con cinco españoles diferentes. Me parece muy pobre la versión que hay de Latinoamérica en inglés, en los Estados Unidos. Desde que empecé hace casi 15 años, me di cuenta de que lo que acá se considera literatura de Latinoamérica es una versión muy limitada de lo que los latinoamericanos conocemos como tal.

¿Estás armando algo con los chicos de origen latinoamericano o iberoamericanos que crecieron y se educaron acá aprendiendo muy bien inglés?

El tema es convencer a los escritores latinoamericanos que les den oportunidad a estos chicos. A la vez, hay que encontrar a los jóvenes de acá que quieran hacer esas traducciones. Es necesario que las editoriales se den cuenta de que están dando una visión limitada de la literatura. La mayoría de los editores también viene de ese sustrato de clase media, blanca, de universidad, entonces se da un círculo vicioso porque se leen entre ellos, se traducen entre ellos y se hacen las críticas entre ellos. Es un medio muy limitado y también a veces muy difícil de entrar. En el fondo hay que asumir que el racismo también está presente en la literatura, aunque haya gente que piense que les están haciendo un favor a los latinoamericanos traduciéndolos. No me quejo, pero creo que realmente mejoraría la versión de latinoamericana en inglés si les damos la oportunidad a los latinoamericanos, criados y educados aquí, de que traduzcan a los propios latinoamericanos.

Y, de hecho, ¿vos estás haciendo traducciones en este momento?

No. Estuve hablando con alguna gente, hay algunos escritores que me ofrecieron sus libros ya, pero es complejo. La mayoría de las editoriales dependen de los fondos de los países de origen. Por otro lado, está el hecho de quién recomienda a quién. Por ejemplo, los autores que están traducidos acá recomiendan a sus amigos y esto hace que se transforme en un círculo siempre traducidos por los mismos. Cuando alguien consigue una beca, le recomienda a un amigo que pida la misma y entonces los escritores terminan traducidos por la misma editorial. Hay editoriales americanas que básicamente son un mismo grupo de amigos traducidos en los mismos países.

Hay mucha gente que escribe y no ha cambiado por el lugar donde está, la pregunta es desde dónde escriben y para quién escriben.


Hay mucha condescendencia, nos están haciendo un favor, pero dan una versión limitada además de que las traducciones son malas. Hay casos donde las críticas realizadas en el país de origen destrozan las traducciones hechas aquí. Está el caso de escritores argentinos que han sido traducidos aquí y tuvieron críticas feroces en el país de origen, porque la traducción estuvo hecha por un americano para el público americano.

Hay que luchar contra todo un grupo de poder, contra toda una inteligencia. Algo estoy haciendo, porque es necesario que al menos se interrogue, se cuestione el estado de las traducciones en los Estados Unidos. Que un autor hoy esté traducido en los Estados Unidos no es garantía de nada. Personalmente conozco muchísimos escritores uruguayos, por ejemplo, que no han sido traducidos y son buenísimos; y al mismo tiempo se ha traducido a gente que uno se pregunta ¿cómo es posible? Salvo Argentina, que dentro de todo está bastante bien, uno se puede preguntar por qué no han traducido a una cantidad de excelentes escritores mexicanos o chilenos y se han traducido a otros de estos mismos países.

¿Qué más se pudiera hacer para ir más allá de lo establecido y atraer al público que no es hispanoparlante, para que lea español? ¿Crees que el público angloparlante tiene realmente interés en esa literatura?

La gente que quiere leer en español muchas veces va a la mesa de novedades. Pero yo trataría de que se lean los clásicos antes que otros. Hay escritores como Sergio Pitol, Juan José Saer o Ricardo Piglia, que tienen una cantidad de libros publicados en inglés. Me gusta decirle a la gente que lea a esos autores antes de leer el último libro publicado, que quizás es de uno de esos chicos que tienen publicada una sola novela. A veces la gente lee a alguien nuevo, pero se pierde de leer a Ricardo Piglia.

Borges escribía para sí mismo, pero era un grandísimo escritor porque era un gran lector. Cuando eso no funciona así hay que tener muy en claro para quien se está escribiendo.

Los escritores nuevos en su momento serán buenos o no, pero ahora son nuevos. También pasa que el americano que compra libros en español es un americano hipster que quiere estar en onda con lo que se está leyendo; ahí trato de decirles quién es el realmente bueno, qué conviene leer. Hay que empezar por Borges, personalmente prefiero vender Borges a vender a los autores más recientemente publicados.

Es interesante lo que está pasando con la nueva generación de escritores. ¿Tenés alguna opinión que quieras ampliar?

Lo nuevo de Latinoamérica no es algo que conozca mucho. Lo que me ha llegado no me interesó. Sé que están haciendo cosas buenas en Argentina, allí está Martín Felipe Castagnet, que me encanta. También en Chile, en Colombia, México, Perú y Bolivia hay unas nuevas escritoras, como Giovanna Rivero. Estoy nombrando autores que no fueron traducidos al inglés, pero que son muy interesantes.

¿Cuál es tu opinión sobre los escritores que desde los Estados Unidos escriben en español?

Creo que hay tres tipos de escritores: el que llegó hace treinta o cuarenta años con un español mucho más subterráneo, lo que se leía en español era muy folclórico, tenía que cubrir el estereotipo de lo que era lo latino. Después está aquel que viene a estudiar y publica su libro, están cuatro o cinco años acá y siempre escriben más o menos lo mismo, tienen una experiencia tan importante que se la quieren transmitir a otros. En general es algo bastante ridículo por qué no han salido del aula universitaria, mucho menos ahora con Internet, con lo cual conocen muy poco. Después está el otro tipo de escritor que vive en los Estados Unidos y está medio asimilado, no asimilado, vive acá por diferentes razones, pero siguen escribiendo como mexicanos, por ejemplo, desde Nueva York. Hay mucha gente que escribe y no ha cambiado por el lugar donde está, la pregunta es desde dónde escriben y para quién escriben. A veces se escribe para el ambiente universitario, se necesita hacer por razones laborales, otros escriben para los lectores que están en diferentes partes del mundo -Europa Latinoamérica etc.

hay gente que escribe porque de repente consiguió trabajo en la universidad, los invitan a dar clases a algún lugar donde les pagan, consiguen alguna traducción, esas motivaciones condicionan la escritura.

Conozco gente que viene escribiendo para los mismos lectores hace años, hay otros que cambian y comienzan a escribir para el grupo de hipsters que los va a sacar en su revista, para sus colegas universitarios que los van a invitar a un festival, para algún editor que puede publicarlos en inglés, hay de todo. Personalmente, salvo contadas excepciones, no me interesa leer mucho al escritor que escribe en español acá.

Si conversáramos sobre el tema con un escritor, quizás pudiera decirnos que escribir es un acto de libertad, que siente la necesidad de escribir y no piensa a quien le dirige la escritura. ¿Crees que siempre se escribe para alguien?

Generalmente los mejores escritores escriben para sí mismo. Los mejores suelen ser aquellos escritores que no les interesa demasiado quien lo lee. Es difícil, pero los hay. Yo admiro mucho el escritor americano porque vende libros. Son muy profesionales, es lo mismo que un comediante que sabe hacer reír a la audiencia. Ellos crean un libro con mucha artesanía y saben muy bien cómo hacer una trama que funcione, que tenga suspenso, que atrape al lector y que guste. Eso es un gran trabajo que la mayoría de los escritores americanos tienen muy claro. Ellos no dicen escribo porque me encanta, porque es algo que me salió de adentro y los demás lo tienen que entender, respetan mucho al lector. Borges escribía para sí mismo, pero era un grandísimo escritor porque era un gran lector. Cuando eso no funciona así hay que tener muy en claro para quien se está escribiendo. Y en esto los norteamericanos son muy claros, saben hacerlo muy bien y la gente no puede dejar de leerlos. En cambio, si leemos novelas latinoamericanas muchas de ellas son un bodrio, porque los autores son malos lectores. Si no lees bien no vas a escribir bien. Hay muchas cosas que se pueden aprender de este medio.

¿Consideras que los escritores que escriben español en los Estados Unidos se valen de estar impactados por la literatura que te hace un buen lector?

Creo que acá está todo muy mediado por otras condicionantes. Generalmente no se vive de la literatura y publican cuando pueden. También cuando pueden hacen alguna lectura. Algunos libros me dan mucho placer porque tienen esa cuestión intacta de que escribo porque quiero, porque me gusta escribir. Pero, hay gente que escribe porque de repente consiguió trabajo en la universidad, los invitan a dar clases a algún lugar donde les pagan, consiguen alguna traducción, esas motivaciones condicionan la escritura.

Hay editoriales en Nueva York que publican en español, ¿cómo están funcionando esos emprendimientos?

El problema es que publican, inclusive a buenos escritores, pero no se vende. ¿Para qué publicar en español en los Estados Unidos si no se vende? Pero, muchas veces cuando se publica es a través de grants, de fondos públicos que no requieren producir ganancias porque ya se pagaron los costes del libro, nadie se queja. La literatura latinoamericana de los nuevos escritores, salvo casos muy especiales y por muy corto tiempo, no se vende. Hay unas dos mil librerías en el país y con suerte tenemos unas veinte que venden en español, y solo algunas pocas de ellas tienen algún título en español. Y, de los treinta escritores latinoamericanos que publicaron un libro en los últimos tres años, solo tres publicaron el segundo libro.

 

Notas:
[1] El programa de Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA) se estableció en 2012 y otorgó a las personas elegibles que llegaron a los EE. UU. antes de los 16 años un permiso temporal de trabajo renovable de dos años y protección contra la deportación.

Un comentario

  1. Tienen que pasar varios años para que los hijos de los inmigrantes latinos deseen (y tengan el tiempo para) hacer algo más que romperse el lomo para hacer dinero y enviar a sus familiares. Y esto, si ellos no son absorbidos por el inglés y la cultura americana, con todo lo que eso signifique.

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