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Detrás de los paisajes apacibles de Camille Pissarro, estaba el individuo, el apasionado de la justicia social, el longevo padre del impresionismo, el judío caribeño nacido en la isla de Saint Thomas, el artista aventurero que nunca dejó de incursionar en nuevas técnicas, pero además de todo esto está el hombre de familia que cariñosamente enseñó a todos sus hijos a pintar con la pincelada impresionista. Lucien, el mayor incursionó no nada más en el óleo, sino en el grabado y la litografía y logró exhibir en el salón de los Independientes junto con los grandes del impresionismo. Su hija Orovida también se dedicó a la pintura con un estilo que se inclina hacia lo naïve. Georges Henri, conocido como Manzana, influenciado por las escenas exóticas que Gauguin pintó en la Polinesia, creó un arte infundido de un bello orientalismo y enseñó a su vez a su hijo menor a pintar a su manera. El cuarto hijo de Camille llamado Félix, viró su carrera hacia la caricatura, pero murió joven. Ludovic-Rodo siguió los pasos de su hermano Lucien. Finalmente el menor, Paulémile, siguió las enseñanzas de su padrino Claude Monet al morir su padre y no dejó de transmitir a su hijo Hugues Calude, el gusto por el arte pictórico. Claude tomó el nombre profesional de Issac Pomié, haciendo alusión a la madre de su abuelo Camille, Rachel Pommier, y después de una búsqueda interior siguió su carrera disociándose de su herencia impresionista. Su hermano Yvon, dejó la pintura al óleo para dedicarse únicamente al dibujo a lápiz y carboncillo.
Ser descendiente del fundador y maestro del impresionismo no es fácil, sus cuadros de grandes dimensiones en naranjas y negros intensos contrastan con los pequeños formatos que usaban sus antepasados
La artista Janet Echerman teje sus esculturas aéreas con la dualidad del poder y la suavidad, fusionando arte, ciencia y espacio urbano. Su obra invita a repensar la ciudad como un lugar flexible, sensible donde se dialoga con el entorno.
“Desde diosas hasta reinas, de cortesanas hasta científicas, de actrices hasta santas, desde escritoras hasta políticas… hemos estado en todas partes, aunque un manto de silencio se empeñara en cubrirnos o ignorarnos”. Julia Navarro.
La hiperconectividad afecta nuestras interacciones y hábitos cotidianos, la validación personal depende cada vez más de la retroalimentación en redes sociales. La autora nos invita a recuperar lo humano, a vivir el momento sin la urgencia de capturarlo.
Cuando se llega a otras tierras los clichés y nostalgias tiñen la mirada sobre el extranjero deformando el encuentro con lo diferente.
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