Por
En 1978, al recibir el premio Nobel, Isaac Bashevis Singer ingresó en la historia de la Academia Sueca, seguramente, como el único autor que sería galardonado por la creación de una notable obra literaria en idioma yiddish.
Cincuenta años antes de esa fecha sus novelas y narraciones hubieran deleitado a millones de lectores, pero el Holocausto había trastocado fatal e irreversiblemente la vida judía. Sólo los vestigios y la historia darían cuenta de la vibrante actividad cultural y artística que durante generaciones se había desarrollado en ciudades y “shtetlaj” (1). Consecuentemente, la lengua que había sustentado esa actividad y mediante la cual se comunicaban en Europa alrededor de 11 millones de personas – el yiddish – se agregaba ahora al grupo de “idiomas en peligro de extinción”.
Estas son palabras que pronunció Bashevis al recibir el Premio Nobel:
“Your Majesties, Your Royal Highnesses, Ladies and Gentlemen,
People ask me often, ‘Why do you write in a dying language?’ And I want to explain it in a few words.
Firstly, I like to write ghost stories and nothing fits a ghost better than a dying language. The deader the language the more alive is the ghost. Ghosts love yiddish and as far as I know, they all speak it…” (2)
Isaac Bashevis Singer continuaría escribiendo en yiddish hasta el final de su larga vida.
Había nacido en Polonia en 1904, en el seno de una familia religiosa – su padre y sus abuelos eran rabinos – y en el hogar la mística se entreveraba con la realidad cotidiana.
“En casa se hablaba todo el tiempo de espíritus que tomaban posesión de seres vivientes, de almas perdidas y reencarnadas, de cuevas habitadas por demonios…”
No debe asombrarnos, pues, el hecho de que las imágenes que alimentaron y enardecieron su imaginación juvenil hubieran devenido motivos recurrentes en sus relatos.
Sus personajes, al igual que su creador, se debaten entre lo sagrado y lo profano. Los demonios, asociados a las pasiones y a la sensualidad, pueblan insistentemente su mundo de ficción, reflejando su percepción de la realidad circundante y su propia, desgarrada, vida interior.
En cierta ocasión Bashevis expresó: “Siempre he sentido que Dios ha sido muy mezquino al concedernos sus dones. No nos ha dado ni la suficiente inteligencia ni la necesaria fuerza física, pero ha sido extravagante con las pasiones. Todo ser humano ha recibido tantas y tan violentas, que aún un pobretón es millonario en emociones”, ha escrito.
En 1933 se publica en Varsovia su primera novela – Satán en Goray (3).
En 1935, consciente de los inminentes peligros que se ciernen sobre Europa, Bashevis emigra a los Estados Unidos.
Siempre he sentido que Dios ha sido muy mezquino al concedernos sus dones. No nos ha dado ni la suficiente inteligencia ni la necesaria fuerza física, pero ha sido extravagante con las pasiones
Asimismo, la literatura, las artes y el teatro yiddish se hallaban en su apogeo.
Bashevis, el inmigrante pobre e inseguro, debería conquistar un lugar en ese nuevo e imponente escenario.
Los comienzos fueron duros y la prematura muerte de su hermano – su modelo y mentor – agudizó la desesperanza. Las noticias que llegaban de Europa – incluyendo la aniquilación de su madre y de un hermano menor – lo marcaron para siempre.
No obstante, la buena fortuna le salió al encuentro. En 1953 su relato Guimpel el simple, traducido por Saul Bellow y publicado en la Partisan Review, lo coloca en camino al éxito.
Revistas como Harper’s, The Saturday Evening Post, Playboy, The Reporter y otras se disputan sus textos. Traducida al inglés y a diversos idiomas, su obra adquiere renombre internacional. El gran público se acerca nuevamente a la literatura yiddish, pero esta vez, paradójicamente, a través de las traducciones.
Corresponde aclarar que si bien Bashevis no fue en su época ni en su medio el único escritor prestigioso en yiddish, ni tampoco el único traducido al inglés, fue indudablemente el que alcanzó la más amplia difusión.
Tal vez el encanto de su obra se debe, por lo menos en parte, a la feliz combinación entre sus raíces ancestrales judías y un estilo modernista, consecuencia de las influencias contemporáneas europeas, que le confirieron significación universal.
Durante su vida Singer recibió numerosísimos premios literarios que se sumaron al Premio Nobel. Fue nombrado, además, Doctor Honoris Causa en la Universidad Hebrea de Jerusalem y en muchas otras.
la feliz combinación entre sus raíces ancestrales judías y un estilo modernista, consecuencia de las influencias contemporáneas europeas, que le confirieron significación universal
Cuatro films cinematográficos se han producido en base a sus obras, una calle en Miami lleva su nombre y la Universidad de Miami ha instituido una beca en su honor.
Podría decirse que fue un hombre afortunado, y no obstante, su obra lo delata como un escritor desgarrado. Su mirada contempla, irremediablemente, un mundo reducido al nihilismo moral. En su cuento El último demonio pone en boca de su protagonista las siguientes palabras: “Cuando el hombre mismo es un demonio no hacen falta más demonios…”
De todos modos, Bashevis, consecuente con sus historias acerca de espíritus y almas en pena, nunca creyó seriamente en la muerte. Creía en la reencarnación, que justificaba desde una lógica de economía Divina: “Dios no enviaría las almas al mundo sólo por una vez…”
¿Lo reencontraremos? ¿Qué escribiría ahora?
(1) Pequeñas aldeas judías en Europa Oriental
(2) Sus Majestades, Su Alteza Real, damas y caballeros,
La gente me pregunta frecuentemente ´¿Por qué escribes en un idioma en peligro de extinción?´ y yo quisiera explicarlo en unas cuantas palabras: En primer lugar, me agrada escribir historias de fantasmas y nada complace tanto a un fantasma como una lengua agonizante. Cuanto más muerta esté la lengua, más vivo está el fantasma. Los fantasmas aman el yiddish, y que yo sepa, todos ellos lo hablan…”
(3) Pequeña ciudad en Polonia
Cinta Vidal presenta por primera vez sus murales y pinturas en diálogo en la Galería Zink de Alemania. MELT explora la interacción entre arquitectura y paisajes, destacando la conexión entre ambos y las relaciones humanas de los protagonistas.
Una exploración de la lucha interna de las mujeres en una sociedad obsesionada con la juventud. Una obra que desafía las normas estéticas y cuestiona cómo envejecen las mujeres en el imaginario colectivo, usando la estética del horror.
París de principios del siglo XX atrajo artistas de todo el mundo. Muchos críticos de arte reclamaron el nacionalismo artístico, enfatizando las diferencias entre los locales y autóctonos y los extranjeros… los extraños, entre ellos Picasso, Joan Miró y Marc Chagall.
Para los wayuu el mundo está lleno de seres atentos al universo, algunos son humanos y otros no. La noción de personas en el cristianismo, el judaísmo y otras religiones de occidente ubican a los humanos como los seres centrales del universo. ¿Cuál es la riqueza de una cultura sin esa jerarquía?
SUSCRIBIRSE A LA REVISTA
Gracias por visitar Letra Urbana. Si desea comunicarse con nosotros puede hacerlo enviando un mail a contacto@letraurbana.com o completar el formulario.
DÉJANOS UN MENSAJE
Imagen bloqueada