La segunda película de Ben Sgharrock (Pikadero, 2015) es una tragicomedia que se centra en un grupo de refugiados que buscan asilo político en Inglaterra. Se encuentran ubicados en un albergue en una isla desolada en Escocia, donde el penetrante frío no es capaz de opacar el dolor impuesto por la situación que los aqueja.
La inteligente historia se centra en el personaje de Omar (Amir El-Masry), un músico llegado de Siria, que no ha podido volver a tocar su oud, un instrumento típico que nadie en el nuevo territorio parece conocer. Lo carga consigo en todo momento, a pesar de que no ha podido volverlo a tocar, no sólo por el yeso que trae en su mano, sino por su estado anímico consumido por la soledad y la alienación que conlleva su estatus.
La frase de su padre, “un músico que no toca su instrumento está muerto”, resuena en su alma vacía que no encuentra fuerzas para superar la barrera. Los compañeros con quienes comparte vivienda y clases de integración a la nueva cultura tampoco representan un lugar de escape. Ni siquiera el supermercado donde trata de conseguir los ingredientes para preparar un plato que lo pueda hacer sentir en casa.
Su amigo mas cercano, Fahard (Vikash Bhai), un refugiado de Afganistán, lleva 32 meses esperando una solución para su caso, y termina trayendo un gallo al cual llama Freddy Mercury, en honor a su ídolo favorito.
Paralelamente se muestra el caso de dos hermanos integrantes del grupo, Abedi (Kwabena Ansah) y Wasef (Ola Orebiyi), quienes ven desvanecer sus sueños de inmigrantes, concluyendo trágicamente.
Hay otros personajes mas de cuyas historias nos enteramos tangencialmente a través de las conversaciones dentro de la única cabina telefónica que se turnan para usar, ubicada en un paisaje tan desértico como sus almas.
Las escenas mas hilarantes son las clases de integración dictadas por Helga (Sidse Babett Knudsen) y Boris (Kenneth Collard), cuyos insensibles pero bienintencionados ejemplos, a veces con representación en vivo, podrían hacer parte de teatro del absurdo.
De fondo se percibe la duda que lleva todo el que emigra. ¿Fue o no la decisión correcta? Es algo que Omar debate consigo mismo, dada las diferencias que ha tenido con su hermano, quien decidió quedarse a combatir por su país.
Pudiendo caer en el melodrama, la cinta logra presentar un retrato honesto de la lucha interna y externa que libran estos personajes, abocados a la situación por motivos diferentes, todos a su manera justificables y debatibles.
La selección del paisaje, la camarografía y el tono de la película están en completo acorde con la temática, y logran inmiscuir al espectador en la psiquis de estos personajes, reflejo de una realidad que se vive en el mundo entero.
Limbo fue parte de la selección del Festival de Cannes, y estrenó en Toronto. Se presenta en Florida a partir de abril 30 en:
AMC Sunset Place 24
AMC Aventura 24
Cinemark Palace 20
https://www.focusfeatures.com/limbo/videos/
2 Comentarios
Sería interesante penetrar en la psiquis de estas personas que han sido expulsados por la guerra en Siria y, por otro lado, rechazados como refugiados por Europa y más bien por el Reino Unido. Ellos han huido de una guerra impuesta por las potencias occidentales, sin hacer una declaración bélica y, aún peor, éstas penetran subrepticiamente a Siria a través de nacionales y extranjeros para desbancar a autoridades, causar muerte y destrucción e imponer un gobierno que comulge con los intereses petroleros de europeos y americanos.
La ayuda de los rusos al gobierno sirio no es gratuita. Tienen fuertes intereses económicos y geopoliticos en la región.
Hola Abraham, gracias por tu comentario. Es cierto, detrás de todos los conflictos de refugiados se esconden intereses económicos. Estos personajes terminan siendo víctimas inocentes del sistema. Interesante revisar el análisis histórico de los sistemas coloniales que hace Raoul Peck en la serie «Exterminate all the brutes». Permite poner varios de los conflictos actuales en contexto.