Hoy una parte de mi ha muerto
Y no puedo llorar
Ya que olvidé todos los sinónimos
de tristeza
Ahora todo lo que puedo hacer sin ti
es reemplazarte
Con este poema escrito en tinta sobre una servilleta tiene comienzo el drama de suspenso Tom at the Farm dirigido por el niño prodigio del cine contemporáneo, el canadiense Xavier Dolan, quien con solo 26 años de edad ya cuenta con una fructífera carrera cinematográfica que lo llevó a ser parte del jurado en el Festival de Cannes en 2015.
En esta película, producida en 2013 pero que no había sido presentada hasta ahora, Dolan además de director y guionista, asume el rol principal; es un drama psicológico cargado de erotismo y de cinismo al mismo tiempo. Basada en una obra de teatro de Michel Marc Bouchard, quien también contribuye en la elaboración del guión, la cinta trata básicamente la relación entre Francis (Pierre-Yves Cardinal) el típico personaje machista del campo con sus reacciones cargadas de violencia al tiempo que esconde una gran dependencia emocional, y Tom (Dolan) un joven de facciones elegantes y delicadas que viene de la gran ciudad, Toronto.
El encuentro entre los dos se produce en la finca de la familia de Francis a raíz del funeral de Guillaume, su hermano menor, con quien Tom mantenía relación de pareja.
La madre, Agathe (Lise Roy), convive en la finca con Francis, pero carga fuertes resentimientos en su contra, pues lo ve culpable de la partida de Guillaume. Francis, a su vez, se desquita con el mundo exterior a través de la violencia y Tom se convierte en receptáculo de ésta.
Pero la relación madre-hijo se presenta más compleja aún y Francis quiere, a pesar del abuso y la humillación, proteger a Agatha del enfrentamiento con la verdad acerca del estilo de vida que llevaba su hermano menor, el cual muere prematuramente a los 25 años bajo circunstancias dudosas.
Para ello Francis inventa una ficticia relación entre Guillaume y Sara (Évelyne Brochu), una amiga de Tom quien eventualmente aparece en la finca y que es la única que confronta la agresividad de Francis.
Si bien nunca sabemos con certeza qué produjo la muerte de Guillaume, el desarrollo psicológico de los personajes se va dando de una forma inteligente y escueta, develando lentamente los secretos que encierra la familia, que, como toda familia debe debatirse entre la negación y la aceptación de los hechos.
Empezando por el poema que escurre en la servilleta y terminando con la canción de Rufus Wainwright “Going to a Town”, Dolan toca cada una de nuestras fibras sensibles, manteniéndonos en permanente estado de intriga con unos extraños cambios que nos dejan la sensación de haber sido partícipes de un juego macabro.
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