Desde el comienzo de la ocupación rusa en el territorio de Donbass en 2014 se ha creado un estado de beligerancia que afecta directamente a la población civil. El tema ha sido expuesto por varios cineastas como Valentyn Vasyanovych (Reflection, 2021), Iryna Tsukyk (The Earth is Blue as an Orange, 2020, documental premiado en Sundance), y Sergei Loznitsa (Donbass, 2018), tal vez el mas representativo, quien tendrá un espacio especial en el próximo Festival de Cannes con su última película Natural History of Destruction (2022),
El caótico ambiente de inseguridad en la región no deja otra opción a los ciudadanos que luchar por la simple supervivencia, vivir en el presente y renunciar a planes futuros, hecho que dificulta el sostenimiento racional de cualquier sociedad. Como lo ha revelado Saramago en su obra, realidades como ésta crean mecanismos de poder poco usuales, donde el mas vivo, y por lo general el menos indicado, puede de repente ejercer autoridad.
En Bad Roads, ópera prima de la directora y escritora Natalya Vorozhbit, se expone dicha situación a través de cuatro historias que suceden en las dilapidadas calles de Donbass. Utilizando artistas poco conocidos, la directora logra transmitir el mensaje de lo que vive el residente común, y cada episodio hace una ligera alusión al tema del siguiente, lo que le da coherencia y crea una especie de hilo conductor.
En el primer episodio vemos a Igor Koltovskyy, un profesor de actuación de un teatro infantil en la vida real, haciendo el papel de un director de colegio, quien se topa en el camino con un soldado ruso (Vladimir Gurin) y su comandante (Andrey Lelyukh) custodiando un puesto de control. El profesor no puede encontrar su pasaporte, lo cual crea una situación tragicómica expresada a través de un inteligente diálogo, donde se expone la vulnerabilidad de quien cae víctima de un ignorante con poder.
El siguiente episodio, que tiene lugar en una parada de bus, muestra tres mujeres jóvenes que fuman y conversan sobre las relaciones que tienen con los soldados. Mientras esperan que lleguen sus parejas, va oscureciendo, y queda sólo una, (Anna Zhurakovskaya), quien, en vez de un novio, se encuentra con su abuela (Yuliya Matrosova), mostrando otro aspecto de una vida familiar destruida por la guerra.
El tercer episodio es el más difícil de digerir, y explora la situación de la mujer en el conflicto. Se trata de una periodista (Maryna Klimova) que ha sido tomada prisionera por un soldado en una derribada localidad, que en su momento fue un spa. Mientras la joven es sometida a abuso físico y verbal, ella responde con palabras finas que pretenden rescatar lo poco de humanidad que pueda quedar en este cruel y sádico personaje, a quien la guerra ha expuesto a lo peor.
La última anécdota, a la cual se ha hecho alusión previamente por parte de la periodista torturada, trata de una mujer (Zoya Baranovskaya) que por accidente atropella a una gallina que se atraviesa bajo su Peugot por la noche. La mujer decide avisar a la pareja de campesinos que vive en la finca sobre el incidente, y ofrecer compensación. La conversación que se crea alrededor del valor de la gallina, y la manera de remediar la pérdida, vuelve a llevarnos al teatro del absurdo que vimos al comienzo de la película, concluyendo así el retrato de esta maltratada región y su enmarañado escenario que difícilmente encontrará solución en un futuro cercano.
Bad Roads, que tuvo su premier en la Semana de la Crítica del Festival de Cine de Venecia de 2020, está basada en una obra de teatro del mismo nombre que Vorozhbit presentó en el Royal Court Theater en Londres. La directora es graduada del Moscow Literary Institute, y su obra Maidan: Voices from the Uprising fue montada en 2014 por el Royal Court en Londres y Teatr.doc en Moscú.
La película hace parte de Ukranian Film Collection de Film Movement, y la compañía está donando el 10% de la venta de boletería al fondo de apoyo a la crisis de Ucrania. Se presenta a partir del 29 de abril en teatros y por cine virtual.