Entre los legados del siglo XX al siglo XXI se encuentran dilemas éticos de considerable magnitud, que emergen de tres rasgos distintivos del avance científico y tecnológico. La ciencia contemporánea es profunda, intensa y extensa. Profunda en el conocimiento que maneja, intensa y extensa por el modo de utilización de esos conocimientos: la escala es planetaria y la intensidad máxima. Así, la ciencia es cada día más intervencionista y afecta directamente la vida cotidiana de las personas y todo el sistema de la vida en la Tierra. A su vez, la ciencia se relaciona con la sociedad y la vida de modo directo, pues se ha entrelazado estrechamente con las tecnologías, y deviene tecnociencia. Los dilemas emanan entonces no de transgresiones o errores, sino de la naturaleza de nuestra actividad humana, dotada de fuerzas poderosas que imponen la necesidad de regenerar el pensamiento político, ecologizar el pensamiento, enfrentar los retos demográficos y ecológicos (crecimiento poblacional, discriminaciones y dominaciones, desigualdades, pobreza, limitación de los recursos vitales como el agua o las fuentes de energía, justicia, libertades y represión,…). Los dilemas adquieren cada vez más la forma de crisis múltiples y nudos gordianos que reclaman un pensamiento nuevo e innovador, que corrija las deformaciones simplificadoras que justifican el control, la dominación y la exclusión de los seres humanos, y amenaza la diversidad humana y natural.
El cambio desgarra el tejido social cuando se contraponen tradición e innovación, tecnologías y vida cotidiana, ciencia y tecnología.
Ciencia y tecnología son actividades generadoras de conocimientos que han tenido vínculos diferentes a lo largo del tiempo. Alguna vez fueron completamente separadas, y las invenciones humanas provenían directamente de actividades científicas, tecnológicas o cotidianas, sin que existiera un entrelazamiento directo entre ellas. Así pueden caracterizarse los períodos anteriores a la revolución industrial. Desde esta última, hemos vivido momentos de crecimiento tecnológico independientes de la ciencia, dependientes de ella, o relacionados con ella mediante vínculos jerárquicos, como aquel que todavía supone que algo se descubre en el terreno de la ciencia, se convierte luego en tecnología, e impacta seguidamente en la vida social. Desde los años cincuenta, con la revolución científico técnica, una relación así es cada vez menos frecuente. La ciencia y la tecnología se abrazan hoy estrechamente, aunque no pierdan su identidad como actividades generadoras de conocimientos. Es algo sumamente importante a considerar, pues ni se juzgan igual los resultados científicos y tecnológicos, ni impactan igual la sociedad, ni deberían separarse completamente como si fueran resultados de actividades absolutamente aisladas e independientes.
La novedad de los conflictos éticos en una sociedad pluralista ha dado lugar al surgimiento de un nuevo campo de estudios, reconocido como bioética: el tratamiento de los conflictos que aparecen en las interconexiones entre los avances de los conocimientos y la vida.
Por una parte, los conocimientos científicos son competencia de los especialistas, mientras que las tecnologías, aunque incluyan conocimientos científicos y aquellas competencias, son siempre juzgados por la sociedad, que las evalúa y acepta o no. Subsisten muchos mitos con respecto a las tecnologías y su aprobación social (Feenberg, 2010), y todavía no se comprende a cabalidad que las tecnologías, generadoras de nuevos conocimientos y campos de acción, enlazan núcleos de conocimientos científicos profundos con acciones a gran escala. La vida práctica, nutrida con esos elementos innovadores, termina desgarrándose, cuando las costumbres se subvierten y los vacíos se hacen evidentes. El cambio desgarra el tejido social cuando se contraponen tradición e innovación, tecnologías y vida cotidiana, ciencia y tecnología. En el fondo de estas cuestiones se encuentra el núcleo ético y político de los conflictos que enfrentamos en la actualidad en múltiples formas, pero sobre todo en la forma de conflictos morales donde los nuevos conocimientos y prácticas contravienen las costumbres, las creencias, las prácticas establecidas, a la vez que amenazan y se perciben como amenazas a la continuidad de la vida humana y no humana en el planeta.
La visión estrecha y segmentada de los conflictos tiende a enmarcarlos en terrenos específicos, ya sean los de la medicina, o dentro de ella la relación entre médicos y pacientes, humanización y tecnologización, etc.; ya sea en la política, la globalización o cualquier otro campo. La novedad de los conflictos éticos en una sociedad pluralista ha dado lugar al surgimiento de un nuevo campo de estudios, reconocido como bioética: el tratamiento de los conflictos que aparecen en las interconexiones entre los avances de los conocimientos y la vida. La agenda de conflictos es tan amplia, que el campo de la bioética crece constantemente, se entrecruzan las propuestas de soluciones, y generan ellas mismas nuevos conflictos e incomprensiones. Es una trama abigarrada que parece impenetrable. Sin embargo, dos autores han aportado una luz muy especial para comprender estos dilemas y conflictos: Van Rensselaer Potter y Edgar Morin.
Morin planteó que la naturaleza de los nuevos dilemas no puede esclarecerse por el camino de la fragmentación, y se propuso la elucidación metodológica necesaria para comprender lo que está tejido junto: lo complejo.
En los orígenes del pensamiento bioético se encuentra la obra de Potter, oncólogo de Wisconsin que formuló el problema de los dilemas de forma original y global: ¿Hacia dónde nos conduce el incremento exponencial de los conocimientos, sin que crezca simultáneamente la sabiduría necesaria para manejar los conocimientos? La pregunta identifica el problema bioético de manera compleja, como una trama contextual que requiere guías orientadoras que no pueden encontrarse en los conflictos, sino en la interconexión de éstos entre sí y con la sociedad humana en su conjunto. La bioética global de Potter por eso se planteó desde el inicio como una ruptura radical con las segmentaciones, racionalizaciones y enfoques parcelarios que impiden el reconocimiento de la naturaleza global de los problemas que enfrentamos: necesitamos aprender a manejar los conocimientos, lo que significa alcanzar una sabiduría a la vez ética y científica.
Las perspectivas bioética global y compleja nos permiten avanzar en la búsqueda de soluciones a los dilemas y conflictos.
A su vez, por la misma época, Morin planteó que la naturaleza de los nuevos dilemas no puede esclarecerse por el camino de la fragmentación, y se propuso la elucidación metodológica necesaria para comprender lo que está tejido junto: lo complejo. Si seguimos obras principales de estos autores (Potter, 1971, 1988; Morin, 1996, 2004, 2006, 2011; Morin y Kern 2006) encontraremos varias coincidencias fundamentales en la comprensión de los dilemas bioéticos de los siglos XX y XXI. Los conceptos, los análisis y las temáticas pueden diferir de un autor al otro, pero la estrategia general de pensamiento es coincidente, y debería ser objeto de atención para todos aquellos que, seguidores de Potter en la bioética, o Morin en el pensamiento complejo, no alcanzan todavía a distinguir las coincidencias fundamentales que entrelazan y hermanan estas dos vertientes del pensamiento contemporáneo y, no son capaces de aprovechar las sinergias que emanan de tomarlas juntas y ponerlas a dialogar.
Algunos autores ya han emprendido este camino (Revista Latinoamericana de Bioética, 2005; Osorio, 2008; Delgado, 2010; González, 2012) con resultados notables, pues las perspectivas bioética global y compleja nos permiten avanzar en la búsqueda de soluciones a los dilemas y conflictos, al colocar en el centro de atención.
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3 Comentarios
Infinitas gracias Doctor Delgado por haberme inspirado para incrementar mi investigación en la tesis de maestría, autores como Morin y Potter se deben llevar siempre cuando debamos tomar decisiones, siempre con un enfoque en el pensamiento complejo desde la bioética.
Cordial saludo.
Excelente análisis. Me llama poderosa la atención este escrito cuyo tejido está organizado por el proceso del pensamiento complejo. Este pensamiento me ha hecho cambiar. Yo antes separaba y compartimentaba, hoy trato que mis alumnos entiendan que es muy importante reformar el pensamiento para reformar la educación y reformar la educación para reformar el pensamiento.
Gracias Doctor Delgado por sus grandes aportes. Mi tesis está constituida por todo este tejido y sus apreciaciones en este océano de incertidumbre fueron siempre vitales para escribir mi trabajo de investigación.
Gracias, gracias –
PORQUÉ?