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El artículo, escrito por Jill Lepore, profesora de historia norteamericana en la Universidad de Harvard y directora del programa de Historia y Literatura de la Universidad, hace un interesante recorrido acerca del acto de amamantar a lo largo de la historia, y se pregunta ¿Cuáles son las nuevas reglas que regulan la leche materna embotellada?
J. Lepore observa que el campo es tan nuevo, que las reglas se están creando en la marcha. Mientras que antes de los ´90 se utilizaban los sacaleches sólo en casos especiales, hoy en día abundan en diferentes modelos, estilos y precios, no sólo son utilizados por las mujeres en el trabajo, sino también por las madres que se quedan en casa. «A puertas cerradas, la nación comienza a parecerse a una gigante granja de leche humana», menciona.
Explica Lepore que los sacaleches cuentan hoy con un pequeño bolsillo transparente, como los de las billeteras, donde se espera que la madre -al igual que se condicionaba al perro de Pavlov- coloque la foto de su bebé para incitar el flujo de leche, lo cual normalmente ocurre ante la presencia del bebé. Dice la profesora Lepore: … «Mirar una foto del bebé cuando éste se encuentra lejos…bueno, también puede hacerte llorar». Concluye que sacarse leche no es nada divertido, y que es tan aburrido como desolador, en el sentido de «sentirse solo».
Mientras que antes de los ´90 se utilizaban los sacaleches sólo en casos especiales, hoy en día abundan en diferentes modelos, estilos y precios, no sólo son utilizados por las mujeres en el trabajo, sino también por las madres que se quedan en casa.
Hacia el final de la citada nota, se señala que el dar de mamar implica un contacto cuerpo a cuerpo con el bebé, mientras que sacarse leche es lidiar con tubos de plástico destacándose, que es esa realidad a la que raramente se alude. Se trata, dice el artículo, de un error de nomenclatura, donde se confunde «dar de mamar» con «alimentar con leche humana», y no se logra determinar si es la madre o su leche lo que más importa al bebé.»¿Es la leche humana un elixir, un derecho o un producto?», se pregunta.
En otro artículo llamado «Prohíban el sacaleches» publicado en el periódico New York Times el 2 de Abril, 2009, la escritora Judith Warner se rebela contra la presión que sienten las madres a sacarse leche en pos de continuar dando de mamar en lo que se ha convertido, en su opinión, en un fetiche de la leche materna. También critica el privilegio que parece darse a la leche y no así al contacto entre mamá y bebé, a la presencia física.
Propone desviar el tema de la leche como elixir mágico y pasar a pensar en el bienestar global de la familia, empezando por la salud emocional de la mujer y en su derecho a mantener cierta «dignidad física». En una entrevista en NPR, Judith Warner cuenta que tuvo la suerte de vivir en Francia luego de dar a luz a su bebé, donde contaba con beneficios como mayor tiempo de licencia por maternidad tanto para ella como para el marido, más tiempo de vacaciones, una jornada laboral de menos horas y jardines de infantes de calidad y accesibles. Estos beneficios, considera, hicieron para ella y su familia una gran diferencia en el día a día de la vida con un niño pequeño. Añade que incluso para las madres que no trabajaban, el hecho de contar con cuidado de niños accesible y de alta calidad, representaba una gran ventaja en su estilo de vida.
Se trata, dice el artículo, de un error de nomenclatura, donde se confunde «dar de mamar» con «alimentar con leche humana», y no se logra determinar si es la madre o su leche lo que más importa al bebé.
Warner cita un artículo publicado en la revista «The Atlantic», donde su autora Hanna Rosin, parece bastante enojada frente a las campañas que impulsan a las mujeres a amamantar exclusivamente durante seis meses sin tener en cuenta el esfuerzo que esto conlleva. Ella lleva el tema más lejos poniendo en tela de juicio las investigaciones científicas que aseveran los beneficios de la leche materna. Entre comentarios un poco irónicos e iracundos, intenta comunicar que el dar de mamar pude no ser la solución perfecta para todas las familias, y que se debe poner en la balanza los beneficios para el bebé frente a tener que resignar independencia, carrera profesional y sanidad mental. Concluye afirmando que el amamantar no pertenece al campo de los hechos ni de los números, sino al un campo mucho más elemental e íntimo, que en su caso tiene que ver con sentir la cálida piel del bebe junto a la suya. Un campo que reúne «la maravilla de la maternidad y toda la ambivalencia que conlleva».
La Academia Nacional Americana de Pediatría, el pediatra y las grandes ligas promotoras de la leche materna (¿o del amamantamiento?), recomiendan a las madres dar de mamar exclusivamente durante los primeros seis meses del bebé y luego hasta el año agregando comida. La Academia considera a la leche materna como «la mejor comida posible para el bebé» por sus componentes perfectamente balanceados y porque protegería al bebé de adquirir infecciones de oído, diarreas severas y reacciones alérgicas. Afirman contar con información reciente acerca de sus beneficios en la prevención de diabetes y obesidad en la niñez, y resaltan los beneficios psicológicos y emocionales del acto de amamantar, tanto para la mamá como para el bebé.
…el amamantar no pertenece al campo de los hechos ni de los números, sino al un campo mucho más elemental e íntimo, que en su caso tiene que ver con sentir la cálida piel del bebe junto a la suya. Un campo que reúne «la maravilla de la maternidad y toda la ambivalencia que conlleva».
En los Estados Unidos, la ley que se refiere a la licencia por maternidad se llama FMLA (Family and Medical Leave Act), otorga a las madres doce semanas no pagas de licencia por maternidad, siempre y cuando la empresa para la que trabajan cuente con un mínimo número de empleados. Norteamérica es uno de los cinco países en el mundo entero que no ofrecen ningún tipo de licencia paga a los padres, siendo los otros cuatro Australia, Liberia, Swaziland, and Papua Nueva Guinea. Aún en Australia, las madres pueden elegir tomar una licencia de hasta doce meses sin goce de sueldo, además de recibir un bono importante por parte del gobierno.
Plantea Jill Lepore en su artículo que una de las grandes razones por la cuales las mujeres dejan de amamantar es porque deben volver al trabajo. Es evidente que la promoción del sacaleches se presenta como la salida más fácil, que desvía la atención de temas más inconvenientes y controversiales, como la posibilidad de extender los beneficios por maternidad.¿Pero por qué no presentan queja entonces las organizaciones nacionales que abogan por los derechos de la mujer? Pareciera que sus esfuerzos están orientados hacia defender el derecho al trabajo y abogar porque las empresas provean «cuartos de lactancia» (para que las mujeres se saquen la leche, no para dar de mamar) y privacidad para que las mujeres puedan almacenar su leche.
Para quien hace del mensaje institucional un mandato paterno, hay aquí un doble mensaje, que como tal conlleva una contradicción, y una imposibilidad de resolverlo sin caer en la desintegración o en la disociación. Allí encuentra su lugar el sacaleches, que aparece como una solución de compromiso para quien quiere cumplir con todos los mandatos: seguir amamantando al bebé como manda la Academia, mantener el trabajo y la entrada de dinero, seguir progresando profesionalmente…y que nada quede perdido en el medio.
Es evidente que la promoción del sacaleches se presenta como la salida más fácil, que desvía la atención de temas más inconvenientes y controversiales, como la posibilidad de extender los beneficios por maternidad.
– «Family and Medical Act Leave», United States Department of Labor.
– «Baby Food», Jill Lepore. The New Yorker, January 19, 2009.
– «Ban the Breast Pump», Judith Warner. The New York Times, April 2, 2009.
– «The Case Against Breast-Feeding», Hanna Rosin. The Atlantic, April, 2009.
– «Caring for your Baby and Young Child», The American Academy of Pediatrics, 1991.
– «The effort to drive the other person crazy», in «Collected Papers on Schizophrenia and Related Subjects», Searles H.
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