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La propuesta de este encuentro fue la de detenerse sobre lo que considero un recurso, quizás el mayor, para la sufrida subjetividad contemporánea: el arte.
Durante el año 2006, en la Sede de la Alianza Francesa de Buenos Aires, se efectuó un Ciclo de actividades titulado Reportajes a la actualidad y su trauma, dirigido a profesionales, estudiantes y a interesados en los temas propuestos.
A partir de los títulos de las reuniones, la exposición de invitados y el debate del público, intentamos reconocer los fenómenos actuales y sus causas como un primer paso para comenzar a implementar soluciones.
Desde la coordinación del Ciclo, se intentó llevar, una y otra vez, a reflexionar lo siguiente:
• ¿Cómo actúa la sociedad sobre cada individuo y sobre las relaciones que éste establece?
• ¿Cómo se reconocen esas marcas de la cultura imperante en el individuo y, en especial, en
el hombre actual?
Hoy aceptamos con facilidad que las modas y los usos sociales enriquecen o dificultan la vida de los individuos, influyendo en ella, y no solamente en el aspecto exterior, sino aún interviniendo en los aspectos más íntimos.
Más allá de esa idea consensuada, la propuesta de debate permitió profundizar, yendo desde las interesantes anécdotas de actualidad, a una elaboración con el mayor esclarecimiento posible y permitiéndome arribar a algunas conclusiones.
Bajo el título «Presencias de la angustia: sus tratamientos» y » Violencias y miedos Urbanos» propusimos como objetivo reconocer e identificar la singularidad del sufrimiento en la época, tanto en lo patológico como en la vida del ciudadano común. Hablamos de angustia, ansiedad y pánico y las formas de tratamiento que hoy se proponen para ellos. Luego nos detuvimos en los fenómenos de la violencia urbana, en los miedos del habitante, que en esta ciudad aumentan con el paso de las horas, y en la concomitante sensación de precariedad, vulnerabilidad y desamparo. Dedicamos la tercera reunión, especialmente, al amor, » Esos locos amores actuales», conversando de las formas preponderantes con que éste toma en estos años, algunas de ellas, sin duda, con grandes dosis de locura, violencia y desolación.
Los presentes, un público muy heterogéneo y dispuesto al debate, propusieron anécdotas personales, elaboraciones sociológicas, ejemplos y por supuesto que se intentó cernir las diferencias entre el amor en tiempos del pasado, y el tema del matrimonio, la pareja y las patologías del amor.
La última reunión, «El arte y el gozo: psicoanalistas en el arte», se diferenció mucho de las tres primeras.
La propuesta de este encuentro fue la de detenerse sobre lo que considero un recurso, quizás el mayor, para la sufrida subjetividad contemporánea: el arte.
Con toda intención se colocó como palabra clave en el título «Gozo», término sustantivo, pero que es a la vez primera persona, en singular, del tiempo presente conjugado, del verbo gozar.
De manera tal que es imposible (por lo menos en castellano) pronunciar el sustantivo, como un sujeto de tercera persona en la frase, sin que el sonido lo remita al mismo tiempo a uno mismo, primera persona que resulta así convocada.
Y entonces, se invitó a profesionales, psicoanalistas, que además tuvieran una relación directa y sostenida con el tema del arte, o alguna forma de ejecución en él: tocar piano a cuatro manos, investigación, realización cinematográfica.
Convocados a hacer una exposición sobre el significado actual que la relación del arte con el psicoanálisis tiene para ellos, se los invitó a hablar de arte/ psicoanálisis esperando algo que tal vez pudiera escucharse como un uso personal, placer y el beneficio de su propio quehacer artístico.
Nos interesaba obtener un cierto testimonio sobre el interés por mantener ambas prácticas.
Ésta fue la mayor diferencia con las anteriores reuniones, ya que fue la ocasión en la que toda la responsabilidad de los acontecimientos mencionados sería personal, de cada uno, pues hablarían de y desde sí.
…deseamos reflexionar sobre el aspecto pacificador, que tan necesario parece, a la luz de las temáticas de actualidad recorridas durante el Ciclo y enfocarnos, sobre todo, sobre un quehacer en el arte.
Sintetizando en forma personal y tendenciosa los aportes que se desplegaron durante esa noche, diríamos que arte y psicoanálisis, cada uno por su lado, podría entenderse como un facilitador de la posibilidad de acceder a lo más íntimo de sí; luego, que podrían ayudar a recuperar la alegría de vivir; y por último, podrían promover la innovación revolucionaria.
Por supuesto que la conclusión es tendenciosa puesto que solamente toma los efectos positivos, la utilidad que alguna de estas prácticas puede tener para quién desee llevarla a cabo.
Sabemos bien que el arte a veces pinta el horror [2], que no toda la música es melodía mozartiana y que otras obras, actuales más que nada, nos producen escalofríos [3].
Pero, deseamos reflexionar sobre el aspecto pacificador, que tan necesario parece, a la luz de las temáticas de actualidad recorridas durante el Ciclo y enfocarnos, sobre todo, sobre un quehacer en el arte.
El arte, más actual que nunca
Propongo al arte como un remedio para la fiebre-exigencia-prisa-premura que tantos padecen y sobre todo en zonas urbanas.
Básicamente, es imposible «hacer arte» y no jugar la alegría, o el placer propio, brindándose algo a sí mismo y en íntima relación con lo profundo.
Propongo al arte, tanto su práctica como su estudio, como quien propone una tisana fresca, perfumada.
Propongo al arte como un remedio para la fiebre-exigencia-prisa-premura que tantos padecen y sobre todo en zonas urbanas [4].
Las fórmulas del medicamento se encuentran en el laboratorio de la creación, detengámonos a estudiar cómo actúa:
Si consideramos que todo artista es siempre un artesano, ¿cómo actuaría el arte?
De una manera personal, defino al artesano como aquel que introduce una modificación, una variable temporal, modula al tiempo y en el tiempo. Tarea muy importante en una época de velocidad y simultaneidades en que se ha definido al tiempo como tirano.
Artesano es alguien que hace algo de lo que sabe, en un tiempo, ése que requiere la elaboración de su obra, más allá de que ésta sea o no bella.
Él introduce tiempo vivido creativo contrarrestando la prisa alienante tecnológica y la premura social.
Artesano es alguien que hace algo de lo que sabe, en un tiempo, ése que requiere la elaboración de su obra, más allá de que ésta sea o no bella. El introduce tiempo vivido creativo contrarrestando la prisa alienante tecnológica y la premura social.
Destaquemos todavía que este medicamento, arte, es usado desde hace milenios, que presenta la seguridad de no haber sido testeado ni en ratas ni monos, sino exclusivamente en humanos, y, finalmente, que las más variadas fórmulas son efectivas y por el momento no se han descubierto contraindicaciones [5].
Tal vez en toda época el quehacer en arte fue imprescindible, pero en la actualidad cabe apreciarlo aún más por ese efecto- gozo – presente, creativo.
El arte es un recurso, puede haber otros sobre los que también sería interesante intercambiar.
Este recurso es el que ahora también se le propone al lector, a partir de un comentario sobre lo acontecido en las reuniones de ese Ciclo.
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