«Los monstruos existen pero son demasiado pocos para ser realmente peligrosos; más peligrosos son los hombres comunes, los funcionarios dispuestos a creer y obedecer sin discutir…» Primo Levi
Con esta frase tiene comienzo el documental Final Account, dirigido por el cineasta británico Luke Holland. Nada mas apropiado para ubicarnos y prepararnos con respecto a lo que vamos a escuchar que citar a este poeta, quien ubica los trágicos y deplorables hechos acontecidos durante el holocausto, con una perspectiva realista, sin sensacionalismo ni sensiblería.
Esto es también lo que logra Holland en los 90 minutos que dura el documental, donde reúne los testimonios mas significativos de los últimos sobrevivientes del nazismo. Pero en este caso no se trata de las víctimas, como estamos acostumbrados a ver y oir, sino de los perpetradores.
Este trabajo duró diez años en hacer, y entre los entrevistados, que fueron alrededor de 300 veteranos alemanes y austríacos ya de 80 o 90 años de edad, se encuentran personajes de distinto rango, desde ex oficiales de la Waffen-SS, hasta campesinos y niñeras “inocentes” que sólo se encontraban en lugares aledaños a los campos de exterminio.
Algunos reconocen con cara de culpa y hasta con lágrimas en los ojos que en alguna medida fueron partícipes de la masacre, y que tal vez pudieron o debieron hacer algo. Otros tienen el descaro de negarlo, y hasta de admitir con orgullo haber pertenecido a la élite de un partido como el creado por Hitler. Alguno acepta con algo de cinismo que tal vez no debían haber matado a los judíos sino mandarlos a otro país.
La mayoría reconoce que todos sabían lo que estaba pasando, pero simplemente era mas conveniente hacerse el de la vista gorda. “La banalidad del mal” que menciona Hannah Arendt. Algunos no tienen reparo en verlo desde el punto de vista económico, y concluir que tener los campos de concentración en las inmediaciones favoreció mucho sus negocios. “Todos se beneficiaban, menos los que estaban dentro”.
Varios cuentan cómo los profesores les lavaban el cerebro, y a través de cantos que enseñaban el odio a los judíos, se fue creando una mentalidad colectiva que poco cuestionaba y sólo se dejaba arrastrar. Así entraron a las juventudes nazis, y así se formó un pueblo que en masa se comprometió con el crimen y la destrucción de otros seres humanos.
El material de archivo, donde vemos a los entrevistados en su época de juventud, confronta el pasado con el presente, mostrando escenarios nunca vistos de esa época nefasta de la historia donde la complicidad colectiva parecía ampararlos.
Luke, quien perdió mucha de su familia en los campos de concentración, terminó este documental justo antes de su muerte, víctima de cáncer. Su legado deja mucho que pensar. Por un lado, vemos cuán fácil es acceder a los mandatos de un lunático, aunque atenten contra los principios y valores del individuo. Por otro lado nos hace ponernos en el lugar de muchos de ellos y cuestionar qué haríamos ante situaciones de presión e imposición de un sistema totalitario que amenaza con comprometer nuestra propia vida y la de seres queridos. Y, por último, es aterrador darse cuenta de lo vigente que puede resultar el tema, y entender la importancia de que esta atrocidad no vuelva a suceder.
Final Account está distribuida por Focus Features y estrenó en el Festival de Cine de Venecia.
Se presenta a partir de mayo 21 en Coral Gables Art Cinema, Regal south Beach y AMS Sunset Place