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24

¿Será que nuestra alma está en la basura? Entrevista a Antonio Orejudo

Cuando el quehacer literario favorece una inmersión aguda en la sociedad y en el espacio que cada uno tiene o reclama para sí: pausas, ficciones, memoria, basura, sintaxis existencial, todo en un tren que no se detiene.

– Te he escuchado decir que te dedicas a escribir mentiras que son leídas como si fueran verdades. ¿Cómo entiendes ese juego de engaños con tus lectores?

– El escritor es un prestidigitador que hace posible, durante el momento de la lectura, lo que no ha sucedido jamás. Entre el lector y el escritor existe un pacto semejante al que existe entre el prestidigitador y su público: déjate llevar, dice el escritor y lo pasarás bien, verás cosas que nunca has visto.

– En una cultura donde la imagen lo dice todo, ¿para qué leer todavía?

– La imagen va dirigida a los ojos; la lectura, a la imaginación.

– ¿Cómo crees que logramos ser realistas sin confundirnos con la ficción?

– El afán desmedido por distinguir entre realidad y ficción sólo conduce a la neurosis. Hay que aceptar cuanto antes que los seres humanos somos incapaces de distinguir entre una y otra, o que la realidad está compuesta de ficción. Una de dos.

La realidad está compuesta de ficción.

– Muchos escritores han dicho que se hace literatura para ser otros; porque no nos resignamos a la vida que tenemos, por un permanente deseo de insatisfacción, como escribe Vargas Llosa en La verdad de las mentiras. ¿Qué idea tienes tú sobre la necesidad de ficción de los seres humanos?

– Creo que la ficción es lo primero que necesita el ser humano después del alimento. Incluso antes que el sexo. O tal vez fundido con él. Consumimos ficción porque no nos basta con nuestra propia vida, sin duda. Pero también para reconciliarnos con ella, para comprenderla y concluir que después de todo no estamos tan mal.

– Te has influenciado por la obra de Cervantes y aún te mantienes muy cercano a ella. Pero, después de que ha corrido tanta tinta ¿qué valor mantiene esa tradición literaria en el Siglo XXI?

Los hombres del Barroco vivieron en un mundo muy parecido al nuestro, un mundo de apariencias en el que costaba mucho saber dónde estaba la verdad.

– Casi todas las preguntas que me has hecho hasta ahora (relación entre el escritor y el lector; relación entre la realidad y la ficción; estatus de la ficción) son preguntas que Cervantes también se hizo y que trató de contestar en sus libros. Los hombres del Barroco vivieron en un mundo muy parecido al nuestro, un mundo de apariencias en el que costaba mucho saber dónde estaba la verdad.

– Muchos de los protagonistas de tu premiado libro Ventajas de viajar en tren son un abanico de clasificaciones psiquiátricas. ¿Cómo te inspiraste para armar esos personajes? ¿Qué crees que saben los locos de la realidad y la ficción?

– Me inspiré en un folleto de psiquiatría que cayó en mis manos, y que yo leí no como un tratado de psiquiatría, sino como un manual de creación de personajes. No estoy seguro de que a los locos les atormente tanto como a nosotros distinguir entre realidad y ficción.

El yo es sintaxis y narración.

– En Ventajas de viajar en tren, dices que en su paso por el mundo los seres humanos nos reducimos a un puñado de palabras. ¿Cómo va eso en nuestros días? ¿Consideras que el Yo tiene hoy tanta narrativa como siempre?

En nuestros días habría que añadir: nos reducimos a un puñado de palabras… y de fotografías digitales. Pero en esencia da igual. Lo que quería decir es que no somos más que un relato. Un relato compuesto por palabras e imágenes, pero una narración al fin y al cabo. El yo es sintaxis y narración.

– Has introducido el tema de la basura en tu trabajo y no ha sido desde una perspectiva ecológica sino subjetiva. Dices algo así como que en los restos se encuentra la verdad de las personas. Cuéntanos de esa observación que haces.

– Nunca dejaría que nadie abriera mis bolsas de basura e inspeccionara su interior, de la misma manera que no permitiría a nadie entrar en la papelera de reciclaje de mi computadora. ¿Por qué? ¿No es absurdo? Lo que hay en la bolsa de basura y en la papelera de reciclaje es lo que no quiero, lo que no soy o lo que quiero dejar de ser, lo que quiero alejar de mí. Y sin embargo, si alguien husmeara en una o en otra, sentiría que mi intimidad se ha violado. ¿Será que nuestra alma está está ahí?

– Hubo alguien que puso en relación la palabra resto, litter y letre. ¿Dirías que esos desplazamientos que unen basura y lenguaje tienen alguna validez para ti?

Lo que no somos, lo que no queremos ser, lo que hemos sido, lo que queremos alejar de nosotros dice tanto o más de nosotros que lo que sí reconocermos ser.

Sufrimos un desengaño semejante al que sufrieron los hombres del Barroco español, que nos conduce inevitablemente al escepticismo. Tardaremos en volver a creer.

– Hoy la llamada autoficción se convirtió en un capítulo aparte dentro de la literatura. ¿Por qué crees que llegamos al momento en que se hizo necesario redoblar la ficción?

– La ficción escrita ha perdido peso en la sociedad. No toda la ficción. Sólo la escrita. Por eso los escritores han ideado fórmulas para recuperar el respeto de la gente, por decirlo así. Una de esas fórmulas es acercarse al ensayo, un género más “viril” y por lo tanto más “serio”. El otro es alejarse de la ficción, incluirse como personaje, para que las mentiras tengan mayor espesor real. Esa es la razón del auge de la autoficción.

La ficción permite creer en algo. ¿En que nos hacen creer las ficciones actuales? ¿Cómo trabajan hoy ficción, creencia y escepticismo?

– Al menos en España todo eso está saltando por lo aires en este momento de crisis económica. Creímos que habíamos hecho una transición ejemplar de la dictadura a la democracia, creímos que éramos un país moderno, creímos que éramos un país próspero… Y resulta que que ni la transición fue ejemplar, ni somos modernos, ni prósperos. Sufrimos un desengaño semejante al que sufrieron los hombres del Barroco español, que nos conduce inevitablemente al escepticismo. Tardaremos en volver a creer.

Las grandes ideologías han resultado ser ficciones, pero eso no nos exime como ciudadanos de mantener una actitud activa y vigilante.

– Los avances del pensamiento han deconstruido los mitos y creencias de occidente; ya estamos todos desengañados y los ideales de otros tiempos se mudaron dejando un gran vacío. Tu libro Reconstrucción narra ese presente, pero tiene un título sugestivo. ¿Qué hay que reconstruir entonces? ¿Cuál es la cultura que sigue?

La llamada a la que hace el título es a reconstruirse como sujetos políticos. Es cierto que las grandes ideologías han resultado ser ficciones, pero eso no nos exime como ciudadanos de mantener una actitud activa y vigilante. Si renunciamos a eso, estaremos permitiendo que los poderosos nos vuelvan a engañar. No hay nada que más disguste al poder que una ciudadanía activa.

– Una parte de tu formación transcurrió en los Estados Unidos. ¿Qué aprendiste de las ficciones americanas?

Estados Unidos es una fuente permanente de inspiración. En particular si uno está pensando en escribir una novela de anticipación, una novela de ciencia-ficción. El capitalismo llevado a sus últimos extremos produce en ocasiones situaciones delirantes. Siempre he pensado por otra parte que el concepto literario realismo mágico que siempre se ha circunscrito a Latinoamérica, debería ampliarse también a la América del Norte.

– ¿Qué papel tiene el humor cuando escribes y también en tu vida?

– El humor es una defensa contra la hostilidad del mundo. Además el humor disuelve el miedo, que es el arma principal del poder para someter a la población. Aplicado a la literatura, el humor es una sustancia disolvente que elimina la solemnidad, la mentira, la impostura. El humor es una vía de conocimiento.

– En un momento donde el soporte termina importando más que el contenido, porque moldean nuevas formas de pensar, ¿qué papel tiene entonces el libro, el escritor, la literatura?

No tengo respuesta a esa pregunta. Yo también me encuentro perplejo y sólo puedo constatar la pérdida de influencia social de la literatura y de los escritores, que una vez ocuparon el lugar que hoy pertenece a los actores, a los deportitas, a los cantantes… La lectura, la consumición de ficción escrita, será cada vez una actividad minoritaria, refinada, que producirá disfrute a quien la cultiva, pero que no tendrá ninguna, absolutamente ninguna incidencia en la sociedad. Algo algo así como escuchar o componer sinfonías.

El lector on line requiere otro ritmo, más vivo, una serie de conexiones horizontales. La verticalidad, la profundidad, es una virtud que trajo la imprenta y que mutará cuando los libros de papel se vayan haciendo más y más minoritarios.

– No se puede renunciar a nuestra realidad tecnológica, ¿pero crees que la tecnología te cambió el modo de escribir? ¿Eres de los que, de algún modo, resigna la poética de las palabras para alcanzar visibilidad en los buscadores?

Las nuevas tecnologías han cambiado nuestra vida. Y naturalmente, nuestra manera de escribir. Los cambios que ahora percibimos son los más superficiales. Pero los hay más profundos, que tardaremos en advertir: funcionamiento de nuestro cerebro y de nuestra percepción. Pero así es el mundo. El cine, la televisión también cambiaron la manera de escribir. Ha sucedido siempre y está bien que sea así. En cuanto a buscarse en Google, sólo puedo decir que tuve una alerta para que me avisara de cuándo aparecía mi nombre en la red, pero que terminé eliminándola.

– ¿Cuál es la diferencia entre leer online o leer un libro? ¿Cómo nos transforma una y otra manera de leer?

El lector on line requiere otro ritmo, más vivo, una serie de conexiones horizontales. La verticalidad, la profundidad, es una virtud que trajo la imprenta y que mutará cuando los libros de papel se vayan haciendo más y más minoritarios.

– En que esta hoy la literatura iberoamericana. ¿Cómo crees que se proyecta?

Desde España, la literatura latinoamericana goza de mejor salud que la española. Pero creo que el Boom latinoamericano, que tan saludable fue en su momento, sigue pesando demasiado en los lectores y en buena parte de los escritores. Lo más jóvenes se han dado cuenta de este lastre, e intentan por todos los medios alejarse del Boom. Pero todavía no han conseguido el divorcio definitivo.

– ¿Qué es lo que sigue en la propuesta literaria de Antonio Orejudo?

Me estoy tomando una pausa larga. No me considero un escritor profesional, y siempre hay que dejar la puerta abierta al silencio. Hay muchos libros circulando y el mundo seguirá siendo igual de amable o de horroroso sin otro libro de Orejudo.

 

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