Annette ha sido una de las películas mas esperadas del año. Estaba supuesta a estrenar en el Festival de Cannes de 2020, el cual fue cancelado por la pandemia, y un año después tiene su premier en la apertura del festival de 2021, haciendo parte de la Selección Oficial en competencia.
Aunque la película está catalogada como un musical, en realidad es una creación única que lleva el sello propio de su director, Leos Carax, cuyo nombre es suficiente para saber a qué atenernos. Es lógico, para quienes conocen a este autor, que no vamos a encontrar algo tradicional, y desde el primer instante, cuando la cinta empieza, nos lo advierten.
“En la presentación no se puede cantar, aplaudir o echarse pedos – dice una voz – a no ser que esto suceda en la mente. Es mas ni siquiera está permitido respirar”, aseveración que resulta irónica dado el requerido uso de la mascarilla durante todas las presentaciones del festival.
Pero no sabemos si el parlante se dirige a la audiencia que está viendo la película o si se trata de la introducción para iniciar el espectáculo de Henry, el protagonista, un cómico interpretado por Adam Driver, quien sale al escenario vestido con una bata de boxeador, con cigarrillo en mano, y desafiando al público con la palabra y con interpretaciones musicales de fondo, creadas por la banda Sparks, con la cual el director colaboró también en Holy Motors (2012), su película anterior.
Henry está en una relación de pareja con un personaje delicado, muy diferente a él. Se trata de una famosa cantante de ópera, Ann, interpretada por Marion Cotillard, a quien vemos en función, acompañada de su director de orquesta interpretado por Simon Helberg, quien también se encuentra enamorado de ella.
La actitud imponente y machista de Henry se hace manifiesta desde el comienzo, y corren los rumores de que pueda ser acusado de abuso sexual.
Pronto Anne queda embarazada, y da a luz a, Annette, una niña prodigio con voz de adulta, cuyo nombre da título a la cinta. Pronto ésta se convierte en la protagonista del espectáculo, dando lugar a una histeria colectiva en esos medios sociales y periodísticos donde el aspecto humano ya vale poco.
El musical, que en ciertos momentos no lo es, toma diferentes rumbos. A ratos es un melodrama, pero en otros es un thriller y en ocasiones, puede ser teatro de marionetas o mas bien teatro del absurdo, manteniendo siempre un fondo de sátira, lleno de referencias artísticas.
Algunas escenas son maravillosas, pero lo que mas se destaca es la actuación de Driver. Sin embargo, se dificulta verla como un todo. Tal vez los segmentos que construían Holy Motors funcionarían mejor, para darle cabida al amplio despliegue de elementos que utiliza este director.
Lo que si es cierto es que terminamos bastante golpeados y un tanto desubicados, lo cual parece ser el objetivo, y algunas imágenes serán difíciles de olvidar, haciéndonos reflexionar acerca de su significado tiempo después de haber salido de la sala.