Una fascinante historia de amor es la que se desarrolla en la película de la debutante neoyorkina Danielle Lessowitz titulada Port Authority, en referencia al terminal de bus en West 42nd Street en New York, donde se produce un casual encuentro entre los protagonistas.
Tradicionalmente conocida como una estación donde convergen personajes de todo tipo de extracción social y étnica, marcada por la violencia y/o la sorpresa de quien llega buscando nuevos horizontes, Lessowitz la toma como punto de partida.
Wye (Leyna Bloom, primera artista trans de origen afroamericano en Cannes) es una bailarina de los escenarios de “Kiki ballroom” que se encuentra en la estación apoyando un performance de su grupo de amigos. Con ellos convive en un apartamento conformando un grupo de soporte que se autodenomina la “familia”.
En realidad, estos grupos de familias son usualmente armados por muchachos, principalmente afroamericanos, que son rechazados en sus hogares por su orientación sexual.
También llega a la estación Paul (Fionn Whitehead), quien viene de Pittsburg, esperando encontrar a su media hermana, que supuestamente debía recogerlo de la estación. Pero ésta no aparece. De hecho, no lo espera y no lo admite en su casa debido a que carga con un pasado judicial.
Después de ser golpeado en la estación de bus, Paul encuentra refugio en Lee (McCaul Lombardi), quien lo lleva al albergue donde convive con un grupo de muchachos que trabajan en “mudanzas”. En realidad, lo que hacen es forzar a inquilinos a pagar cuentas retrasadas o a desalojarlos si es el caso, labor que le resulta bastante incómoda a Paul.
Mientras emocionalmente se acerca el grupo de bailarines al que Wye pertenece, atraído por su belleza, debe enfrentar los actos racistas y homofóbicos de los compañeros con que trabaja, hasta que sus lealtades se ven comprometidas, y debe tomar una decisión.
La cinta muestra un desarrollo interesante de los personajes mientras Paul y Wye se debaten en definir y confrontar su propia realidad. Son muchos los secretos que cada uno guarda, y decidir cuál es el momento apropiado para descubrirlos, no resulta fácil.
A pesar de que las proveniencias de Paul y Wye no pueden ser mas distantes y los estereotipos que la sociedad impone sobre ellos en cuanto a raza, color o género, cobran peso entre su propio círculo, cuando se trata de construir algo verdadero, las barreras se pueden vencer.
Con una excelente musicalización y coreografía, que gesticula acorde con las circunstancias, Port Authority nos muestra una vez mas el valor de la danza como medio de expresión para comunidades marginadas por la sociedad como lo es la juventud LGBTQ.
Siguiendo los parámetros de Paris is Burning, y KIki, la cinta nos conmueve y nos hace cuestionar a la par con los personajes nuestros propios valores y nuestras propias concepciones sobre identidad y diversidad.