Después de haber realizado varios cortos, el director de cine argentino, Gonzalo Tobal presenta Villegas, un largometraje que trata sobre el reencuentro de dos primos que han estado distanciados por circunstancias que los han llevado por caminos diferentes.
La muerte repentina de un abuelo los obliga a volver a su lugar natal, Ciudad Villegas, de la cual han estado alejados por mucho tiempo. Ambos viven en la capital y se ven forzados a compartir el viaje en carro, no sin sentir la incomodidad mutua que provoca la mera presencia del otro.
Los dos se llaman Esteban, uno interpretado por Esteban Lamothe (quien también participó en El Estudiante, del mismo director) y otro por Esteban Bigliardi (Un mundo misterioso). Uno de los dos es muy compuesto y organizado; tiene un trabajo estable y una novia con la que planea casarse. El otro es un músico bohemio, impulsivo y aventurero a quien apodan “Pipa” para diferenciarlo de su primo. Tan pronto se produce el encuentro, empezamos a percibir las diferencias a través de pequeños detalles. Los dos actores no solo son amigos entre si, sino amigos personales del director lo cual “facilitó el trabajo” según lo expresó Tobal.
El regreso a la zona rural donde crecieron y el confrontar familiares y amigos del pasado representa mucho más que el hecho de asistir al funeral. Es, como lo mencionó Tobal, “un paréntesis en la vida de estos dos personajes” que los hizo recapacitar sobre el paso de la adolescencia a la madurez, y sobre las diferencias que tanto los han marcado en los últimos años.
La historia no cuenta con mayores acontecimientos, aunque a veces se crea la expectativa, y son los momentos en que aflora la sensibilidad de estos personajes los que compensan la falta de sucesos. La interacción con los padres, familiares y amigos permite reflexionar sobre el pasado, analizar el presente y pensar en los planes futuros.
Además de ser una película de carretera, es un encuentro familiar, ambientado especialmente por la música a cargo de Nacho Rodríguez, que combina composiciones originales con temas de ambientación, convirtiéndose en uno de los mejores logros de la cinta. Los diálogos, con la chispa que caracteriza al argentino, convierten la película en un cuadro realista representando un momento en la vida de estos personajes.
Según comentó Tobal, “la película está impregnada de experiencias personales”; la escogencia del lugar se debió a Nacho, “otro amigo personal quien fue el que me introdujo al lugar”…”y la idea de la muerte del abuelo viene de una experiencia propia, yo me encontraba en París cuando mi abuelo murió y no pude asistir al funeral”.
El director comentó también acerca del “desafío que representó hacer un largometraje después de haber hecho varios cortos… El proceso tomó cinco años desde que surgió la idea, y tuve que visitar varias veces el lugar, con el guión, con los actores”.
Otro aspecto importante que mencionó Tobal fue el proceso de “transformación que se produce desde que la película es sólo un guión hasta que se convierte en una entidad que va tomando forma propia…Es un proceso de aprendizaje y tuve que entender que no podía aferrarme a una sola idea… Por otra parte los actores, a pesar de que se conocían y eran amigos, también tenían sus diferencias, hecho que ayudó en el desarrollo de la trama”.
La fotografía de Lucas Gaynor y el trabajo de edición de Delfina Castagnino mostrando aspectos de la vida del pueblo contribuyen a mantener el tono pausado y circunstancial de la película, donde aunque aparentemente no ha pasado nada, salimos con la certeza de que nos hemos enterado de mucho.
Villegas fue nominada a la Cámara de Oro en el Festival de Cannes de 2012 y había participado previamente en el Miami Film Festival en 2013 cuando ganó Mención Especial en la sección Ibero-Americana como Opera Prima.
Gonzalo Tobal fue uno de los directores argentinos galardonados con el premio otorgado por Related Groups para su nuevo proyecto Dolores. Fueron premiados también Diego Lerman por A Sort of Family y Camilla Toker por The Death of Marga Maier
