Fernando de Szyszlo, sin duda el pintor abstracto más importante del Perú y uno de los artistas latinoamericanos más importantes del siglo XX falleció el pasado lunes 9 de octubre, en San Isidro, en su hogar, que fue también su taller de trabajo.
La muerte lo sorprendió en la plenitud de sus 92 años. Con él partió también Lila Yábar, la mujer que amaba, con quien compartió los últimos 29 años de su vida, inseparables hasta éste, su último viaje. Dueño de un impulso vital y de una memoria prodigiosos, seguía pintando diariamente, como lo hacía desde los 19 años, presentando anualmente al menos dos exposiciones con sus nuevas obras y escribiendo encendidos artículos periodísticos contra lo que consideraba atropellos de la política.
Amigo de intelectuales de renombre desde su adolescencia y cómplice en la llegada de la modernidad a su país, De Szyszlo supo establecer un pacto entre lo antiguo y lo moderno y tendió puentes entre la abstracción europea y el arte prehispánico. Intelectual comprometido con su tiempo, en 2016 publicó sus memorias, La vida sin dueño (Alfaguara, Perú, 2016; Taurus, España, 2017) un recorrido por el siglo XX y lo que va del XXI donde habla de su vida personal, sus relaciones con escritores como Mario Vargas Llosa y critica al arte actual.
“El arte contemporáneo corresponde a la sociedad en la que vivimos hoy, banal, vacío, gestual, conceptual, siempre tiene que haber una persona que le explique al espectador lo que está viendo” – sostiene – “el arte contemporáneo es una amenaza contra la pintura”.
En una corriente en la que es frecuente el uso de artificios y fórmulas facilistas para disimular la ausencia de elaboración intelectual, su obra sorprende por su sobriedad y riqueza. En un primer momento, sus lienzos atraen por su colorido o por su trazo fuerte y definido, pero poco a poco el espectador va descubriendo que hay cosas que no son obvias y que hay un contenido más profundo.
«Una pintura que no se entrega, replegada sobre su propia intimidad, que desdeña la complicidad sensual y exige al espectador una contemplación más ascética», dijo de ella el escritor mexicano Octavio Paz. Para su compatriota Mario Vargas Llosa, «la pintura de De Szyszlo no se entrega ni fácil ni rápidamente y, tal vez, una de sus mayores constantes es la de dejar siempre al espectador con la impresión de que algo esencial le ha sido escamoteado».
“Soy pintor. Esas dos simples palabras han dado sentido a mi existencia”, comienza diciendo De Szyszlo en sus memorias. Cada cuadro era a la vez una ilusión y un fracaso, una carrera en pos de la obra de arte perfecta, siempre inalcanzable. Fiel a la verdad y a su vocación artística, De Szyszlo se va dejando un vacío y una ausencia. Una fuerza y una búsqueda.
En abril de 2015, con motivo de la exposición de sus obras en la galería Durban Segnini de Miami, el maestro conversó con Letra Urbana acerca de su obra, su trayectoria y su pasión por la literatura y la música. (“Lo sagrado que está por encima de la realidad visual” – Edición 29: Sociedad).