Dic.2 – Enero 14 2012
Por Willy Castellanos y Adriana Herrera Téllez
Desde su poética –que no es sólo la de la imagen, sino también la de la palabra-, Carlos A. Díaz Barrios (Camagüey, Cuba, 1950) entreabre una puerta a otras realidades que nos hace recordar la famosa frase de Paul Eluard que fascinó a Bretón: “Hay muchos mundos, pero están en éste”. Este artista, que pinta con furor desde hace ya más de una década, como guiado por las fuerzas del inconsciente, es también un poeta reconocido, ganador del premio Juan Ramón Jiménez de Poesía. Aún escribe, con una imaginación y un sentido de la belleza que no teme ser indómita, que se deja injuriar por lo monstruoso y que en ese sentido, conserva la libertad del romanticismo más oscuro. Sus universos son nocturnos, sus seres, hermanas criaturas de las del Bosco o Pieter Brueghel El Viejo; pueden ser híbridas o tener el hieratismo y la soledad de algunos de esos habitantes casi pétreos de la Ciudad de los inmortales de Borges. Las pinta con los dedos, con el dorso de las manos o con espátulas de todo tipo, labrando parajes desconocidos mientras se sumerge en una experiencia matérica e intensamente física de la creación de mundos, como siguiendo esa voz de Baudelaire que instiga a adentrarse “al fondo de lo desconocido, para encontrar lo nuevo”. En algunas pinturas, alienta el rastro de los mitos. En otras, hay todo una suerte de estudio de la fuerza destructora de las relaciones atravesadas por el dolor. Pero al tiempo, en el límite de lo grotesco, surgen no sólo figuras de insólita levedad sino trazos o criaturas alentadas por la inconsciencia lúdica de un niño. Se trata en todo caso, de un universo que nos habla de nosotros mismos y que, como un poema inesperado en la mitad de la noche, conmueve profundamente.
Horarios: Lunes a Sábado, de 3:00 pm a 7:00 pm.