El terremoto de Japón:
catástrofes que irremediable-mente afectan psicológica-
mente a las personas, provocando traumas que alteran el sentido del tiempo y la realidad.
El análisis de los efectos y consecuencias.
El mayor sismo en 100 años ha asolado al país en lo que se considera una de las más arrasadoras catástrofes naturales de los últimos tiempos.
Desde Letra Urbana, acercamos un artículo de Mirta Holgado que nos señala los alcances psicológicos de un acontecimineto catastrófico sobre las personas. Las vidas de las víctimas no sólo se alteran radicalmente por lo vivido, sino que, más aún, experimentan una sensación de estar fuera del tiempo, no pueden recordar enteramente lo sucedido. ¿Por qué es necesario que, más alla de que se brinde asistencia y ayuda, cada sujeto deba implementar sus propios recursos para hallar una salida?
El instante catastrófico y el agujero en el tiempo
El análisis de Holgado deriva en la dimensión temporal -la de los hechos históricos- y la del tiempo en psicoanálisis: «La situación traumática deshace la trama del tiempo, reduciéndolo al instante catastrófico, el yo queda identificado a un no-lugar (…) el tiempo de la perspectiva queda anulado, un encuentro traumático siempre tendrá posibilidad de anular la subjetividad«
También esta crisis se profundiza por
no saber reaccionar ante la dimensión de la catástrofe. El miedo y el pánico
anulan el lugar de la reflexión, de modo que los habitantes
no pueden tramitar esta tensión. Podríamos decir que allí cuando un acontecimiento deviene traumático, la angustia señal no responde y
solo se puede responder con una angustia insoportable.
Para entender mejor el desvanecimiento del tiempo en la catástrofe, debemos saber que su tiempo de detención comienza cuando aquel de quien se apodera desconoce su principio y su fin, hay un nudo que se deshace, un lazo que se suelta. El encuentro catastrófico actúa como un agujero en el tiempo.
Los sueños traumáticos y la salida de escena
Mientras que en la sociedad, el hecho produce un efecto catastrófico que tiñe todo: el momento de la búsqueda, en los hospitales, en la morgue. «Quienes trabajan en estos lugares están profundamente afectados, conocieron los nombres de los muertos, las historias de esas familias. Lo intolerable para ellos es que no sólo sean cuerpos sino que hay una historia.»
Surgen los sueños traumáticos donde los acontecimientos catastróficos parecen actuar como restos diurnos sobre los que «se transfiere la intensidad de las representaciones inconcientes, desencadenando una especie de sueño interminable al acontecimiento que le dio origen». La presencia de estos sueños traumáticos es esencial para devolvernos la memoria.
Algunos sujetos caen en un estado de suspensión que les hace resignar todo interés por el presente y el futuro. Si el inconsciente está fuera de tiempo, quiere decir que el tiempo no lo puede afectar. Muchos de los que presenciaron el horror, más tarde no logran reconstruir cómo salieron de allí, o cómo llegaron a sus casas, otros son encontrados deambulando por los alrededores sin poder precisar dónde habían estado. «Podemos pensar aquí que en esa súbita salida de la escena, el horror en el instante de ver precipitó el momento de concluir, suspendiendo la posibilidad de comprender. Pasar al acto, desapareciendo, es una de las salidas posibles del sujeto frente al agujero», dice Holgado.
Tratamiento
En los primeros días siguientes a una catástrofe, la oferta de tratamiento psicológico es muy amplia; muchos llegan respondiendo a esta oferta y también por consultas espontáneas. En este sentido, la autora considera que la oferta de tratamiento es buena si se genera la demanda del mismo. Pero si ésta se invierte, promovida insistentemente desde los programas de asistencia, termina impidiendo esa articulación necesaria entre demanda y deseo que posibilite el acceso a otro espacio en el que la responsabilidad subjetiva halle un lugar.
2 Comentarios
Muy cierto, muy interesante tu publicación…
Muchas gracias. El tema dará para muchísimos más momentos de reflexión en los próximos días y… décadas.