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Entrevista a Batia Cohen

Batia Cohen incursiona en la ficción con una historia novelada

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Grace Piney

Especial/El Nuevo Herald

Batia Cohen es la autora de Una amapola entre cactus (Khálida Ed. México, 2012), una historia novelada en la que narra la experiencia de un grupo de judíos que consiguió escapar del exterminio nazi. Un texto testimonial, no biográfico, escrito en primera persona. Una amapola entre cactus es su primera incursión en la ficción.
Batia, ha nacido y ha crecido en México. Sin embargo Miami es también para ella una tierra de acogida.
¿Qué tiempo hace que vive en Miami? ¿Ha llegado a sentirse en casa?
Llegué a Miami hace 12 años, aquí está mi hogar y estoy feliz de ser ciudadana de este país tan maravilloso donde la diversidad rige su ideología.
Su formación es como historiadora del arte, de modo que su relación con las letras hasta ahora había sido a través del ensayo. ¿Por qué la narrativa?
Siempre me ha gustado escribir, mis artículos relacionados con el arte me introdujeron a la rigurosa disciplina de la escritura. Mis nexos con la investigación me llevaron, en esta instancia, a escribir una narrativa histórica. He tratado de apegarme a datos y hechos reales pero relatándolos de una manera novelada para que el lector pueda adentrarse en los personajes de Una amapola entre cactus y el pueda identificarse con Szura, personaje principal de este testimonio novelado. Su vida me apasionó desde que la conocí, ella logró saltar de un tren en movimiento, que hoy sabemos iba destinado al campo de exterminio de Majdanek, y en un acto inesperado brincó inusitadamente al vacío, sin saber lo que le esperaba en los densos bosques de Bielorrusia, donde pudo unirse a un grupo de la resistencia en contra de los nazis.
La historia de los judíos sigue siendo ignorada en su magnitud. ¿Qué títulos o autores recomendaría para que se comprenda?
Existen varios libros generales de judaísmo, pero se pueden leer novelas históricas que pueden dar al lector algunas bases para el entendimiento de ciertos períodos en donde permea la vida judía. La gesta del marrano de Marcos Aguinis narra la época colonial en Perú cuando la inquisición española regía la vida cotidiana y se perseguía a los llamados judaizantes. Igualmente recomiendo La guerra de los judíos de Flavio Josefo, un recuento testimonial de la época romana en Jerusalén cuando los judíos fueron perseguidos por el emperador Tito en el año 70.
En Una amapola entre cactus, el narrador, en la voz de Szifra, dice que constata que los judíos no eran bienvenidos (en Lituania) antes de la guerra. Está claro que los judíos también sentían y expresaban rechazo hacia los cristianos. Los judíos optan por ignorar el rechazo y evitar en enfrentamiento. Si los judíos se hubieran enfrentado, ¿la Historia habría sido diferente?
No podemos hablar de que si los judíos eran bienvenidos o no, Lituania era su tierra desde siglos atrás. Pero el antisemitismo existía, estaba arraigado en el pueblo lituano. Los judíos no rechazaban a los cristianos como individuos, por el contrario tenían tratos diariamente con ellos, sin embargo, cada grupo vivía ensimismado en su propia religión. Los judíos por otro lado tienen la cultura de no agresión y la opción de no enfrentarse violentamente proviene de los preceptos morales de la religión judía, así que fueron escasos los eventos en los que se defendieron. La historia se repite constantemente, probablemente lo sucedido no hubiera cambiado. Una amapola entre cactus, se refiere a una Lituania y a una Polonia donde se conjungan distintos ideales, desde el socialismo, el comunismo, el sionismo, y el nazismo y todas estas ideologías estaban boyantes en la época en que vivió Szura. No podemos juzgar a todo un pueblo, existen también las personas que tuvieron las agallas para seguir una moral humana y ayudar a los oprimidos, como el cónsul japonés Chiune Suguihara quien expidió visas por doquier para tratar de que salieran el mayor número de judíos del área de Kovno en Lituania.
Pero al final los judíos sí se defienden e incluso atacan. ¿Es la única vía para terminar situaciones de atropellos?
En el caso de la Segunda Guerra Mundial y en particular de la vida de Szura, la protagonista que se refugia con una brigada de partisanos, es decir la resistencia que lucha en los bosques de Bielorrusia, su única salvación fueron los actos de sabotaje que realizaban en contra de los alemanes nazis y con ellos lograron sobrellevar una vida de supervivencia entre la maleza densa. Sin embargo, no son ellos los que terminan con los atropellos, son los aliados, los rusos y los americanos los que finalmente ganan la guerra.
En los últimos años se han publicado muchos testimonios similares a los de Szura. ¿Qué valor tiene la difusión de esa memoria viva? ¿No se satura la gente?
Ningún testimonio es suficiente. Cualquier persona de cualquier religión tiene derecho a la expresión de sus experiencias y más aún cuando esta memoria viva se está acabando. Son pocos ya los sobrevivientes del holocausto que quedan vivos. Cada historia tiene validez y está en el poder de la pluma del autor, en darle vida al testimonio, en hacerlo suyo, en transmitirlo ya sea en forma de biografía o como es el caso de Una amapola entre cactus, de manera novelada.
La Historia siempre la cuentan los vencedores. En el caso de los judíos, han podido contarla y resarcirse de alguna manera. ¿Cómo son y dónde están las historias de los opresores/victimarios?
Estas historias existen, hay ciertos escritos de los descendientes de personajes tan terribles como lo fue Himmler, el comandante de la SS, quien organizó los campos de concentración y de exterminio. Su sobrina nieta, Katrin, se ha dedicado a analizar para tratar de entender el pasado de su familia.
Usted ha dicho que llegó a sentir la simbiosis con Szura. Es una idea recurrente: los autores suelen contar que los personajes se les meten dentro, que los sienten, que viven las historias que narran. ¿En qué momento los personajes y la propia historia le abandonan?
En efecto, las palabras de Szura se convirtieron en mías. El estar en el pueblo donde creció, el visitar la farmacia donde vivió con su padre, y recorrer los bosques de Bielorrusia me acercó aun más a sus vivencias. Sin embargo, una vez que se publicó el libro, la historia ya no era mía, voló, se convirtió en la propiedad del lector, ese que recorre las palabras, que susurra los diálogos, que vive en la trama. Me convertí en una simple observadora que se queda callada, que mira desde el exterior la casa que antes fue suya y que hoy es habitada por otros… Una amapola entre cactus ya no es mi libro, es de quien lo quiera leer y quiera hacerlo suyo.• 

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