por Gisela Savdie
Lucian Freud, uno de los mas importantes artistas figurativos del siglo XX, y nieto de Sigmund Freud, murió recientemente, a los 88 años de edad, en su residencia en Londres, según informó su agente William Acquavella. Su obra lleva la marca de la mirada interior, de lo inesperado, de aquello que no se muestra. Por eso sus imágenes quedan grabadas en la memoria del espectador. Como el mismo lo expresó, su obra “al igual que la vida, puede desatar a veces una sensación de malestar”.
Nacido en Berlín en 1922, se ve obligado a emigrar escapando el surgimiento del nazismo y la persecución por su ascendencia judía. En 1933 se traslada a Inglaterra con su familia y desde temprana edad empieza a desarrollar su pasión por el arte. En 1951 obtiene un premio en el Festival de Gran Bretaña y desde entonces se ha mantenido su reputación como uno de los artistas contemporáneos mas importantes.
Toma la nacionalidad inglesa en 1939 y permanece en ese pais la mayor parte de su vida, formando parte de un grupo de pintores que se caracterizaron por continuar con la temática figurativa incluso durante los años de gloria del arte abstracto. Entre estos se encontraba también Francis Bacon, Leon Kossof, Frank Auyerback y Michael Andrews, conocidos bajo el nombre de “La escuela de Londres”.
Aunque pasó por una época calificada como surrealista, la mayoría de su obra consta de retratos y desnudos muy realistas donde incluye muchas veces animales, todos con esa mirada que muestra lo que realmente son, con sus defectos y sus bondades, hasta el punto de “revelar sus secretos interiores”, como menciona el crítico Martin Gayford. Usualmente sus retratos con modelo en vivo tomaban tanto tiempo que la relación personal que se establecía con el modelo cobraba un papel fundamental en la elaboración de la obra. Muchos de squienes trabajaron con él mencionaron detalles de su personalidad carismática, un tanto teatral y de buen narrador que se develaba durante las largas sesiones. Freud exigía la presencia de su modelo aun cuando trabajaba en detalles del entorno. Aunque pintó también paisaje y naturaleza muerta, el gran volumen de su obra se inclina hacia los caractéres humanos, el cuerpo, las carnes mismas en su máxima expresión. De hecho se le conoce como “el pintor poseído por la carne”.
Durante sus últimos años se concentró en modelos que representaban la antítesis de lo considerado el ideal estético, pintando oleos de gran tamaño con seres obesos o de entrada edad donde las arrugas se enfatizan y las líneas de expresión son las que hablan. Su famoso retrato de la Reina Isabel pintado en el 2001 causó gran controversia precisamente por sus rasgos voluminosos, excesivas arrugas y expresión desagradable, provocando una polémica sobre el triangulo que se desarrolla entre artista, modelo y obra, donde ésta viene a ser el resultado de la lucha psicológica que toma lugar entre los otros dos. Son muchos los factores que influyen en el resultado final, y en este caso, donde el retrato fue solicitado por un representante de la realeza y el artista no cobró comisión; bien podría pensarse que tanto el uno como la otra dejaron de lado los ideales de juventud y poder para aceptar el contexto humano del personaje, como mujer y como madre, confrontando la dura realidad del envejecimiento y la muerte.
A pesar de que su técnica ha sido contrastada con los clásicos como Diego Velásquez, el contenido de su obra se considera muy contemporáneo y acorde con la época, siendo comparado con figuras como Willem de Kooning y Jean Dubuffet. En el año 2008 alcanzó un record de ventas para un artista en vida cuando Chistie’s obtuvo 33.6 millones de dólares por su obra “Benefits Supervisor Sleeping”, un retrato de una mujer obesa dormida en un sofá, pintado en 1995.
Su obra fue inspirada tanto por clásicos como por contemporáneos y se extendió por un periodo de unos 60 años. Tuvo dos matrimonios, diversas relaciones y 14 hijos. Se cuenta que a pesar de sus andanzas nocturnas hasta entradas horas de la noche, siempre estaba puntual en su estudio la mañana siguiente. Muy pocas veces salió de Londres y ante la posibilidad de volver a Berlín, su ciudad natal, siempre mencionó estar impedido por la carga de trabajo. El crítico Tim Marlow menciona que Freud “era una persona muy especial, miraba el mundo como si lo estuviera pintando, pero solo cuando observamos su pintura entendemos realmente como lo veía ”