¿Qué quiere la mujer hoy? ¿Qué busca? ¿Cómo ha llegado al lugar que ocupa dentro de la sociedad?
Ser mujer no es fácil, hay que ser profesional, madre, ama de casa, bella y exitosa, si es posible. ¿Cómo ocurrió en tan poco tiempo que se haya logrado el derecho a estudiar, a trabajar, a votar, a opinar y de repente terminar por convertirse en un estereotipo designado por la globalización?
Asumir estas cargas ha acabado por ser una trampa. La mujer se siente amenazada por la competencia. No basta con ser linda al modo que cada quien ha nacido. Un sinfín de veces oirán los cirujanos plásticos decir: “quiero la nariz de…”, “quiero los labios de…”.
Imágenes irreales que nos vende el show business a diario, en cada revista, en cada publicidad, en cada programa televisivo. Están ahí aunque no nos demos cuenta, invadiendo las calles, carteles por doquier que nos dicen cómo ser. No es el ser sino el deber ser lo que rige, para no quedar excluido de una competencia inexistente de imágenes aparentes que nos bombardean cotidianamente, creando complejos y trastornos psicológicos y alimenticios.
De cómo hemos llegado hasta aquí podrá contarlo mejor la historia; la lucha de las siempre existentes mujeres rebeldes que bogaron a lo largo de siglos por esta liberación. De cómo hemos convertido esta autonomía en nuestra propia celda aún tenemos que averiguarlo. Si prestamos atención podremos notar que el hombre se encamina en la misma dirección.
Ciertamente, este comportamiento tiene que ser interrumpido o la sociedad toda se convertirá en un caos irrefrenable; ya no podremos ocuparnos de las vicisitudes que nos exigen verdadera atención
¿Qué busca o qué quiere la mujer hoy? Tal vez haya que dejar de engañarse con los estereotipos que la sociedad propone alcanzar y tratar de encontrar una respuesta más del lado de la falta, de saber hacer con eso que falla, de renunciar a la demostración del «todo es posible» y comenzar a escoger aquello que funciona para cada una.