El pasado fin de semana tuve ocasión de ver dos películas en el cine, bien disímiles una de la otra tanto en su procedencia, como en su temática y calidad. La primera de ellas ZIPPER, estadounidense, se ocupa de la relación que existe entre las llamadas “escort agencies” o agencias de acompañantes y la dirigencia política de género masculino, muy adicta a su uso. La segunda PHOENIX, película de origen alemán, relata las vicisitudes de una sobreviviente del Holocausto que regresa algo transformada a Berlín en busca de un amor que la traicionó.
La música en cada una de ellas toma también un camino muy diferente. En la primera el soundtrack está más cercano al de una película de horror que al tipo de film que pretende ser. Podríamos suponer que cuando el director le encargó a H. Scott Salinas componer la música, le puso bien en claro cual era el mensaje moral de su película: la idea de que quebrar el ideal de la familia americana linda con el horror.
La segunda, Phoenix, básicamente está centrada en la canción Speak low, que Kurt Weill compuso en 1943 y cuyo primer verso está inspirado en una cita de Shakespeare: “speak low when you speak love.” La canción aparece repetidamente con diferentes versiones instrumentales, que van abriendo sugerencias y sentidos a medida que transcurren las escenas. La música de este modo nos ayuda a seguir exponiéndonos a las emociones que nos acompañan sin que lo notemos. Recién en la escena final es cuando Nelly, la protagonista, (brillante actuación de Nina Hass) canta la canción acompañada por un piano y la verdad se nos va revelando con toda la emoción que aporta la voz humana.
En Zipper la música produce un efecto unidireccional, llevándonos hacia un sólo lugar posible, casi imponiéndonos con otro lenguaje cual es el mensaje de la película. En Phoenix en cambio, pasa lo que con las buenas canciones, poesías, novelas, películas u otras obras de arte: nos abren hacia múltiples lecturas posibles, hacia un sinnúmero de asociaciones, de sentidos y de sinsentidos que pueblan nuestra mente y nuestras emociones. Y es allí, con ese entorno donde al menos yo, me siento mas cómoda.