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Internet: ¿medio, herramienta o arma?

Durante las protestas contra el régimen de Mubarak en Egipto, el pasado 27 de enero, el Ministerio de Comunicaciones y Tecnologías de Egipto ordenó a las cuatro empresas proveedoras de conectividad a Internet en el país que apagaran sus equipos y 80 millones de personas dejaron de tener acceso al servicio.
Hoy, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, en respuesta a los últimos acontecimientos y siguiendo la línea de sus políticas sobre Internet, notificó que los «activistas digitales» recibirán 25 millones de dólares de Estados Unidos como una muestra de apoyo para sortear las restricciones de los gobiernos represivos que intenten bloquear el acceso a la red.
Un hito en la historia de la comunicación viene desarrollándose en las pantallas de todo el mundo. ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Qué opinan los expertos? 
Consecuencias del “apagón”
Además de las serias consecuencias económicas, de acuerdo con el artículo de David Cuen, publicado en BBC, la medida acarrearía también consecuencias sociales, sobre todo si se considera que para muchas personas -y algunos países- el acceso a Internet es un derecho fundamental.
Por su parte, la Sociedad de Internet -organización sin fines de lucro que marca los estándares de la web-, expresó su crítica: «Internet es un medio de comunicación global que apoya fundamentalmente oportunidades, da poder a los individuos, conocimiento, crecimiento y libertad. Estos valores no deben ser retirados de las personas. Obviamente, si un gobierno bloquea todo el acceso a internet en su país, esa es una decisión muy seria y una grave intrusión en los derechos básicos a la comunicación de los ciudadanos. Si el bloqueo continúa, ello tendrá un impacto muy dañino en la sociedad y la economía de Egipto».
La opinión de los expertos
El artículo de CNN, “Internet, pieza clave en Egipto, ¿debe ser un derecho humano?”, nos presenta una lista de opiniones de expertos tecnológicos y blogueros que intentan descifrar el papel que juega internet en esta situación. Mientras unos creen que Egipto está violando los derechos humanos modernos al cerrar el acceso a internet y a las redes de telefonía móvil, otros dicen que el hecho de que las protestas continúen a pesar de estas barricadas revela una brecha enorme en el argumento de que los medios sociales engendran revoluciones sociales.
Así, «donde antes los activistas eran definidos por sus causas, ahora son definidos por sus herramientas«, opina Malcolm Gladwell en The New Yorker.
Para Dave Pell, en el blog Tweetage Wasteland, “las redes sociales en tiempo en real no son un elemento necesario para organizar y llevar a cabo una revolución de amplio impacto. Tampoco es el megáfono, pero sin duda facilita que más gente te escuche«.
Caroline McCarthy, de CNET, opina que «este no es el camino correcto para medir las cosas: una ‘revolución de medios sociales’, a este punto, no debería ser ni digna de mención ni sorprendente. Si un dictador es derrocado o un gobierno es destituido, sería notable que Facebook o Twitter no fueran usados».
David Kravets, de Wired, informa que «sólo una cuarta parte de la población egipcia está en línea, según los cálculos de el-Amrani. Las protestas en las calles han crecido de forma anticuada, con panfletos y reuniones espontáneas«.
En The New Yorker, Nicholas Thompson, experto en medios sociales, dice que «los gobiernos controlan los medios por los que fluye la información. Esto significa que pueden bloquear sitios, o como al parecer hizo Egipto, pueden cerrar el acceso a Internet y confundir a todos los que confiaban de él. En Irán, claramente el gobierno tuvo cierto éxito usando Internet para reducir el paso de la revolución verde. En Túnez, el gobierno hackeó la contraseña de casi todos los usuarios de Facebook en el país. Si Ben Ali no hubiera caído tan rápido, esa información habría sido muy útil. Las herramientas tecnológicas pueden ser usadas con cierta efectividad por las masas, o por el hombre«.
Finalmente, el profesor de periodismo, Jeff Jarvis, cree que “el derecho a conectarte se vuelve un derecho humano fundamental. El problema aquí es que vemos que el gobierno es el único punto de caída de Internet, como el botón de apagado, como lo usó Egipto (…) Y nuestro futuro, los medios por los que crearemos a la siguiente sociedad, es vulnerable en este lugar, y eso me da miedo. Al mismo tiempo, celebro el hecho de que la gente de un país pueda usar estas herramientas para hacerse cargo».
Contra los cyber-utópicos
En su reseña en NYT del libro “The Net Delusion” (El Delirio de la Red), Lee Siegel –columnista y editor de The New York Observer -, nos cuenta cómo el autor de dicho libro, Evgeny Morozov, ataca salvajemente a los ciber-utópicos. Alegando que las redes sociales funcionan mejor para los gobiernos represores que para los organizadores de protestas y que no están motivadas por otra cosa que no sea la búsqueda de ganancias.
Para Morozov, hace sólo unos pocos años, de lo único de que se oía hablar era sobre cómo lograr que Internet fuera más libre. Ahora de lo único que se habla es sobre cómo controlarlo. Editores de libros y de diarios buscan formas de proteger su contenido original. Padres buscan formas de proteger a sus hijos del cyber-acoso. Legisladores exploran mecanismos que defenderían la privacidad de los ciudadanos. Gobiernos intentan evitar que sus archivos privados se filtren a la Red. Y empresarios y figuras públicas luchan para evitar que competidores o enemigos los calumnien a ellos o a sus negocios.
En contrario a los cyber-utópicos, cómo él los llama, que consideran que Internet es una herramienta poderosa de emancipación política, Mozorov argumenta convincentemente que Internet, en el nombre de la libertad, más bien la limita o hasta la destruye. Designa como “orientalismo digital” a la creencia de que en sociedades represivas Internet sólo puede actuar como una fuerza para el cambio benévolo.
Morozov resalta que no hay que esperar que las corporaciones liberen a nadie en ningún momento del futuro próximo. Google hizo negocios en China durante años antes que la censura y condiciones económicos —no los derechos humanos— lo hiciera retirarse del mercado. Y es llamativo que ambos Twitter y Facebook han rechazado unirse al Global Network Initiative, un acuerdo que Morozov describe como “una promesa trans-industrial de comportarse de acuerdo con leyes y estándares que cubren el derecho a la expresión libre que es parte de documentos internacionalmente reconocidos como la Declaración Universal de Derechos Humanos».
Morozov urge a los cyber-utópicos a que abren los ojos: lo que motiva a los creadores de las redes sociales son las ganancias y nada más.
Finalmente, para el autor del artículo, Siegel, el péndulo ha girado por tanto tiempo hacia el lado de los cyber-utópicos que un poco de extremismo hace falta para lograr un equilibro. De acuerdo con Siegel, “Morozov se ha atrevido a argumentar que Internet ha expuesto el talón de Aquiles de la democracia. Más frecuentemente que la moralidad flexible de la Red ha tenido el efecto de aplastar una comunidad debajo de pluralismos malos y diversidades atroces. En ese sentido, Internet está creando una anti-democracia igualitaria en la que la inhumanidad más fuerte destruye la elocuencia y decencia más racional.”
La esperanza de un Opositor
El premio Nobel del Paz, Mohamed El Baradei, publicó en The New York Times una columna en la que atribuye la caída de Mubarak a “la juventud de El Cairo, armada únicamente con Facebook».
Se sentía fuera de sí mientras presenciaba la miseria por la que los egipcios debían pasar para poner comida sobre sus mesas, mantener un techo sobre sus cabezas y conseguir atención médica. Pudo ver en primera fila cómo la pobreza y la represión pueden destruir valores y aplastar la dignidad, el autoestima y la esperanza. El Baradei con gran pesar lamenta que en la tierra de la Biblioteca de Alejandría, de una cultura que contribuyó a los grandes avances en matemáticas, medicina y ciencia, más del 40% de su población viva con menos de $2 por día y casi un 30% sea analfabeta.
Sin embargo, para el autor una cosa ha cambiado en la sociedad egipcia en los últimos años: los jóvenes egipcios, han encontrado en los medios sociales una vía para interactuar y compartir ideas evitando, en el ciberespacio, las restricciones impuestas a la libertad física de reunión. “El mundo ha sido testigo de su coraje y determinación”
En los parajes de la sinrazón
En su artículo publicado en Letra Urbana, la Dra. Susana Jallinsky, cree que “una de las peores amenazas que el mundo contemporáneo enfrenta es efecto del desfasaje creciente y progresivo entre la complejización de los medios de destrucción masiva y la cada vez más mediocre calificación de las ideas y de los hombres. En un mundo gobernado por el horror al vacío, tanto en el campo intelectual como en el físico, todo puede ser rápidamente conquistado por dogmas radicalizados, fundados en unas lógicas puramente destructivas.
Los acontecimientos ocurren situándose en la intersección entre los diversos procesos económicos, sociales, religiosos, nacionales, mitológicos y demográficos, entre otras tantas variables.”
“Hoy, cada individuo no vale más que en relación al conjunto que le permite ser. Sentimientos encontrados, nostalgia, tristeza y desamparo pero también capacidad de resistencia, ya que siempre se trata de encontrar algún punto de anclaje del que aferrarse. El riesgo de nuestra contemporaneidad, que ya ha pasado a ser realidad efectiva, es el olvido y la indiferencia. Y si esta verdad retorna, es ineludible reconsiderar que cualquier tipo de confrontación necesariamente ha de llevarse a cabo desde el territorio de las ideas.”

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