Un vuelco irracional e inverosímil en otro de los dramas existenciales de Woody Allen
Cada año Woody Allen nos sorprende con una nueva película, lo único que sabe hacer, y lo que hace para matar el tiempo, según el mismo expresó en rueda de prensa después de la presentación de Irrational Man, en el Festival de Cine de Cannes de 2015. También admite que no hace mucho esfuerzo como director, porque se esmera en conseguir buenos actores, a quienes les da la libertad necesaria para que ejecuten su papel al máximo de sus posibilidades. Tales son las revelaciones que hace este particular director de cine americano a quien escuchar hablar resulta tan o más divertido que la película misma.
Cuando se produce una cinta por año, es difícil que todas resulten del mismo nivel, y después de logros como Match Point (2005) y Blue Jazmin (2013), es probable que no quedemos satisfechos con facilidad. Sin embargo todas las películas de Woody Allen tienen algo que ofrecer, sobre todo por los diálogos interesantes y la creatividad de sus libretos que bien podrían ser producto de la atracción que de niño sintió por la magia, combinada con su destreza para el humor, lo que lo convierte en un personaje único y distinguible en el mundo del cine.
Irrational Man se presenta inicialmente como otra de sus comedias románticas donde Emma Stone, en el papel de una estudiante universitaria brillante, Jill Pollard, se enamora de un profesor de filosofía, Abe Lucas (Joaquín Phoenix), recién llegado al pequeño college en Newport, Rhode Island, donde se desarrolla la historia.
Abe es un profesor desilusionado del mundo académico y al parecer no le encuentra razón de ser a su vida. Además de Jill, que juega con la idea de un romance con él, una colega del departamento de química, Rita Richards (Parker Posey) involucrada en un aburrido matrimonio, ve en Abe la posibilidad de escape a su vida monótona.
Pero ninguna de las dos relaciones significan lo mismo para Abe, y la única manera que encuentra de ponerle fin a su caótico estado es planear un asesinato perfecto a través del cual contribuirá a mejorar el mundo. En este momento la narrativa toma un vuelco dramático estilo Match Point, sin poder superarla, y los argumentos moralistas que se desencadenan a partir del crimen no logran la profundidad de otros momentos.
Las alusiones filosóficas existencialistas del profesor reiterando las aseveraciones de Allen de que la vida no tiene sentido, y las actuaciones de los tres protagonistas son lo que mantienen la atención del espectador. Pero para los que no nos podemos desprender de la idea de que es una cinta de Woody Allen, las expectativas quedan a
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