La ocasión fue memorable no solo por la importancia que tiene en las letras cubanas en el exilio la figura de Gonzalez-Cruz, un prolífico autor y académico con más de una decena de libros publicados. El acto del sábado fue un acontecimiento histórico para la ciudad ya que ese día la Librería y Distribuidora Universal, una auténtica institución local, cerró sus puertas después de casi cinco décadas.
La presentación del último libro de Gonzalez-Cruz era un digno acto de cierre para una librería que se enorgulleció siempre de publicar a autores cubanos, las voces que narran la historia del exilio de su pueblo.
Desde temprano un nutrido público, a la espera de la presentación llevada a cabo en la sala de conferencias del piso superior del edificio, recorrió el salón donde las estanterías anunciaban precios de liquidación. En el mostrador los miembros de la familia propietaria atendían y respondían preguntas. Los títulos a la venta eran, en su mayoría, de escritores cubanos y producto de Ediciones Universal, pero fue una agradable sorpresa encontrar trabajos de autores de otras nacionalidades hispanas y traducciones de obras clásicas de la literatura universal.
La breve introducción corrió a cargo del dueño de casa, don Juan Manuel Salvat, propietario de Ediciones Universal. Recalcó que la presentación del último libro de Gonzalez-Cruz era un digno acto de cierre para una librería que se enorgulleció siempre de publicar a autores cubanos, las voces que narran la historia del exilio de su pueblo. Salvat cedió la palabra a la escritora y periodista Olga Connor, a quien calificó como “una auténtica protagonista de la cultura cubana en el exilio”.
Cuando Connor comenzó definiendo la presentación de El Arco Iris de Olorún como el cierre de la trilogía, una asistente intervino espontáneamente: “No creo que termine ahí…” lo que ella, riendo, aprobó: “Muy bien dicho, este autor siempre deja el final abierto para otro libro.” La introducción, que además de comentarios específicos de la obra incluyó memorias sobre la vida de González-Cruz, no estuvo exenta de evocaciones que el público compartió asintiendo aquí y allá con evidente afecto. Connor destacó varios momentos notables de la vida del autor a partir de 1994, cuando González-Cruz tomó a Miami como residencia permanente después de una larga y brillante carrera académica y literaria en el norte del país. En 1995 publicó Una Caja de Zapatos Vacía y presentó, en la librería local Books & Books en abril del 2002 el primer volumen de la trilogía: Olorún’s Rainbow, o El Arco Iris de Olorún. Con nostalgia en la voz, rememoró una reunión muy similar cuando en ese mismo salón de la Librería Universal, en agosto de 2010, el autor presentó el segundo volumen.
Connor destacó que los temas principales a través de los personajes recurrentes en la trilogía son la permanencia del ser humano, la cuestión de dejar o no descendencia, el temor de no hacerlo y el miedo a la muerte.
Al bosquejar El Espejo de Olorún, Connor destacó que los temas principales a través de los personajes recurrentes en la trilogía son la permanencia del ser humano, la cuestión de dejar o no descendencia, el temor de no hacerlo y el miedo a la muerte. Al introducir al autor, se preguntó en qué personas reales estarían basados algunos de los personajes, ya que no todos eran fáciles de identificar.
Gonzalez-Cruz comenzó agradeciendo a Olga Connor la conceptuosa introducción y a Juan Manuel Salvat, quien, expresó, ha dirigido la librería y editorial más importante de la comunidad hispana en Florida. A continuación habló de las portadas de los tres libros, basadas en obras de arte y leyó dos fragmentos del libro que presentaba, para finalizar respondiendo a preguntas del público. Concluyó destacando que era una ocasión para júbilo, ya que ese día se celebraba también la existencia de una editorial que ha sido tan importante para la comunidad hispana en general.
Cuando bajamos al salón de ventas después de la firma de autógrafos y un breve refrigerio, la clientela no había disminuido. Los libros, a precios muy bajos, iban dejando vacías las estanterías que albergaron por años a miles de obras escritas en el segundo idioma que se habla en los Estados Unidos. Un idioma para el que han trabajado por décadas tanto el autor Luis F. González-Cruz como la familia Salvat, propietaria de la editorial que ese sábado nos reunió en una esquina tradicional de Miami.
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