Si hay una ciudad que enamora es Praga. Siempre estarán París, Roma o Londres, pero ellas no pueden competir con su tamaño, el no ser tan grande a veces consigue un punto favorable que hace al viajero introducirse por completo en sus barrios. Eso sí, hay que desmarcarse del tránsito turístico en que se ha convertido la capital checa y descubrir las calles del barrio judío por las que paseaba Kafka, o caminar por el Puente de San Carlos de madrugada, o visitar Mala Strana al amanecer.
Tenía en mente recuperar esta ciudad que he visitado en dos ocasiones, pero no veía el momento hasta que el pasado fin de semana recibí una llamada de un amigo mío, Andrés, que me pedía el enlace de Letra Urbana en el que hablaba de Praga. Se había confundido pero la idea volvió a resurgir, así que me puse a buscar mis notas y a seleccionar fotografías.
Conocí Praga el año en el que, según muchos, empezó realmente el siglo XXI, aunque no se intuía lo que se avecinaba. Fue en 2001, en julio. Dos meses antes del 11-S. Quince años después he repetido mi estancia allí camino a Viena, fue en el mismo mes. Las sensaciones que tenía las puedo corroborar al comprobar mis fotografías analógicas con las digitales, los lugares emblemáticos siguen con su mismo esplendor pero ahora los turistas se han multiplicado.
el reloj astronómico donde cada hora se concentra un hormiguero de turistas para ver en esa pared del Ayuntamiento el espectáculo que representan las 4 figuras que flanquean el reloj con las alegorías de Vanidad, Avaricia, Muerte y Lujuria y el baile circular en las dos ventanas de los apóstoles.
El monumento más famoso de esta ciudad es el Puente de Carlos, medio kilómetro sobre el Moldava que se recorre lentamente disfrutando de autores callejeros, tenderetes y estatuas. No puedes estar allí y no pedir un deseo junto a San Juan Nepomuceno o no fotografiar la Crucifixión y el Calvario o no admirar las tres torres que hay en los extremos del puente. Son muchos siglos desde que en la segunda mitad del siglo XIV comenzara a construirse por orden de Carlos IV.
Otro lugar icónico es el reloj astronómico donde cada hora se concentra un hormiguero de turistas para ver en esa pared del Ayuntamiento el espectáculo que representan las 4 figuras que flanquean el reloj con las alegorías de Vanidad, Avaricia, Muerte y Lujuria y el baile circular en las dos ventanas de los apóstoles. Asistí en varias ocasiones para percatarme de los muchos detalles que en cada sesión se escapan aprovechando que está en el mismo centro.
En la Ciudad Vieja hay muchos puntos de interés para conocer y muchas actividades para recomendar: disfrutar de música clásica en una de las muchas iglesias que programan conciertos (estuve en la barroca de San Nicolás), sin olvidar el arte callejero en plazas y zonas peatonales, se pueden descubrir auténticos virtuosos. El Teatro Negro es imprescindible, ese color es en el que se basan estos espectáculos que se representan en varios locales, esta vez asistí a Aspects of Alice.
Dicen que viajar es olvidar el abatimiento, llenar el vacío de la vida rutinaria. En Praga es imposible aburrirse: una merienda en el Café Obceni Dum (Casa Municipal), con ese interior de estilo Art Nouveau; una subida a cualquiera de las múltiples torres para contemplar desde distintos puntos de vista la ciudad, la de la Catedral de San Vito es la más alta, pero merece la pena el esfuerzo; una visita al Barrio Judío, al sobrecogedor cementerio donde las lápidas se amontonan o a cualquiera de las sinagogas; un paseo en barco por el Moldava.
Aproveché mis dos viajes a Praga para realizar algunas excursiones que recomiendo: Karlovy Vary, preciosa ciudad balneario; Cesky Krumlov, con un centro medieval muy bien conservado y Kutna Hora con dos monumentos imperdibles, la iglesia de Santa Bárbara y la catedral de Nuestra Señora de Sedlec. Además en esta última población me impresionó el Osario de Sedlec, una capilla lúgubre y tenebrosa decorada a base de huesos humanos.
Voy llegando al final del artículo y aun me queda completar el Centro, la zona del Castillo, Mala Strana y multitud de rincones y lugares. Una iglesia que me encanta es la de Tyn, del siglo XIII, aunque la primera capilla data del X, un edificio que parece jugar al escondite en la enorme Plaza de la Ciudad Vieja, su fachada no es visible porque se esconde tras las casas delanteras. La oscura Torre de la Pólvora o el Monumento de Jan Hus también habría que añadirlos a la larga lista de imprescindibles.
El Castillo fue construido en el siglo IX, es un enorme complejo remodelado en la primera mitad del siglo XX por Joze Plecnick. Palacios y edificios componen este conjunto donde tienes que pasar varias horas para completar un recorrido cuyo principal elemento es la notable Catedral de San Vito, seguir con el colorido del Callejón del Oro, el impresionante Palacio Real, la Basílica de San Jorge y las distintas torres, sin olvidar los jardines y sus extraordinarias vistas.
Pienso que se ama a Praga porque solo se vive unos días en esta ciudad, impresiona a cualquier visitante que se precie porque en ella se puede descubrir multitud de atractivos que te sorprenden y enamoran, eso sí, unos días, quizá meses, pero vivir en ese exceso de turismo la está destruyendo lentamente, un daño muy conocido en otros lugares y que no deja de ser preocupante.
En Guatemala, las expresiones artísticas que van más allá de las artes visuales, poesía, cuerpo y territorio se vincularon simbólica y físicamente. Una gran propuesta estética vehiculizó denuncias sobre violencias de género, negritud, migración e impacto ambiental y la fusión entre naturaleza y tecnología.
El legado de los Ungar a Colombia trasciende lo que conservaron de su Austria natal. Los libros de Thomas Mann y Arthur Schnitzler que trajeron sembraron la semilla de su extensa biblioteca personal y también el cimiento de su hogar.
Conectando historia, memorias y literatura, el escritor cubano se vale de sus experiencias como inmigrante y como padre para explorar temas complejos de alta carga emotiva
La doble identidad que mantiene el inmigrante, incluso tras un proceso migratorio exitoso, va acompañada de un duelo que, en ocasiones, puede ser complicado de procesar.
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4 Comentarios
No he estado en Praga, pero después de este viaje virtual, contigo como guía turístico, me encantaría visitarla….
Gracias Antonio por la publicación de este artículo sobre la hermosa capital checa, Praga. Siempre tuve en mente ir y espero hacerlo este año. De hecho tengo los billetes reservados. Tengo que confesar, después de leer tu narración, sentirme algo temeroso por la avalancha de turistas que encontraré pues será este próximo verano. Intentaré llevarlo con paciencia y vivir sobretodo “sin masificación”esos espacios o barrios quizás menos visitados. Me gusta descubrir también aquellos poco transitados o más alejados de los recorridos turísticos programados pero como bien dices, no por ello menos interesante. Gracias igualmente por aportarme una radiografía amplia, y al mismo tiempo concreta, de esos lugares e hitos para disfrutar en esta ciudad centroeuropea. Felicitarte por la claridad de tu exposición que no solo a mí, sino a muchos que lean este artículo, ayudará e imaginará la riqueza visual y la serenidad mental que a través de tus palabras y la posibilidad de ir a conocerla, me aportarán a mí y a quienes me acompañarán, mi mujer y mi hija. Esta última lo disfrutará doblemente porque asistirá al concierto del británico Ed Sheeran en Praga. Enhorabuena, como siempre, amigo Antonio.
Magnífica columna, como siempre, muy bien documentada y que impulsa a conocer la ciudad llevando estos datos a modo de guía turística.
Muy bueno y exhaustivo el artículo, me han entrado ganas de volver!! Y no sólo por tus palabras, la única vez que he visitado Praga fue un febrero hace algunos años ya, y ese mes en países como este ya sabrás que no es muy acogedor, nos hizo frío, nos diluvió y, quieras o no, no es lo mismo que visitarla y recorrer sus calles un mes de mayo o septiembre. Así que no descarto volver algún día y apuntar algunos de los lugares aquí citados. Un abrazo Antonio.