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Edición
51

Monoparentalidad. La complejidad de romper con los conceptos

Buenos Aires
El modelo tradicional de familia está en transición hacia nuevas estructuras que incluyen la monoparentalidad, la adopción homoparental y la maternidad subrogada. Cómo evaluar estos cambios y cuál es el impacto en la crianza.

Actualmente, Lautaro es un periodista exitoso que no tiene pareja. Hace un año que se separó de Marcos y ahora reflota sus deseos de ser papá; deseos relegados por la relación con Marcos. Quiere profundamente ser papá, pero su condición homosexual no le permite tener una pareja que, por las vías habituales, llegue a concebir un hijo. Entonces asiste a un banco de óvulos en Estados Unidos, demarca un perfil de antecedentes genéticos y se une su esperma al óvulo que es fecundado in vitro. Ahora su tarea es ir en búsqueda de un vientre que aloje a este hijo en gestación. Con mucha ansiedad, Lautaro sigue paso a paso los progresos en la mulata latinoamericana que ha elegido para el embarazo de su futuro hijo. Es un varón y ya está pensando el nombre con sus familiares y amigos. Está feliz. Después de nueve meses nace Luciano, que crece en un hogar monoparental, rodeado del afecto de la familia extensa: los abuelos, los tíos y los tíos postizos, que son los amigos que con mucho amor acogen a Luciano.

Carla tiene 38 años y muchas ganas de ser mamá: ha sido uno de sus sueños en la vida. Es lesbiana y hace dos años que se ha separado de Josefina con quien convivió cinco años. Ahora tiene una nueva pareja. Por otra parte, su mejor amigo, Miguel, que también es homosexual y está en pareja, también desea tener un hijo. Entonces ambos encuentran la complementariedad ideal y llevan adelante el proyecto. Deciden tener un hijo en común con lo cual unen esperma y óvulo en una fertilización in vitro, que fracasa en dos oportunidades hasta qué de manera desprolija introduce el esperma de Miguel en su vagina y ¡voila queda embarazada! Después de nueve meses, las dos parejas esperan ansiosas el nacimiento de la bebé, en la sala de espera de una clínica de Buenos Aires. Nace Luna que posee dos familias, la de su mamá Carla y Amanda y la de su papá Miguel y Gabriel.
Juana vive en un barrio marginal del conurbano de Buenos Aires. En una fiesta donde corría el vino y el paco, envuelta en una borrachera queda embarazada de no sabe quién. No se da cuenta de su embarazo, hasta pasados los tres meses y buscando abortar, asiste a un hospital público con la contradicción entre realizar el deseo de tener su hijo, o seguir el consejo de abortar. Tiene diecisiete y vive con cinco hermanos, su mamá y un padrastro, y el alcohol en la familia es una moneda corriente. No conoció a su padre biológico, pero tanto su padrastro como su madre le ordenan que no siga adelante y aborte.
Juana termina escapándose de su casa. Deambula de un lado a otro, hasta que tiene su bebé. En el ínterin cumple los dieciocho años. Vive en una pensión, casi en estado de indigencia, trabaja haciendo la limpieza de casas y poco a poco, su situación mejora.
Estos casos son un ejemplo de las nuevas conformaciones familiares. ¿Mejores?, ¿peores?, ¿cuál es el parámetro que dictamina la correcta conformación de una familia funcional?, ¿cuál es la imagen de familia que hemos internalizado?

Este tipo de familia ha ido en aumento en el arco de los últimos años y las futuras investigaciones en estas familias deberán estar destinadas a determinar y evaluar cómo los hijos e hijas han vivido las diferentes alternativas de la situación familiar. De los resultados podrán surgir mejores estrategias de crianza.

La familia monoparental es una categoría de familia cuya responsabilidad en la crianza recae en un progenitor y dentro de esta categoría hay diferentes tipos. La monoparentalidad aumentó el 53% en las últimas décadas en América Latina, cuya mayoría está constituida por madres solas con sus hijos. (Arraigada, 2004; García y Rojas, 2004). Por lo tanto, las familias constituyen una realidad cambiante en lo que concierne al estado civil de la persona que es cabeza de familia y, también, en cierta manera, el incremento de los divorcios y de las separaciones es la primera causa del aumento de las familias monoparentales, comandadas por mujeres. (Mazzeo, 2007)
Este tipo de familia ha ido en aumento en el arco de los últimos años y las futuras investigaciones en estas familias deberán estar destinadas a determinar y evaluar cómo los hijos e hijas han vivido las diferentes alternativas de la situación familiar. De los resultados podrán surgir mejores estrategias de crianza.

Antiguas y nuevas estructuras familiares

La familia se ha concebido como un sistema relacional con características propias y a su vez, como parte del sistema social que se encuentra en permanente relación coevolutiva con otros sistemas sociales. Puede definirse como un grupo de personas unidas por lazos sanguíneos o no, que interactúan entre sí mediante el afecto, que poseen una historia en común y reglas que se transmiten de generación en generación (Ackerman, 1996). Como matriz de intercambio, se constituye en una de las bases principales de la vida relacional, emocional y cognitiva de sus integrantes. En la familia se desarrolla una forma de relacionarse que permite crear otros vínculos fuera del sistema familiar nuclear, es decir es un modelo a reproducir en otros contextos, por ejemplo, relaciones laborales, amistades, de pareja, etc., hasta la construcción de una nueva familia.
Historia, normas, funciones, ideología, mandatos, pautas, se encarnan en cada uno de sus integrantes que, por oposición o similitud, se identifican con su grupo familiar. Sea como fuere, la familia es el punto de referencia para desarrollar interacciones en la vida en los diferentes ambientes donde se desenvuelva la vida de las personas. Minuchin (1982), señala que una familia normal se caracteriza por tres componentes. El primero define a la familia como la estructura de un sistema sociocultural abierto en proceso de transformación. El segundo, muestra a una familia que se desarrolla a través de un cierto número de etapas y que se reestructura en cada una de ellas y, por último, la familia normal se adapta a las circunstancias cambiantes.
En una investigación realizada sobre 100 familias de clase media (Ceberio, 2011), se estructuró una división entre Antiguas familias, son aquellas estructuras familiares que competen a las concepciones de generaciones de comienzos del siglo XX hasta la década del ’60. Es decir, abarcan hasta los padres y madres nacidos en la década del ’50, que se hallan compenetrados en los preceptos y mandatos de sus propios padres y madres, nacidos a su vez entre los años 1920 y 1930. Mientras que las nuevas estructuras, responden más precisamente a los padres de la generación del ’60 y ’70, que, a pesar de ser hijos de padres de la primera columna, tienden a ser más flexibles y adaptados a los cambios que suponen las estructuras modernas de familia, la actitud de los adolescentes, la forma de interacción de pareja, etc. En la actualidad, ambas estructuras se interceptan, hay nuevos padres y madres, revisionistas, flexibles y modernos, pero hay padres y madres que sucumben a las premisas de las antiguas estructuras de familia. Es decir, hoy hay una generación de tránsito.
Por supuesto, que todas estas descripciones son relativas. Existen progenitores englobados en la primera columna, que se han dedicado a actualizarse en sus consideraciones acerca de la educación y trato con su esposa e hijos, o sea, su posicionamiento en la familia. Hay mujeres que se han resistido a ejercer el rol de amas de casa y se han desarrollado de manera autónoma liderando la economía familiar. En la investigación se obtuvieron 33 características diferenciales en ambos grupos. Algunas de las disquisiciones refieren, por ejemplo, a la cantidad de hijos con una cantidad que va de 6 a 15 hijos en las viejas estructuras familiares a 1 o 2 en las nuevas; la mujer sumisa y el hombre autoritario frente a la simetría de las nuevas parejas; la mujer destinada a ser ama de casa frente a la mujer que trabaja fuera (pero todavía continúa su labor de ama de casa); familias originales y familias ensambladas, matrimonios homosexuales y familias monoparentales.

Todavía estamos en una transición en donde los parámetros de la concepción de familia son los tradicionales: heterosexual y con vínculo matrimonial, con uno o más hijos, mujer ama de casa y hombre que trabaja fuera. Poco a poco se va gestando una ruptura del modelo tradicional, pero todavía falta tiempo para desestructurar la hegemonía de esa estructura.

Esta acomodación hace que la familia se adapte a los movimientos sociales, culturales, políticos y económicos, y mantener una continuidad desarrollando el crecimiento y la protección psicosocial en cada miembro (Cobos, 2008, Martín y Megret, 2013). La familia es célula, matriz y generadora de sociedad, pero al mismo tiempo recibe de ésta los elementos con los cuales construye su cultura (Ceberio 2011). Es un proceso recursivo donde la sociedad crea la cultura y cada familia construye la propia, enmarcada en lo social y a su vez esta construcción impacta sobre la sociedad.
Todavía estamos en una transición en donde los parámetros de la concepción de familia son los tradicionales: heterosexual y con vínculo matrimonial, con uno o más hijos, mujer ama de casa y hombre que trabaja fuera. Poco a poco se va gestando una ruptura del modelo tradicional, pero todavía falta tiempo para desestructurar la hegemonía de esa estructura. Por ejemplo, todavía no se ha realizado la inversión entre un hombre amo de casa y una mujer que trabaja fuera. Mientras tanto, la mujer trabaja doblemente dentro de casa comandando el hogar y coordinando las tareas domésticas, y además trabaja fuera de casa. Mientras tanto, el hombre “colabora”, que no implica que lidera tales tareas.
Todavía las concepciones tradicionales en ciertas generaciones tienen mucha relevancia. Si el hombre no trabaja fuera de casa y la mujer es profesional, empresaria o empleada y aporta la cuota principal de dinero, el hombre es tildado como un “vivillo”, alguien aprovechador de su mujer: pero la inversa no es significada de la misma manera.
Los parámetros de la familia tradicional están mucho más arraigados de lo que pensamos, entonces, cualquier matrimonio alternativo como familias de parejas lésbicas o gay, o padres y madres solteras que han adoptado o que han concebido sus hijos in vitro o por alquiler de vientre, desarrollando la monoparentalidad, todavía son objeto de descalificaciones o juicios críticos.

La Monoparentalidad, una constitución compleja

En el caso de la monoparentalidad, como una estructura alternativa a la tradicional, todavía no existe una descripción aceptada ni hay una unidad de criterios sobre sus formas de constitución, pero una de las definiciones más comúnmente empleadas es la que hace referencia a familias constituidas por uno solo de los progenitores, tanto hombre, mujer, o cualquier género y sus hijos. Es decir, entendemos por familia monoparental a todo grupo familiar de hijos dependientes afectiva y económicamente de uno solo de sus progenitores con el cual conviven, y que es a la vez e, ya sea de hecho o de derecho, la custodia sobre los mismos (Noaille Valdez, 2018).
Es importante conocer la causa de la monoparentalidad, para tener un acercamiento menos reduccionista y más flexible y así poder contemplar la diversidad de situaciones y poder comprenderla con mayor profundidad. Dentro de las conformaciones, la monoparentalidad se determina principalmente por separaciones o divorcios, la surgida a partir de un nacimiento fuera del matrimonio (madres solteras), cuando uno de los padres fallece o abandona el núcleo familiar, o la elección voluntaria por parte de una persona mayor de edad de cualquier género que decide conformar una familia, sin necesidad de tener una pareja, o cuando uno de los progenitores se encuentra en la cárcel.
También hay que aclarar que la monoparentalidad no necesariamente remite a una decisión, en ocasiones se fuerzan las circunstancias. Es el caso de mujeres, muchas que proceden de clases bajas, de limitada educación que han quedado embarazadas producto de ningún tipo de cuidado y fueron abandonadas o por relaciones ocasionales, terminando enfrentándose a una monoparentalidad no buscada. Otros que casadas y casados, fueron abandonados por su pareja, dejándolas a cargo de los hijos. Otras que han quedado embarazadas y las familias de fuerte tradición religiosa las han obligado a hacerse cargo de la parentalidad.
En otros casos, a pesar que algunos autores no las categorizan como monoparentalidad porque son ocasionales o temporales, son las situaciones de emigración, o de larga internación por enfermedades de alta cronicidad, o debido al trabajo de la pareja en localidades distantes o situaciones de encarcelación. Como se observa, es difícil hablar de la familia monoparental como un solo tipo de forma familiar, ya que en realidad hay diferentes tipos de familias monoparentales.
También hay que pensar si se deben cuestionar las funciones que ejerce el padre/madre en una familia monoparental, puesto que están descriptos en función de la constitución de familias tradicionales. Si lo que diferencia a la familia monoparental de la familia tradicional, es la ausencia de uno de los progenitores, cómo debe interpretarse la crianza de los hijos. Para lograr analizar esta nueva estructura hace falta construir nuevos parámetros familiares, puesto que ¿podemos hablar de ausencia de un padre o de una madre, si nunca existió en la estructura? o preguntarnos si los niños pueden percibir la ausencia de un progenitor por comparación con otros grupos familiares o si la enseñanza escolar muestra estructuras tradicionales de familia; se debe explorar cuál es la función del padre o de la madre para poder evaluar o significar las carencias, o si existen carencias; si surgen figuras complementarias de roles parentales faltantes (si es que faltan), figuras de apego, etc.
Algunos autores relacionan a las familias monoparentales con el problema de la “feminización de la pobreza”. Son mujeres solas que tienen la responsabilidad de la educación de los hijos y que además deben generar el sustento económico, más allá del cuidado normal que se tiene hacia los hijos. Esto complejiza aún más la trama si se tiene en cuenta que muchas no tienen cerca a la familia de origen, abuelos y tíos del niño, para contar con ayuda. No cuentan con los recursos suficientes para salir adelante y a veces su estado tan precario linda con la marginalidad. Por otra parte, las diferentes legislaciones no contemplan claramente este tipo de conformaciones familiares, con lo cual, el problema se agrava más y con pocos visos de solución.
Sea como fuere las familias monoparentales pueden ser fruto de una decisión y si el estándar económico y familia extensa y amigos acompañan el proyecto, seguramente la situación llegará a buen puerto. Diferente es la situación, que la monoparentalidad se produce no por propia decisión, sino por causas circunstanciales, en este caso el panorama es riesgoso y problemático.

Notas:
Arriagada, I. (2004). Transformaciones sociales y demográficas de las familias latinoamericanas. Papeles de población, 10(40), 71-95.
Ceberio M. R. (2011) La terapia familiar en Ceberio M. R. y Serebrinsky A. (2011) Dentro y fuera de la caja negra. Psicolibro.
Cobos, E. (2008). Adolescencia y familia: revisión de la relación y la comunicación como factores de riesgo o protección. Revista intercontinental de psicología y educación, 10(2), 105-122.
García, B., & Rojas, O. L. (2004). Las uniones conyugales en América Latina: transformaciones en un marco de desigualdad social y de género. En: La fecundidad en América Latina:¿ transición o revolución?-LC/L. 2097-P-2004-p. 213-230.
Noailles Valdés, F. (2018). Desarrollo psicosocial en niños en familias monoparentales [en línea]. Tesis de Licenciatura, Universidad Católica Argentina, Facultad de Psicología y Psicopedagogía. Departamento de Psicología. Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/502
Martín, M., & Megret, M. T. (2013). Funciones básicas de la familia. Reflexiones para la orientación psicológica educativa. EduSol, 13(44), 60-71.
Mazzeo, V. (2007). Los cambios en la organización familiar: el incremento de las familias monoparentales en la Ciudad de Buenos Aires a partir de los ochenta. Población de Buenos Aires, 4(5),63-74

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