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Una disculpa sincera llega al corazón de los seres humanos como ninguna indemnización o el poder político logran hacerlo.
Una disculpa es, esencialmente, un instrumento de comunicación interpersonal. Trasladar el concepto de disculpa al terreno de las relaciones internacionales no resulta una tarea clara o sencilla. Hay incluso quienes sostienen que cuando se trata de reparar un daño entre dos países, resulta más efectiva una compensación monetaria que una disculpa. Sin embargo, una disculpa sincera llega al corazón de los seres humanos como ninguna indemnización o el poder político logran hacerlo.
Aunque la disculpa no es la única forma de reconciliación, es un método único para expresar los remordimientos de un estado a otro – después de todo, un estado no es otra cosa que una colectividad de personas.
En mayo de 2005 Alemania conmemoró el 60º aniversario del fin de la II Guerra Mundial con una ceremonia durante la cual el Presidente Horst Körst enfatizó la responsabilidad por una guerra que, en sus propias palabras, “transformó a toda Europa en un cementerio en masa”. Unos meses más tarde Körst se reunió en Varsovia con el Presidente de Polonia, Aleksander Kwasniewski, para asistir juntos a las ceremonias en recordación de la invasión nazi a Polonia; depositaron flores en la Tumba del Soldado Desconocido y de los Héroes del Gueto de Varsovia.
Primer Ministro Junichiro Koizum visita el Yasukuni Shrine
En octubre del mismo año, el Primer Ministro del Japón, Junichiro Koizumi, visitó el Santuario Yasukuni. Ello causó protestas oficiales de Corea del Sur y China, y fue considerada por ambos países como una “falta de contrición por la devastación causada en el norte y sureste de Asia” durante la II Guerra Mundial. El controversial monumento a los soldados caídos es considerado por los países de la región, que fueron víctimas de la agresión militar japonesa en el Siglo XX, un símbolo del militarismo japonés de la II Guerra Mundial. En el Santuario reposan, al lado de millones de víctimas de la guerra japonesa, catorce criminales acusados de cometer los más horrendas faltas contra la paz mundial y la humanidad y de haber tomado parte, también, en la invasión contra China, infligiendo atrocidades imperdonables a ese pueblo.
¿Cómo se explican estos dos acontecimientos tan radicalmente distintos de dos naciones, Alemania y Japón, cuando ambas cometieron atrocidades durante la II Guerra Mundial? ¿Por qué algunas naciones que fueron enemigas han establecido relaciones cordiales, mientras que otras continúan enemistadas? Muchos investigadores consideran que uno de los factores que promueven la reconciliación entre países es una disculpa adecuada. Estos estudiosos coinciden en afirmar que, aunque la disculpa por sí sola no puede llevar a una reconciliación completa, definitivamente contribuye a lograrla.
Las investigaciones sobre el tema analizan los requisitos para que sea eficaz, pero no explican el porque un estado puede emitir una disculpa efectiva o inefectiva. Entender esto se vuelve crítico especialmente porque se ha demostrado que si es inefectiva no sólo no mejora las relaciones entre las naciones, sino que de hecho las empeora y los dos estados dan marcha atrás en el camino hacia la reconciliación. Los requisitos más mencionados por los expertos para una disculpa efectiva incluyen que sea sincera -y por lo tanto conlleve un compromiso de no repetir la ofensa-, que sea respaldada por la gente común y que reconozca la injusticia y la responsabilidad.
Alemania
La memoria alemana ha sido generalmente consistente a lo largo de la historia de la post-guerra. En esos primeros años tanto la versión oficial como la memoria colectiva reprimieron las injusticias sufridas por otros y se concentraron en su propio sufrimiento. Durante esta época, conocida como la Era Adenauer, las disculpas ofrecidas fueron incompletas e infructíferas. Posteriormente, en los años 1960s y durante la era de la Ostpolitik, surgió una franca discusión sobre el Holocausto y el sufrimiento de los demás. Fue en este momento, cuando se asumió la injusticia infligida a otros, que se ofrecieron disculpas efectivas.
La memoria de un país está constituida por la combinación de la versión oficial de los hechos y la memoria colectiva.
La más famosa de estas, fue la célebre Warschauer Kniefal ofrecida por Willy Brandt en diciembre de 1970. Durante su visita al monumento en memoria de las víctimas del Gueto de Varsovia, Brandt cayó de rodillas; más tarde comentó: “bajo la carga de millones de víctimas asesinadas, hice lo que los seres humanos hacen cuando les faltan las palabras.” A pesar de no ser un discurso, fue un acto de reconocimiento de la propia responsabilidad por las ofensas cometidas y su sinceridad es clara; aunque inicialmente causó una gran controversia en Alemania Occidental, este acto de disculpa fue acogido por el público alemán años más tarde.
Esta armonía y concordancia entre la versión oficial y la memoria colectiva sirve de base para que los líderes alemanes continúen produciendo disculpas efectivas…
Hoy, en la era de la post Guerra Fría, Alemania es una nación con una narrativa estatal estable y generalmente incuestionable, y una memoria colectiva que reconoce la era del Nacional Socialismo y la II Guerra Mundial como un error, y los horrores y la responsabilidad por el Holocausto y otras atrocidades. Esta armonía y concordancia entre la versión oficial y la memoria colectiva sirve de base para que los líderes alemanes continúen produciendo disculpas efectivas para mantener su alto nivel de reconciliación.
… la versión oficial mostró signos de remordimiento al darse cuenta de la importancia de la narrativa de la guerra en sus relaciones internacionales.
Hosokawa reconoció injusticias específicas cometidas y aclaró explícitamente que se provocaron sufrimientos. En su discurso manifestó que, “debido al pasado colonial de nuestro país, los residentes de la Península de Corea han padecido diversas formas de dolor y aflicción, incluyendo circunstancias tales como el no permitirles el uso de su propio idioma en las escuelas, ser forzados a cambiar sus nombres por nombres japoneses, y la apropiación de mujeres para “alivio” de las tropas”. Esta disculpa fue bien recibida por el público nacional e internacional y en respuesta, el gobierno de Corea decidió suspender sus exigencias de compensar a las mujeres que fueron utilizadas para “alivio” de las tropas.
Dos años más tarde, el Primer Ministro Murayama extendió otra disculpa, llamando los actos de agresión por parte de Japón “hechos irrefutables de la historia”, instó a ese país a “eliminar el nacionalismo puritano y declaró además, sus “sentimientos de profundo remordimiento y expreso mi más sincera disculpa”. Ésta es la disculpa más completa y efectiva que el Japón ha emitido hasta la fecha. Aunque los conservadores se avergonzaron ante esta declaración, en términos generales la disculpa fue bien recibida a nivel nacional y muchos de los principales periódicos la aplaudieron.
… el Primer Ministro Murayama extendió (…) la disculpa más completa y efectiva que el Japón ha emitido hasta la fecha.
Sin embargo, la reacción conservadora fue violenta y en años recientes la versión oficial de la guerra ha sido extremadamente ambigua, con muchas inconsistencias. El fracaso del gobierno en proyectar una narrativa oficial detallada y cohesiva o por lo menos, un intento de des-enfatizar la agresión ha resultado no sólo en fricción con sus vecinos asiáticos, sino también en la desilusión de los ciudadanos con su gobierno. A pesar de que la memoria colectiva continúa incluyendo la conciencia de la agresión y la responsabilidad japonesas, esta falta de consistencia en la versión oficial continúa impidiendo que Japón exprese disculpas efectivas en la era actual, y más aún, erosiona el progreso de la reconciliación que las dos disculpas efectivas arriba mencionadas lograron obtener.
La comparación de las memorias de Alemania y el Japón nos ayuda a entender por qué, como muchos argumentan, Alemania ha sido capaz de ofrecer disculpas más efectivas que Japón. Hay diferencias significativas entre las dos naciones, pero también, tal vez sorprendentemente, un número importante de similitudes. Las memorias de ambas naciones empezaron de manera similar en la primera década después de la guerra y los dos países reprimieron la memoria de sus propias acciones escogiendo, en cambio, enfocarse en su propio sufrimiento tanto en la versión oficial como en la memoria colectiva. Los dos estados experimentaron un incremento repentino en la aceptación de su propia agresión y responsabilidad en los 1970s, especialmente en la memoria colectiva. Más aún, cada estado ofreció una disculpa que es, definitivamente, la más relevante la de Weizsäcker de Alemania y la de Murayama de Japón.
La comparación de las memorias de Alemania y el Japón nos ayuda a entender por qué, como muchos argumentan, Alemania ha sido capaz de ofrecer disculpas más efectivas que Japón.
Sin embargo, mientras que la versión oficial japonesa continúo siendo reacia a incluir su propia agresión en los 1960s y 1970s, la narrativa oficial alemana se volvió más pormenorizada en la misma época. Cuando la versión oficial alemana intentó volver a restarle importancia al tema del Holocausto y sus propios crímenes una década más tarde, la memoria colectiva logró influir de tal manera en la versión oficial que al final de esa época volvió a ser de disculpa. Una de las principales diferencias entre Alemania y Japón es que la memoria colectiva alemana logró afectar la versión oficial para hacerla coincidir con ella, mientras que la memoria popular japonesa ha sido incapaz de lograrlo. Además, debido a las fuertes críticas que ha enfrentado, la versión oficial japonesa no ha logrado consolidarse como una posición oficial, fija e inmutable de la guerra y en tiempos recientes se ha tornado menos pro disculpa y más conservadora. Por su parte, la versión oficial alemana ha alcanzado una estabilidad en la cual no se cuestiona o debate la responsabilidad de esta nación por el sufrimiento infligido a otros.
Una de las principales diferencias entre Alemania y Japón es que la memoria colectiva alemana logró afectar la versión oficial para hacerla coincidir con ella, mientras que la memoria popular japonesa ha sido incapaz de lograrlo.
Más aún, a pesar de que tanto Alemania como Japón han presentado disculpas efectivas, el grado de efectividad de estas disculpas no es el mismo. Esto sugiere que tal vez existe un gradiente dentro de las disculpas efectivas. Esto sumado al hecho de que Japón no continuó ofreciendo disculpas ciertas, es la causa de que muchos consideren que Alemania ha logrado reconciliarse de manera exitosa, mientras que Japón ha tenido dificultades para conseguirlo. La versión oficial del Japón ciertamente se ha expandido desde los años inmediatamente posteriores a la guerra sin embargo, esto se ha debido más a fuerzas externas, como la normalización con sus vecinos, la presión internacional o crisis diplomáticas, que a presiones internas, como en el caso de Alemania.
Esto nos lleva a un punto importante que en la década más reciente, ha sido el más problemático en términos de la forma en que la narrativa de la guerra ha afectado la política exterior del Japón. Algunos actos gubernamentales han reflejado una versión oficial arrepentida, mientras que otras parecen promover una narrativa oficial que excluya los sucesos de agresión y la responsabilidad cometidos por los japoneses. Esto fomenta la posibilidad de que una disculpa inefectiva es peor para la reconciliación que la falta de disculpa, una narrativa oficial un tanto reticente al arrepentimiento es peor que una narrativa oficial que no reconoce del todo sus propias acciones.
La disculpa es el componente de la reconciliación que representa nuestra humanidad y nuestra capacidad como colectividad de trabajar para superar el pasado.
La reconciliación después de un evento traumático es difícil. La disculpa es sólo uno de los muchos caminos por los cuales un estado trata de conseguir la reconciliación. Sin embargo, como hemos observado en el caso de Alemania, las apologías pueden ser extremadamente carismáticas, emblemáticas y efectivas. La imagen de Willy Brandt arrodillado en el Gueto de Varsovia es a la vez inolvidable e innegablemente llamativa.
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