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Edición
16

Las nuevas formas del amor y la sexualidad de los adolescentes

Miami
¿Cuál es la realidad en la que están inmersos los adolescentes de hoy y bajo qué modo afrontan la sexualidad? ¿Qué lugar queda para el amor, la intimidad, la fidelidad y el compromiso? ¿Cómo es que experimentar el sexo devino mandato social? La opinión de psicólogos y psicoanalistas cuya experiencia clínica se desarrolla en diferentes ciudades de América y Europa, aportan una mirada a este fenómeno.

«Cuando éramos niños, el amor estaba definido, entre otras cosas, por los medios de comunicación, por nuestros padres y por las historias que leíamos en los libros. Teníamos los cuentos de hadas, soñábamos con príncipes y princesas, y el amor duraba para siempre. En el peor de los casos, admirábamos a The Brady Bunch [2], una familia ensamblada donde sus miembros se amaban y el divorcio, lejos de ser traumático, era tan sólo una reorganización del sistema familiar». Con esta reflexión la Dra. Sandra Coiffman-Yohros [3], quien tiene su práctica clínica en Miami, sitúa un punto de partida para comenzar a pensar cómo viven los adolescentes de hoy el amor y la sexualidad.
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…el sexo se ha convertido en una obligación para los adolescentes de hoy. Entre otras razones, interpreta que ello se debe a que vivimos en una cultura que nos incita a la búsqueda de goce en todas las esferas de nuestra vida.

La generación actual de los Estados Unidos posee una tasa de divorcio que sobrepasa el 52%. Ello indica que más de la mitad de esos niños ha sido criado conviviendo con uno sólo de sus padres, o pertenece a una familia reconstruida o ensamblada. Por otra parte, agrega la Dra. Coiffman-Yoros, cada vez son más los adultos que eligen permanecer solteros o posponer el matrimonio, lo cual conlleva que la paternidad se inicie alrededor de los 35 años. «El amor ya no es para siempre, la felicidad es transitoria y los matrimonios son temporarios». Los medios retratan constantemente imágenes de divorcios, affaires, traiciones y dolor. Los intereses comunes, valores u objetivos compartidos, como ingredientes principales para atraer a una pareja, han sido reemplazados por la sexualidad, la imagen corporal y la apariencia física. A partir de estas afirmaciones la Dra. Sandra Coiffman-Yoros se pregunta: ¿a qué llaman amor los adolescentes americanos hoy en día?

Este panorama, que bien podría precisarse con algún estudio sociológico que categorizara a los jóvenes por géneros y pertenencias socio-culturales, se extiende y generaliza por el globo tomando, en cada país o ciudad, su rasgo propio.

En Brasil, por ejemplo, el matiz lo dan los bailes funk y los grupos Emo, observa el psicoanalista Marcelo Checchia [4]. «Los bailes funk están típicamente presentes en los barrios de las clases sociales más bajas, aunque también han atraído a los jóvenes de niveles más ricos que viven en los grandes centros urbanos de Brasil, especialmente de Río y Sao Paulo. La música, la danza y los comportamientos de los jóvenes que practican funk, son explícitamente eróticos. Las canciones hablan de sexo y en el baile se reproducen los movimientos corporales del acto sexual. Por otro lado, en las fiestas de los grupos Emo, los jóvenes expresan la sexualidad de manera casi opuesta: uno de los ideales Emo es evitar cualquier tipo de clasificación y rotulación, lo que autoriza diferentes posibilidades de expresión de la sexualidad. Ellos, incluso, defienden una sensualidad mucho más flexible e indefinida donde el amor es casi independiente del sexo de la pareja, lo que sugiere que el cariño es más importante que tener sexo. Pero más allá del funk y de los grupos Emo, podemos mencionar dentro de la cultura brasileña a diversos grupos que se reúnen en torno a otros estilos musicales, como axé y pagode, que muchas veces hacen alusiones directas a las prácticas sexuales.»

Un informe del diario La Nación de Argentina [5], recogió una serie de observaciones que se vienen dando desde hace algún tiempo como nuevas preferencias de los adolescentes. El artículo resalta que los juegos eróticos entre jóvenes de un mismo sexo tienden a generalizarse, así como también comienza a ser un hábito que en los viajes de fin de curso se realicen sorteos cuyo premio son los favores sexuales de alguna de las chicas del grupo.

El informe incluye la opinión del sociólogo e investigador de la Universidad de Buenos Aires Marcelo Urresti ,quien aclara que los adolescentes latinoamericanos no son del todo originales sino que, más bien, responden a una corriente global: «En Alemania u Holanda, estas prácticas son absolutamente normales entre los adolescentes. Hay una tendencia general a una baja de la edad de inicio en la práctica sexual y una caída de las barreras inhibitorias. Desde los años noventa a esta parte, hubo un cambio en la relación entre lo público y lo privado. Antes, el pudor tenía que ver con el espacio de la intimidad. Hoy, esas barreras se corrieron completamente».

Los teenagers de esta generación actúan muy diferente de sus padres, observa la Doctora Sandra Coiffman –Yoros. Leyendas urbanas como Rainbow parties son una realidad para los chicos norteamericanos de 13 años, y describe un rango de modos y variantes en que los adolescentes toman contacto: «Ellos utilizan términos como técnicamente virgen para expresar que el sexo oral y anal no son considerados como una consumación sexual. Los jóvenes practican el hooking up, es decir, tener encuentros sexuales con alguien pero sin ningún compromiso, amor o deseo de intimar. Se trata exclusivamente de un alivio de las tensiones sexuales. Los chicos hoy estilan tener amigos con beneficios con quienes se conectan sexual e íntimamente, pero sin comprometerse. Otra tendencia actual es el uso de bandas de colores en la muñeca que, a modo de código, expresan cuán dispuesta está una chica de salir con alguien que se atreva a utilizar dicho color. »

Cuando prestamos atención a esta realidad en la que están inmersos los adolescentes de hoy no podemos dejar de interrogarnos acerca del lugar que tiene para ellos el amor, la intimidad y la importancia de mantener una relación exclusiva. «Si estos elementos no se incluyen, ¿cómo es que se pasa de ser simplemente un amigo a ser novios?», se pregunta la Dra.Coiffman-Yoros. Y añade que, si le indagamos a los teenagers sobre estas cuestiones, es probable que puedan definirlas de algún modo pero «seguramente fallarán a la hora de involucrarse en un relación saludable.»

La realidad sexual que se plantea en el nuevo milenio juega a desestimar la diferencia entre los sexos, parece funcionar desligada del compromiso afectivo y respondería más a un mandato social que a la lógica del deseo.

..el amor, la intimidad y la importancia de mantener una relación exclusiva. «Si estos elementos no se incluyen, ¿cómo es que se pasa de ser
simplemente un amigo a ser novios?»…

El psicoanalista Marcelo Checchia, se inclina a pensar que el sexo se ha convertido en una obligación para los adolescentes de hoy. Entre otras razones, interpreta que ello se debe a que vivimos en una cultura que nos incita a la búsqueda de goce en todas las esferas de nuestra vida. El consumo se ha tornado una práctica esencial para mantener el sistema económico social y a partir de ello devino también un medio de goce. El sexo, así como las relaciones afectivas, se transformó en una nueva vía de incitación al consumo. Se trata de un imperativo de goce que se traduce en diferentes elementos culturales, entre ellos, la banalización del sexo y consecuentemente la iniciación sexual. La felicidad y el placer quedan reducidos a la esfera del consumo adquiriendo cada vez más el carácter de una satisfacción corporal.

La Dra. Coiffman-Yoros señala que no es una cuestión menor la falta de modelos de adultos que sostengan relaciones duraderas y que validen el esfuerzo que eso requiere. El resultado de ello es que los adolescentes están enfocados en divertirse, en no permanecer controlados, en evitar el dolor y recibir gratificación inmediata.

Los ideales no pueden mantenerse a perpetuidad, se reforman cuando cambia la escena del mundo.

La función de transmisión que cumple la familia conjuntamente con lo que la sociedad ofrece en cada época, será la arcilla con la que forjan los ideales. La cultura cambia según los recursos de los que se vale en cada momento de la historia, y ello también transforma a los sujetos. Por eso, cada generación tiene rasgos que la diferencian, aunque las cuestiones fundamentales del ser permanezcan a través de todas las épocas.

La institución familiar hoy transmite un debilitamiento de los lazos de amor. Al mismo tiempo, la cultura actual ofrece los recursos de la tecno-ciencia que no dejan de tener su incidencia a la hora de crear vínculos y abordar la sexualidad.
El Dr. Roberto Goldstein y el Lic. Mauricio Santín [6], desde Barcelona, indican algunos puntos importantes de la cultura que pueden influir en la estructuración de los sujetos contemporáneos, alcanzando en algunos casos un carácter patológico. Ambos profesionales coinciden en que el auge de las nuevas tecnologías, internet, telefonía celular, etc., son elementos de la vida cotidiana y, de acuerdo al uso que se les da, pueden estimular a establecer vínculos virtuales más que reales. Los SMS de los teléfonos celulares, a los que algunos adolecentes viven pegados, establecen un neo lenguaje y un tipo de relación en la que no se tocan ni se ven. «Tenemos pacientes en consulta por adicción al sexo por internet, sexo virtual, donde el otro aunque existe no deja de ser una creación, ya que en general no se conoce la identidad y, en algunos casos, ni siquiera el sexo real de los interlocutores.»

En nuestro tiempo hay un uso accesible y naturalizado de los contenidos pornográficos que ofrece la red; de hecho, por la eficacia para captar el tiempo ocioso de los navegantes, se constituyó en una de las industrias más rentables. Es interesante diferenciar cuándo esta nueva costumbre puede adquirir un rasgo patológico alcanzando el estatus de adicción. De acuerdo a la opinión del Dr. Goldstein y el Lic. Santín, en este tipo de trastorno prima el voyerismo y forma parte de un cuadro que podemos considerar narcisista, ya que el otro no es real, es una proyección del sujeto, no existe como tal, no se toca.

No todos los jóvenes se vuelven dependientes de la pornografía. Muchos encuentran que hay mejores modos de gozar. Sin embargo, el fácil acceso que desde Internet se puede tener a estos contenidos hace que el sexo ya sea parte de los elementos que dan forma a la realidad cotidiana de los adolescentes de hoy. Pese a ello, se engaña quien cree que este tipo de contenidos es la causa principal que origina las prácticas sexuales que mantienen los chicos, afirma Marcelo Checchia. Y agrega que, «La incitación al sexo, la banalización y la reducción de la sexualidad al acto sexual, tienen influencias más decisivas. En ese sentido hasta podría pensarse que la pornografía explicita es más honesta y clara para quien quiere aprender algo del acto sexual, pero por ese camino nunca aprenderá sobre la complejidad de las relaciones amorosas. »

Por otra parte, el Dr. Goldstein y el Lic. Santín, observan que en nuestros días prima la cultura de la imagen, donde el placer se centra en mostrarse y ser admirado. La fuerte incidencia de los medios que resaltan la figura de un artista, deportista o algún otro protagonista de la actualidad sin profundizar en su persona, influye de sobremanera en los adolescentes más frágiles y sin figuras sólidas de identificación.

Este nuevo estado de la cultura que nos libera de detenernos en algo más profundo que la apariencia remodela el mundo a la medida de la seducción. Y si bien estos nuevos ideales prometen un mundo más flexible y permisivo, no por ello libera de la angustia.
Los consultorios de los terapeutas y psicoanalistas son testigos de que lo trivial y lo efímero tiene consecuencias; lo que no toma consistencia real retorna por la vía de los síntomas. En ese sentido resulta interesante la observación clínica del Dr.Goldstein y el Lic. Santín: «encontramos en la consulta que una vez calmada la angustia que motorizó la demanda aparece un vacío con el que resulta difícil trabajar. ¿Qué es lo que viven ellos? Esa angustia por un vacío es el que hay que llenar de alguna manera.»

…en nuestros días prima la cultura
de la imagen, donde el placer se
centra en mostrarse y ser admirado.

Hubo un tiempo en que la adolescencia se teñía de una verdadera incertidumbre frente a los enigmas del amor. Por aquellos tiempos la sexualidad empujaba a poner los pies en el terreno del desconocimiento. Hoy el sexo es mostración, evidencia, propagación.

¿Qué pasa entonces con los jóvenes de nuestro tiempo?

La adolescencia es un trayecto en el que el humano confronta siempre al mismo punto de dificultad estructural para conformar su subjetividad: cómo tomar una posición sexuada. Pero la realidad contemporánea aporta matices que requieren pensar como se hace esa travesía en el siglo XXI.

La sexualidad pretende no ser ya un enigma. «Los jóvenes de nuestra sociedad están inmersos en un baño imaginario, con aromas especiales de estereotipos, ilusiones publicitarias e ideología de consumo», dice Checchia.

Los psicoanalistas Mauricio Santín y Roberto Golstein destacan que es necesario referirnos a la resolución de la conflictiva edípica para pensar sobre el sexo en la adolescencia. En relación a esa resolución, el joven será más permeable o no al influjo de la cultura social imperante. «Dicho de otra manera, el adolescente incorporará las tendencias culturales creativamente, o se tornará esclavo de ellas».

El encuentro con lo real del sexo se da en la pubertad a partir de las transformaciones y nuevas sensaciones que se experimentan a nivel del cuerpo; ello despierta angustia. Tradicionalmente se imponía la pregunta ¿cómo ser un hombre? ¿qué es ser una mujer? El Dr. Marcelo Checchia precisa que éste es el momento en que un joven es convocado a posicionarse conforme al «tipo ideal de su sexo; pero en la sociedad de hoy, esas identificaciones tienen variaciones: hombre, mujer, homosexual, bisexual, transexual». Y agrega que en el presente, la cultura ofrece variedad de opciones para establecer identificaciones al mismo tiempo que impide las condiciones para que se elaboren la angustia del encuentro con lo real del sexo. Construyendo una imagen de sí por la vía de ciertas identificaciones, el joven puede alcanzar la identidad necesaria para pertenecer a un grupo social, pero ello no es suficiente para sustentar a un sujeto que responda a la lógica del deseo.

…el humano confronta siempre al mismo punto de dificultad estructural para conformar su subjetividad: cómo tomar una posición sexuada…

Dadas las variables que están en juego en el nuevo milenio, la Dra.Sandra Coiffman-Yohros señala la importancia de revisar el mensaje que los adultos están dando a la nueva generación, y propone volver a definir el amor, la confianza y el compromiso en una sola y misma frase.

Parece difícil pensar en un modo más articulado entre el amor y el sexo en el marco de una cultura en la que ambos factores están constantemente separados. No obstante, el Dr. Marcelo Checchia insiste en la importancia de encontrar los medios para tratar el exceso de imaginarización en la cual están inmersos los jóvenes de hoy, y de propiciar las identificaciones simbólicas que los sustenten mejor como seres deseantes.

Notas:
[2] – The Brady Bunch es una serie de televisión Norteamericana sobre una familia ensamblada, que se transmitió entre 1969 y 1974.
[3] – Sandra Coiffman-Yohros, Psy. D, Miami, USA. Clinical Director of Mind Spectrum Institute.
[4] – Marcelo Checchia, Psicoanalista, San Pablo, Brasil, Miembro do Fórum do Campo Lacaniano.
[5] – Diario La Nación, Domingo 2 de diciembre de 2007.
[6] – Ambos Psicoanalistas Miembros de la Asociación Española de Historia del Psicoanálisis (AEHP). Barcelona, España.

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