Por
Desde que recibí la invitación a presentar el libro Chacana de Ana Guillot, dicen (y digo yo también) que sentí algo especial, algo como que el destino me ponía en ese camino, porque sabía (todos sabían) que esas fechas estaban muy complicadas entre viajes y compromisos.
-Por algo pasan las cosas – pensé mientras chequeaba mi agenda, en la cual estaba por determinar el día de regreso de un viaje a Buenos Aires. Finalmente, aunque tenía otra actividad que debía confirmar para ese día, acepté gustoso, sintiéndome honrado con tal invitación.
Fue así como inició un romance literario con una maravillosa novela poética o una poesía novelada, como cada quien quiera llamarla, así, libremente, ya que eso te provoca su lectura y para el caso, da el mismo resultado.
El título Chacana me encantó porque me recordó un viaje a Perú y en especial al Cusco, donde olvidé comprar justamente una chacana, la representativa cruz andina que simboliza cuatro puentes, unión entre lo alto y lo bajo, la luz y la oscuridad, lo mundano y lo espiritual…
Con el gusto de leer Chacana (habiendo leído antes algunas poesías de la autora) sentí curiosidad de conocer esta primera novela de Ana Guillot.
En efecto no entendí las tres primeras páginas, aunque las leí dos veces me pareció muy extraña la narrativa, y pensé que, si así estaba todo el libro, sería un suplicio leerlo, pero por disciplina tenía que hacerlo (si no de qué demonios iba a hablar en la presentación).
No pasó mucho tiempo para que me atrapara Chacana (de hecho fue en la cuarta página) me envolvieron sus personajes, su relación con Cusco, y cómo no iba a ser así, si cada párrafo te intriga más y más y quieres saber más y más de lo que pasa: que qué sigue, que si en verdad las niñas eran hijas de una sirena, que quién era el que se enamoró de Magdalena, que qué pasaba con Ada, la hermana, que si en verdad eran brujas, que quién era el forastero que la quería ver para “devolverle la mirada”, que de quién estaba embarazada, ¿de uno o del otro?, que quiénes eran esas múltiples voces que todo el tiempo opinaban…
Esas voces, sobre todo, me apasionaron esas voces, que eran como un inconsciente colectivo, o un gran coro griego o simplemente las chismosas del pueblo, de esas que nunca faltan (dicen por ahí).
Mientras leía, los pasajeros que iban junto a mí en el avión, se sorprendían de la vehemencia con que subrayaba el libro, ¡y con tinta! – ¡Qué barbaridad! – murmuraba la señora del asiento contiguo en el vuelo de Miami a Buenos Aires.
Pese a mi interés, no lo pude terminar de corrido, me quedé justo en el intermedio, cuando ya había una relación entre Magda y Joaquín. Y además ya había aparecido el tercero en discordia, la historia se enredaba y regresaba a ella cada vez que podía…
Cuatro días de mucho trabajo en Buenos Aires impidieron que siguiera su lectura, por lo que la reservé para el vuelo de regreso a Miami (justo un día antes de la presentación).
La terminé de leer en la larga fila de migración del aeropuerto de Miami y llegué a la cita en Books&Books de Coral Gables. Al entrar, de pronto me llamaron de una mesa donde estaban tres mujeres…
Saludé muy amable y al tercer saludo, ella me dijo: -Hola, soy Ana- y antes de decir hola, le dije ¡me encantó tu novela! Ana sonrío y agradeció como se agradece cualquier cumplido, o no cualquiera, sino uno especial, que desde luego era evidente que era sincero…
Al comenzar la presentación, Mónica Prandi, editora de la revista Letra Urbana y anfitriona del evento, agradeció desde un muy formal pódium la asistencia de un nutrido grupo de lectores y me presentó, haciendo una breve síntesis de mi biografía…
Me acerqué al pódium y observé que a unos metros estaba dispuesta una mesa redonda, con algunos libros de Chacana como para que el público los viera y, al lado, una sola silla donde Ana Guillot se sentó al iniciar la presentación.
Inicié como se inician todas las presentaciones de libros, palabras de agradecimiento y percibiendo las expectativas del público
-Debo confesarles que no vengo aquí como crítico literario, que no lo soy, vengo como lector, que sí lo soy… y como lector quiero decirles que Chacana no me encantó, me fascinó como hace tiempo no me fascinaba una novela. – Así es como dicen que inicié la presentación y que de pronto gire la mirada hacia Ana y me brotó la necesidad de estar más cerca de ella. -La verdad es que me siento extraño en este pódium, así que con su permiso voy a romper el protocolo – y dicen que tomé una silla del público y me coloqué en la mesa en la que estaba Ana.
Una vez colocado cerca de Ana, quien antes de iniciar la presentación me obsequió una chacana, (sí, como la que olvidé comprar en Cusco), empezó a fluir una energía especial, como esas que pocas veces se dan.
Expliqué que como lector cada página me fue envolviendo y no podía parar de leer, que me parecieron entrañables los personajes y la forma poética en que la autora iba narrando la historia, sobre todo ese coro de voces, que me lo imaginaba como miradas curiosas y murmuraciones y cada vez que la historia daba un giro interesante yo ya esperaba leer los comentarios. Incluso leí varios fragmentos y comencé a preguntarle a Ana sobre la historia.
-Me encantó cómo provocas en el lector la curiosidad – le dije a Ana – y nos presentas en Chacana a una protagonista que se atreve a vivir la vida, a enfrentarla, a gozar y sufrir sus consecuencias y, cuando pensaba que quedaba un cabo suelto en la historia, iniciabas con esa situación en el siguiente capítulo. No me imaginaba en qué terminaría-decía en la charla frente al público- y termina de la manera en que debía terminar, me cautivó. Ojalá que se den la oportunidad de leerla (les recomendaba constante), de verdad que les gustará. Insistía con los asistentes que se motivaban a elaborar preguntas a Ana: que si su relación con el Cusco, que cuánto tiempo tardó en escribirla, que por qué catorce años y siete visitas a Cusco, que qué opinaban sus alumnos de lo que ella escribía, que cómo decidió escribir en esta forma tan peculiar y decenas de interrogantes que animaban la conversación…
Ana confesó que el corrector de estilo de la editorial sufrió mucho con ella, porque quería poner puntos y comas por todos lados, y Ana quería, siempre quiso y lo hizo, conservar un estilo de narración distinto.
Fluyó tan armónicamente la presentación y Ana Guillot respondió las múltiples preguntas que, al final, casi todos los asistentes se pararon a comprar el libro para que Ana lo firmara.
Hubo un momento en la presentación en que alguien preguntó por qué el título de Chacana y Ana explicó que solamente al final de un capítulo hacía referencia al símbolo chacana. (Mágicamente yo tenía abierto el libro en esa parte, porque justo quería leer esa breve descripción)
Ana y yo no nos volvimos a ver en Miami después de la presentación, ya que ella tenía múltiples actividades y en tres días regresaba a Buenos Aires. Fue por e-mail que ella me pidió que escribiera una reseña.
Siguen rondando en mi mente ideas que me surgieron de la lectura de Chacana. Pienso en Magdalena y Ada, esas dos hermanas que crecieron con la misma idea de que su madre era una sirena y que por eso no se pudo quedar con ellas (aunque en realidad la madre las abandonó). Me pregunto si Ada por celos acusó a su hermana, para que la descubrieran y el remordimiento no la dejó nunca en paz, y que por eso se fue al convento y decidió nunca ver de nuevo a su hermana ni a su sobrina, si, esa hija que Magda no quería que naciera, que no saliera del vientre porque a ella la habían siempre dejado y no quería que su hija la dejara también.
Chacana es una invitación a enfrentar la vida, a vivirla, a gozarla, a sufrirla, como protagonista no como observador. Salir al mundo o encerrarse en la envidia, el egoísmo, la frustración.
Gracias a Letra Urbana por provocar que coincidiera con Ana Guillot para envolverme en la magia de Chacana.
Cinta Vidal presenta por primera vez sus murales y pinturas en diálogo en la Galería Zink de Alemania. MELT explora la interacción entre arquitectura y paisajes, destacando la conexión entre ambos y las relaciones humanas de los protagonistas.
La misofonía es un trastorno neurológico que provoca una sensibilidad extrema a ciertos sonidos. Los afectados reaccionan con irritación, desconciertan a su entorno y se genera un clima de tensión que afecta la convivencia y relaciones sociales.
Los influencers y gurúes digitales no sólo muestran vidas glamorosas, sino que ahora apelan directamente a la intimidad del usuario. Promueven el éxito sin educación formal, apoyados por algoritmos que fijan sus ideas, mientras la confianza social se fragmenta.
Para los wayuu el mundo está lleno de seres atentos al universo, algunos son humanos y otros no. La noción de personas en el cristianismo, el judaísmo y otras religiones de occidente ubican a los humanos como los seres centrales del universo. ¿Cuál es la riqueza de una cultura sin esa jerarquía?
SUSCRIBIRSE A LA REVISTA
Gracias por visitar Letra Urbana. Si desea comunicarse con nosotros puede hacerlo enviando un mail a contacto@letraurbana.com o completar el formulario.
DÉJANOS UN MENSAJE
Imagen bloqueada