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12

La isla de los amores infinitos. Entrevista a Daína Chaviano

Miami
La isla de los amores infinitos ha tenido una gran resonancia. Se ha traducido ya a 23 lenguas.

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¿A qué crees que se debe el interés que despierta la novela?

Supongo que se debe a una combinación de factores. Por un lado, se trata de una novela con muchas aristas. Es una fusión de historias que culminan en una gran historia de amor cuyos protagonistas, como un Romeo y Julieta caribeños, deben luchar contra la oposición de sus familias, aunque por motivos muy diferentes a los de la tragedia shakesperiana. También es una historia de fantasmas al estilo de una novela gótica contemporánea, cuyo centro es una casa fantasma que se desplaza por todo Miami. Y es también una novela histórica donde el lector conoce las costumbres, los sueños y las supersticiones de tres familias provenientes de tres continentes (África, Europa y Asia) que finalmente llegan a otro: América, específicamente, a La Habana del siglo XIX y principios del siglo XX.

Creo que a los lectores les gusta experimentar en carne propia y ver con ojos diferentes otras maneras de vivir. Además, casi todo el mundo sospecha o presiente que existen realidades invisibles en torno, pero pocos se atreven a mirar con atención para percibirlas. Así es que cuando alguien viene y les cuenta una historia donde aparecen estos elementos, pero no como parte de una narración fantástica, sino como parte de una posibilidad real, agradecen la experiencia.

Una de las cosas que escucho constantemente de los lectores en relación con esta novela es que se sentían como si estuvieran realmente allí, experimentando en carne propia lo que le ocurría a este o aquel personaje, mencionan su identificación con tal o cual personaje… Y mencionan tanto los personajes humanos, como Cecilia, Pablo o Amalia, como los fantásticos. Les ha fascinado esa humanización de los personajes «irreales», que parecen competir con los «reales» en sus afectos.

Supongo que todas esas razones pudieran explicar la acogida de la novela, aunque no dudo que puede haber otras. Para un escritor es imposible saber qué encuentra cada lector en sus libros, porque crean su propia novela a partir de la que uno escribió.

La historia de Cuba sigue plagada de odio, intolerancia, crímenes fraticidas… Estoy harta de tanta violencia. Lo que he visto y escuchado durante toda mi vida agotó la dosis de paciencia con la que nací. No quiero entender el mundo a través de la violencia.

Esta novela aporta una perspectiva antropológica bastante poco difundida acerca de Cuba. Se nota que has hecho una investigación que te ha permitido ubicar el cruce entre los antepasados chinos, españoles y africanos. ¿Por qué, en este momento de tu producción literaria, se te hizo necesario destacar ese aspecto de la diversidad que compone a Cuba?

La literatura es una aventura que nunca termina. Me gusta explorar terrenos vírgenes donde no han pisado otros. Siempre ando en busca de respuestas a preguntas muy personales sobre la existencia, sobre Dios, sobre la vida y sobre el mundo en que me ha tocado vivir. Quizás porque mi madre era psicóloga siempre me han intrigado y he explorado en la literatura los asuntos relacionados con la psicología, la parasicología y los fenómenos paranormales, además de la mitología y la historia antigua. Pero el contexto donde vivía me impidió llegar más lejos en mis primeros años como escritora.

Cuando salí de Cuba quise explorar las circunstancias históricas de una isla que, al compararla con el resto del mundo, parecía tan diferente y ajena que casi parecía provenir de otro planeta. He dedicado una década de mi vida a esa exploración, y he descubierto cosas que presentía y otras que jamás había imaginado mientras viví allí. Cuba tiene una historia oculta que yo prefiero narrar a mi manera. Estoy feliz al comprobar que la magia de esa historia oculta ha cautivado también a lectores de muchas otras latitudes.

La isla de los amores infinitos es la novela que cierra una serie de trabajos que has dado en llamar «La Habana oculta». Es curioso que ese cierre incluya el infinito…

Mis búsquedas literarias, incluyan o no hechos históricos, contienen mucho misticismo. Y ¿qué sería de lo místico sin la infinitud?

¿Por qué fueron necesarias cuatro novelas para decir algo sobre «La Habana Oculta»?

Hubieran podido ser más. Existen numerosas aristas en la historia de Cuba, incluso dentro de mi propia generación, que aún estar por explorar. Desde la política, mutante y caprichosa, hasta los estados emocionales de un pueblo que ha transitado de la esperanza hasta la desesperación, la historia de mi isla es inagotable, infinita…

¿Qué agrega especialmente La isla de los amores infinitos a la serie?

La isla de los amores infinitos resume y abarca toda la serie. Tiene su propia protagonista, pero en ella también aparecen reunidas las protagonistas de las novelas precedentes. De cierto modo, ayuda a concluir las novelas anteriores, aunque, desde luego, no las agota. Los destinos de las protagonistas previas, que habían quedado pendientes de un hilo, se retoman, lo cual les añade una nueva dimensión. Claro, estos destinos nunca quedan sellados del todo, ni siquiera aquí. Cada una de estas mujeres ha tenido vidas misteriosas que podrían continuar aun en otras novelas, pero solo el lector que ha leído los libros anteriores puede comprenderlo. Para aquel que solo ha leído La isla… estos personajes, si bien son intrigantes, son apenas complementos dentro de esta cuarta novela que es bastante compleja en sí.

Hay algo que me llamó la atención en esta última obra. La protagonista, Cecilia, hace un derrotero por toda su herencia étnica, por todos los amores y legados para «dejar de andar con los muertos». Esa metáfora parece preciosa para dar cuenta de que la vida no es sin los muertos, pero éstos en el buen lugar. Si bien el uso de los elementos fantásticos es un rasgo en tu obra, ¿crees que en esta novela se articulan de manera especial con la realidad?

La fusión de opuestos (fantasía vs. realidad, magia vs. ciencia) se repite en todas mis obras. Siempre he mezclado ingredientes y géneros antagónicos. En la serie «La Habana Oculta» la mezcolanza de criaturas mitológicas y realistas se mantiene. Creo que lo distintivo, en relación con otras novelas de la serie, es el peso de los acontecimientos históricos en los personajes, incluyendo los míticos. Por eso es posible que los elementos fantásticos cobren un sabor diferente. No creo que haya muchas novelas donde un duende pueda sentir náuseas al ver la patada que propinan unos paramilitares a una mujer embarazada; y mucho menos que la escena haya sido concebida para que el lector experimente la zozobra de ese duende como algo perfectamente lógico y posible.

La isla de los amores infinitos, si bien es histórica, antropológica, costumbrista, es principalmente una historia de amor. ¿Por qué elegís el amor para abrochar todas esas historias que se van cruzando en la novela y también para cerrar la serie de «La Habana Oculta»?

Porque no conozco elemento más universal que el amor. Y porque esta novela, además, lo necesitaba. La historia de Cuba sigue plagada de odio, intolerancia, crímenes fraticidas… Estoy harta de tanta violencia. Lo que he visto y escuchado durante toda mi vida agotó la dosis de paciencia con la que nací. No quiero entender el mundo a través de la violencia. Me niego a ello. Aunque exista aunque se encuentre en mis novelas mi naturaleza me conmina a mostrar el rostro oculto de la realidad tomando los acontecimientos históricos para reflejarlos en un espejo diferente. El amor lleva un signo contrario a la violencia. Por eso lo elegí como hilo conductor de una historia donde no deja de haber asesinatos, suicidios, golpes de estado, torturas y prisiones… Pero ese mundo de violencia queda en el trasfondo.

Todo escritor es un Dios. Y puesta a elegir, prefiero crear mis propios universos conjugando verbos que son afines a mi naturaleza. Mi Génesis particular comienza diciendo: «En el principio fue el Amor… »

Si los hombres aprendieran a buscar más dentro de sí mismos, si nuestra cultura prestara menos atención a la imagen física y exterior, y más cuidado al alma, este sería un planeta más habitable. Creo que nuestro mayor potencial como especie está dentro de nosotros.

A propósito del destino que le das a Cecilia, ¿podríamos decir que para construir alguna realidad posible hay que poner en juego algo irreal?

Yo diría que para construir una realidad hermosa, y que valga la pena ser vivida, es necesario tener el espíritu abierto a todo lo visible e invisible. En la diversidad del universo y en la propia infinitud está la verdadera belleza.

La isla… es la gran búsqueda de lo que la protagonista desconoce. Lo curioso es que eso oculto para Cecilia estaba en ella misma. ¿Cómo piensas esto de lo íntimo y, a la vez, extraño?

Si los hombres aprendieran a buscar más dentro de sí mismos, si nuestra cultura prestara menos atención a la imagen física y exterior, y más cuidado al alma, este sería un planeta más habitable. Creo que nuestro mayor potencial como especie está dentro de nosotros. Llevamos enormes riquezas en nuestro espíritu, pero pensamos que no tenemos nada. No creemos en el poder de nuestra mente, ni en nuestro espíritu, ni en las fuerzas invisibles que nos rodean. Eso es lo que descubre Cecilia al final. Por eso no es fortuito que, en el instante en que ella comprende que posee ese poder, también descubre el amor. Uno es resultado del otro. En mi mitología personal, ambos están indisolublemente ligados.

Háblanos un poquito del Martinico. A mí me ha recordado eso de que la verdadera mujer siempre es un poco loca…

Puede que tengas razón. En un principio escogí el Martinico porque era un duende propio de la región donde vive la familia española. Basándome en las leyendas sobre este tipo de seres, ideé mi propio Martinico, que tiene las características propias de esa criatura, pero que a la vez posee una personalidad especial.

Creo que el destino de mi Martinico, como personaje literario, se decidió el día en que supe que sólo las mujeres eran capaces de verlo. El Martinico es una expresión del alma femenina. Su presencia en la novela produce siempre una alteración, una perturbación, un «desarreglo» en el entorno. Está ligado a la potencia sexual de la mujer. Fíjate que se aparece por primera vez a las jóvenes que se acercan a la pubertad, y su comportamiento se altera aún más en momentos vinculados con la llegada de la adolescencia, la maternidad o la atracción sexual.

En La isla de los amores infinitos no deja de leerse también una dimensión política. El modo en que Cecilia va resolviendo su lugar en el mundo ¿es un modo posible de hacer con la identidad cubana en el exilio?

La experiencia de Cecilia como exiliada es la experiencia de miles de cubanos y posiblemente de millones de emigrantes en el mundo. Es una historia de inadaptación, de pérdidas, de búsqueda de una identidad pérdida a causa de un exilio forzado por las circunstancias sociales y políticas. En el caso cubano, se trata de un exilio traumático, tanto para los que se fueron como para los que se quedaron. La separación, las pérdidas, la muerte, el caos social y familiar generado por un sistema político que ha provocado la destrucción paulatina de una sociedad, son cuestiones que los cubanos consideramos traumáticas y, en muchos casos, insolubles. ¿Por qué hemos perdido tanto? ¿Podremos recuperarlo algún día? Esas son preguntas fundamentales para el cubano actual que también intentan responder Cecilia y el resto de los personajes en mis novelas.

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