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Edición
12

La construcción del relato

Buenos Aires
Andrés Labaké, arquitecto y artista plástico, Director del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, nos ofrece un relato que es el punto de basta de una interesante y amena travesía. El espejismo de los medios de comunicación pretende que la tecnología está a nuestro alcance y, aunque esto resulte difícil de creer, aún no es para todos. Los aportes de avanzada llegan por las pantallas pero en el mundo real hay que arreglarse con lo que hay a mano. ¿Qué les pasa a los artistas cuando la oferta tecnológica queda lejos de sus precarios recursos?

…la definición de centros y periferias, a la cuál no adhiero porque sería convalidar ese discurso que parte de los mismos centros, diría que se trata de los artistas contemporáneos que residen y trabajan en lugares periféricos de ciudades periféricas, de países periféricos de los grandes centros de los circuitos del arte… bueno no sólo del arte.


Debido a algunas de mis otras actividades en el campo de las artes visuales, recorro desde hace tres años distintas regiones del país, tomando contacto y relacionándome con las escenas locales y con artistas de diversas ciudades. Cada región tiene sus particulares características y un nivel de desarrollo en todos los aspectos desde importante a muy limitado.

Desde hace un tiempo venía reflexionando sobre la incidencia de la precariedad de recursos en la producción de los artistas contemporáneos de las variadas regiones. También pensaba sobre la incidencia de esta limitación en la elección del medio y del procedimiento elegido para desarrollar la obra y, sobre cuánto o en qué forma impactaba, condicionaba o transformaba esta limitación en la operatoria de producción, cuando no en la obra misma.

En algunos casos la utilización de medios convencionales responde a una decisión, a un posicionamiento, (más allá de cuál fuere su pensamiento estético filosófico), en otros no.

Muchos optan por la pintura como medio, otros como fin en sí mismo. Observo mucha pintura, y me interesa la posición de ésta en la producción contemporánea. La considero, aún cuando está sumamente bombardeada, un medio posible entre las operatorias actuales de producción. Desde ya que con un consciente posicionamiento en ella, intentando una reinvención del lenguaje, y atravesada por la pregunta filosófica sobre el quehacer mismo y sin desconocimiento de la historia de ésta.

Contemporaneo argentino digital

Pero debo reconocer que en muchos lugares encuentro pintura y artistas anclados, deliberadamente o no, en otras épocas: moderna, premoderna y si buceamos un poco más hasta en el siglo XVIII y XIX.

Venía constatando también que dicha tendencia, situaba o autosituaba a esta pintura en una posición aislada, autoexcluida de las operaciones conceptuales características en la producción artística post Duchamp.

En otros casos, muchos artistas optan por un medio tecnológico. La mayoría de las veces sólo se trata de procedimientos de digitalización de imágenes y no de la utilización de altas tecnologías aplicadas o entrelazadas en la producción.

Los artistas que optan por medios tradicionales, por razones obvias, encuentran menos obstáculos en relación a la limitación de recursos tecnológicos.

Estaba enfocando y detectando específicamente la relación de dicha precariedad con la producción de artistas contemporáneos residentes en pequeñas y medianas ciudades.

Indudablemente estamos en una era que podríamos llamar tecnológica, estamos atravesados por la tecnología, inmersos en ella. Si el lenguaje nos constituye como sujetos, seguramente el lenguaje tecnológico nos constituirá con una nueva subjetividad.

Si me permitiera dejarme tomar por un momento por la definición de centros y periferias, a la cuál no adhiero porque sería convalidar ese discurso que parte de los mismos centros, diría que se trata de los artistas contemporáneos que residen y trabajan en lugares periféricos de ciudades periféricas, de países periféricos de los grandes centros de los circuitos del arte… bueno no sólo del arte. Cuando estos artistas optan por utilizar como herramienta de producción los medios tecnológicos se enfrentan a muchas limitaciones concretas. Desde no tener computadoras propias y trabajar en un «cyber» o casas de amigos, a la inexistencia de laboratorios y casas de fotografía que amplíen e impriman imágenes. Y no estoy hablando de pueblitos de frontera.

A su vez todos o casi todos tienen la posibilidad de acceso fluido a información e imágenes actualizadas de la producción artística a nivel internacional. La tecnología informática lo ha permitido, nos llega a través de los distintos medios de comunicación, lo que no significa que tengamos acceso al uso de ésta.

Los medios tecnológicos, en poder de una minoría, son utilizados como medios masivos de transmisión de noticias, imágenes, publicidades, de determinados discursos, novedosos en su medio de transmisión pero continúan con antiguas estructuras de pensamiento y estrategias de mercado de sistemas socio culturales establecidos.

De esta manera en «la periferia de la periferia» a todos nos llega la tecnología, al menos las noticias de ella, las vemos por las pantallas pero estamos alejados de su uso.

Me planteé la intención de abordar esta problemática con una obra que a la vez estuviera en medio de ella. Llevarla a cabo desde la misma lógica e incompatibilidades expuestas, desde la generalizada e instaurada información tecnológica e imagen digital y a la vez, desde la precariedad de recursos imperantes en estas regiones.

Indudablemente estamos en una era que podríamos llamar tecnológica, estamos atravesados por la tecnología, inmersos en ella. Si el lenguaje nos constituye como sujetos, seguramente el lenguaje tecnológico nos constituirá con una nueva subjetividad.
Pero en el transcurso del camino noto que la producción contemporánea pasa por planteos, interpelaciones sobre sistemas de pensamientos, percepciones, y significaciones ya establecidas, sobre los modos de producción y también sobre lo tecnológico pero, con los medios que disponemos, con lo que tenemos a mano.

Una vez más, reflexiono sobre la incidencia de la unión de la información disponible de y por la tecnología, conjuntamente con la precariedad de recursos dados en el campo artístico.

Este pensar y resolver con lo que hay, con las limitaciones e inestabilidades, exige ingenio y en algunos casos da como resultado un énfasis más en la poética y en la intención de la obra, que en los medios tecnológicos utilizados – o no empelados.

Encontraba interesante esta situación, estas contradicciones planteadas y sus alcances.

Estaba entonces entre otras cosas indagando el concepto de precariedad, presente en la mayoría de mis trabajos, aplicándolo ahora específicamente a este campo y a la cuestión descripta, con la intención de abordarlo en una o varias obras que pudieran ponerla en evidencia.

oraneoentinogita

Me planteé la intención de abordar esta problemática con una obra que a la vez estuviera en medio de ella. Llevarla a cabo desde la misma lógica e incompatibilidades expuestas, desde la generalizada e instaurada información tecnológica e imagen digital y a la vez, desde la precariedad de recursos imperantes en estas regiones.
Partí con la intención de desarrollar la imagen tipo digital o tecnológica, materializada con otros medios que a su vez expusieran esta precarización. Entonces comencé a buscar posibles elementos que me sirvieran para la operación que intentaba.

Me planteaba afrontar la cuestión sin caer en lo literal o explícito, subrayarla de manera más cruda, sin la sutiliza o el enmascaramiento del recurso poético, o del medio elegido, como a veces ocurre en otras obras mías. A su vez, me proponía que la exhibición de este trabajo, no necesitara un texto como éste que la acompañe. Quería utilizar materiales de circulación frecuente y uso común.

En esos días salió la convocatoria para el premio Cultural Chandon que se expondría en el MNBA de Neuquén. Premio, que como ustedes saben, está orientado a promover, elegir y difundir una producción contemporánea en las artes visuales. Con la intención de federalizar el proyecto y apoyar artistas de diferentes regiones, lo realizan cada año en una ciudad distinta. Me pareció un marco interesante para el planteo de este proyecto.

La pintura en una burbuja dentro del arte contemporáneo. La obra cartel, imagen símil tecnológica o digital la realizaría lo más artesanal posible y opuesta a la operatoria de los procedimientos tecnológicos o digitales, enfatizando así la contradicción.

Desde hace tres años yo vivo alternando mis viajes de trabajo, con una residencia nómada mitad de tiempo en Bs As y la otra mitad en Roca, ciudad de Río Negro que está a cuarenta Km de Neuquén.

Ante la posibilidad de presentar para esta convocatoria, se sumaron entonces otras consideraciones al proceso de elaboración. Por un lado me interesó poder utilizar una materia que además de cumplir con los requisitos auto planteados, se pudiera conseguir en la zona. Por otro lado entró en juego el tema siempre presente de la complicación de embalar y enviar obras a salones distantes.

Trabajé con varias posibilidades y finalmente opté por desarrollar la obra en una pieza, de un metro por dos, de doble plástico transparente, con aire encapsulado en burbujas, conocido como Airenpack, o plick-plick. Ese material que se usa en todo tipo de embalaje, cumplía en varios sentidos como soporte y obra en sí para la cuestión que pretendía desarrollar.

Visto desde una cierta distancia las burbujas podían funcionar como píxeles, o mejor, como elementos módulos de una trama de iluminación de un cartel electrónico. Con respecto a que fuera un material fácil de conseguir en la zona, éste no sólo se fabrica en gran escala en Roca, sino además existe la leyenda urbana que se inventó y desarrolló ahí. Resolví entonces que éste, en lugar de ser el material de embalaje de la obra, sería el soporte y parte constitutiva de ésta.

Utilizaría las burbujas como píxeles o elemento modular y les daría color una por una, escribiendo un texto que pudiera referir a la problemática que quería evidenciar.Para unir varios de los puntos que componían esta cuestión, de producciones con intención tecnológica marcadas por la precariedad de recursos, y haciendo referencia a cierta pintura auto atrincherada y al especial énfasis que hacen algunos de la necesidad artesanal de la confección de las obras, me pareció interesante realizar el coloreado de los supuestos píxeles o módulos inyectando pintura líquida en cada burbuja, una por una.

La pintura en una burbuja dentro del arte contemporáneo. La obra cartel, imagen símil tecnológica o digital la realizaría lo más artesanal posible y opuesta a la operatoria de los procedimientos tecnológicos o digitales, enfatizando así la contradicción.

Produje entonces, la imagen digital de una obra no digital que además planteaba a materialización precaria y artesanal de imágenes influenciadas por tal tecnología. No niego que me encantó la propia contradicción en la que me encontré.

Elegí que el texto sea Argentino Contemporáneo Digital, que no habla de uno como artista con esas características, sino del arte argentino contemporáneo y digital.

Así armé el proyecto y como tal lo envié a la convocatoria del premio Chandon.

El proyecto, pensado especialmente para ese concurso y para ser exhibido en ese ámbito, fue seleccionado, y aquí surgió un inconveniente que produjo una interesante paradoja en el proceso.

Yo no había presentado la foto de una obra ya realizada, sino el texto de un proyecto a realizar. Por los tiempos que manejaba Chandon para la diseñar el catálogo de la muestra, debíamos enviar foto de la obra en un muy corto plazo. Mis tiempos, siempre escasos entre una actividad y otra, definitivamente no me permitirían inyectar cientos de burbujas, para la fecha que pedían. Sí lo tendría para el momento de entrega de la obra. Podría haber optado por enviar sólo el texto del proyecto y que fuera éste en el catálogo en lugar de una foto de la obra, pero me decidí por otra opción. Fotografié el paño de airenpack de uno por dos metros y digitalmente en el fotoshop coloreé las burbujas sobre la imagen fotografiada y bajada a la computadora.

Produje entonces, la imagen digital de una obra no digital que además planteaba la materialización precaria y artesanal de imágenes influenciadas por tal tecnología.

No niego que me encantó la propia contradicción en la que me encontré.

Finalmente inyecté las burbujas una a una con toda la paciencia y locura obsesiva.

…la obra hecha en material descartable de embalaje estaría a su vez embalada con sumo cuidado…

Era interesante cómo la pintura a veces se desplazaba imprevisiblemente por fuera de las ampollas, y dejaba marcas del proceso manual, artesanal, no riguroso y no tecnológico. Durante muchas horas estuve inyectando, pero con la cabeza ya en otro lado, de algún modo la obra ya la había realizado.

Me interesaban ya otras relaciones posibles a plantearse en el cruce con el público en el ámbito de la muestra. Por mi a veces imprevisible estadía en una u otra ciudad, tuve que realizar la obra en Bs As y no en Roca como había previsto.

Surgió entonces una segunda paradoja, ya no podría llevarla fácilmente en auto hasta Neuquén, debería embalarla. Tuve que hacerle una caja rígida de madera para protegerla. O sea, la obra hecha en material descartable de embalaje estaría a su vez embalada con sumo cuidado, para que por lo menos al día de la inauguración llegara en mediano buen estado. Y digo hasta el día de la inauguración, porque la propuesta, y así la transmití al museo y a los organizadores, era que la obra se pudiera tocar. Iba sin soporte alguno y debía colgarse tensada en el espacio o cercana a una pared o sobre el piso.

Al inyectar la pintura líquida en las burbujas de aire, el orificio utilizado para esto se secaba primero y , sellaba de esa manera con una película fina la pintura del interior que seguía líquida. ¿Quién no ha sentido la tentación de apretar con los dedos las burbujas de airenpack? Tendría este componente «digital»…Contando con esto, me interesó el proceso de transformación y degradación que podría sufrir la obra en el transcurso de la muestra. Con la pintura chorreando, expulsada de su burbuja por la presión… del público del salón de arte contemporáneo.

La obra fue expuesta en el ventanal de acceso del Museo de Neuquén. Previamente me llamaron para consultarme si estaba de acuerdo. No me pareció mal, mi trabajo navegaría en la ambigüedad de si era cartel de la muestra o una obra que la integraba.

Sólo lamento que finalmente se colgó a una altura por sobre las puertas. No sólo estuvo inalcanzable al tacto y a una posible transformación, sino que más de uno la interpretó linealmente o textualmente como un cartel. Riesgo previsible con el que corría.

¿Quién no ha sentido la tentación de apretar con los dedos las burbujas de airenpack? Tendría este componente «digital»…Contando con esto, me interesó el proceso de transformación y degradación que podría sufrir la obra en el transcurso de la muestra.

Yo no estuve en la inauguración, pero por comentarios que me llegaron, algunos si detectaron la intención de poner en evidencia la contradicción y la complejidad dada en la producción de arte contemporáneo tecnológico y/o digital en artistas alejados de estos recursos, y la incidencia de éstas en las imágenes y obras producidas. Otros vieron una crítica ambigua o equívoca a ciertas producciones conceptuales, la gran mayoría encontró cierta cuota de ironía en el planteo.

La obra finalmente llegó impecable, intacta, cuidadosamente embalada, a mi taller de Buenos Aires. Última ironía.

En vastas regiones del país, en el campo del arte contemporáneo, transitamos a pies descalzos, sinuosos caminos de tierra, celular en mano.

Y si ésta es una particular característica de diversas regiones del país, abordarla en la obra, ¿no la convierte a ésta también en arte regional?

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