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Edición
32

El running como observatorio social y cultural

Buenos Aires
El running visto como una práctica en la que se pueden leer algunas manifestaciones de las sociedades contemporáneas.
Letra Urbana – NY Marathon

La lectura de un título como el que antecede, con un tema en principio ajeno al campo establecido de la cultura, puede llamar mucho la atención. En efecto, podrán preguntarse, ¿qué tiene que ver un artículo sobre el running con una revista de cultura? En los próximos párrafos tomaremos este fenómeno de creciente atracción para hacer algunas breves observaciones sobre la sociedad contemporánea en la que surge y se multiplica.

La cultura desde una mirada ampliada

El campo de la cultura tiene entre sus objetos habituales de atención a las elaboraciones provenientes de las disciplinas artísticas, humanísticas y científicas, con las cuales construye su tradición principal. Esa tradición se alimenta con reflexiones e investigaciones más o menos sistemáticas alrededor de la creatividad y el cultivo del espíritu: las expresiones estetizantes, las manifestaciones del pensamiento, la interrogación cognoscitiva, sea en sus versiones académicas más elevadas o

cabe preguntarse por el lugar que le corresponde a los deportes y las prácticas vinculadas con el cuerpo: ¿qué es en definitiva el cuerpo? ¿cómo se lo produce socialmente? ¿qué significados producen las prácticas que se vinculan con él, sea en los términos de la salud, la apariencia estética, el disfrute, la actividad lúdica o deportiva?

espontáneamente populares forman parte de la colección de producciones que se incluye bajo el rótulo cultura. Con el tiempo, esa aproximación se amplía cuando se suman los aportes de las ciencias sociales, la antropología en primer término, la semiología y las disciplinas encargadas de estudiar la comunicación luego, y los cruces interdisciplinarios que se producen después de la Segunda Guerra Mundial. El campo de la cultura incluye cada vez más cuestiones y desarrolla herramientas de análisis que se aplican a las realidades más diversas: la vida cotidiana, el género, el consumo, la sexualidad, el cuerpo, la movilidad espacial, el tiempo libre, la moda, el encuentro, la amistad, la sexualidad, el amor, entre otros tantos rubros, se convierten en temas de análisis cultural.

En este terreno, cabe preguntarse por el lugar que le corresponde a los deportes y las prácticas vinculadas con el cuerpo: ¿qué es en definitiva el cuerpo? ¿cómo se lo produce socialmente? ¿qué significados producen las prácticas que se vinculan con él, sea en los términos de la salud, la apariencia estética, el disfrute, la actividad lúdica o deportiva? Si partimos de la noción de cultura entendida en una acepción amplia, es decir, como la dimensión significativa de la realidad social, aquella que supone los procesos sociales de producción, circulación y reconocimiento del sentido, los deportes, cualquiera de ellos, pueden ofrecer una interesante ventana para observar a las sociedades e interpretar sus tramas de significación.

Letra Urbana - NY Marathon
Letra Urbana – NY Marathon

Los deportes como ventanas para observar el mundo social

Los deportes son prácticas en las que el cuerpo está involucrado en primer plano. El cuerpo supone una forma de falsa certidumbre en la medida en que es inmediato, dato primero de la experiencia, fuente de vivencias, punto cero de la relación de los sujetos con el mundo, situación que lo coloca en un estado de “no interrogación”. Pero cuando se supera esa primera intuición y se inician comparaciones entre sociedades, épocas o momentos distantes de una misma sociedad el cuerpo comienza a verse en sus diferencias de concepción y surge como una articulación que se muestra contingente, es decir, que podría haber sido de otro modo, revelando su carácter de producción social, algo que no aparece ante la primera mirada, más bien naturalizante.

los deportes y los juegos pueden comprenderse como ventanas a través de las que se puede observar el mundo social inmediato en el que se insertan, lo que permite interpretar en ellos las líneas de perspectiva por las que se proyectan representaciones, valores, imaginarios, creencias y hasta mitos con los que las sociedades se conciben, se fantasean o se piensan a sí mismas.

Y con ello, podemos interrogar también a las prácticas deportivas y los juegos, tan diferentes en distintas sociedades y épocas, tan sensibles a las variaciones culturales y las formas de producción de sentido.

Detrás de los deportes es posible vislumbrar aspectos importantes de la constitución de las sociedades y sus culturas: los deportes son prácticas rutinarias en las que diversas  sociedades invierten energías musculares, económicas y simbólicas dentro de las que se perciben a sí mismas, se idealizan y se magnifican para generar la puesta en espectáculo de sus propios valores. A su vez y de manera indirecta, las distintas cultura se encargan de educar el cuerpo, de prepararlo para ciertas actividades deseadas, de darle forma y convertirlo en vehículo de ideales que permiten orientar anhelos productivas.

Podría decirse que los deportes son indicadores de lo que las sociedades hacen con los sujetos que las componen, hagan o no concretamente esos deportes, lo cual les infiere un carácter intencionado, no inocente y encauzado, aunque esas prácticas en principio desinteresadas y mundanas, no desencadenen mayores sospechas de profundidad o sentido trascendente en la superficie misma de su manifestación. Así los deportes y los juegos pueden comprenderse como ventanas a través de las que se puede observar el mundo social inmediato en el que se insertan, lo que permite interpretar en ellos las líneas de perspectiva por las que se proyectan representaciones, valores, imaginarios, creencias y hasta mitos con los que las sociedades se conciben, se fantasean o se piensan a sí mismas. Estas operaciones se notan con mayor claridad cuando se comparan sociedades muy distantes en el tiempo, cuando se confrontan sociedades muy distintas en términos de prácticas, costumbres y creencias o cuando se toma una sola sociedad y se la coteja con sus épocas anteriores.

el running
Sacrificio -Foto Julieta Rakover

El running y sus múltiples beneficios

Partiendo de lo expuesto, ¿por qué puede resultar interesante el running, una práctica tan común? En primer lugar porque es una práctica que se va extendiendo entre la población de las grandes ciudades. En efecto, cada vez son más los corredores que se ponen sus zapatillas y salen a hacer sus rutinas de carrera con una frecuencia y una exigencia mayores. Esos corredores invierten mucho tiempo, energías y recursos económicos para mejorar sus actuaciones. Ahora bien, ¿a qué se debe este cambio tan pronunciado en la cultura física de la población?

Si el número de corredores se amplía día a día, constituyen un mercado de gran interés para vender bienes y servicios.

En principio a las complicaciones de la vida cotidiana que se relacionan con el tipo de comidas y bebidas que incorporamos diariamente y, en especial, a las formas del trabajo, el desplazamiento y el tiempo libre, caracterizados por ser cada vez más estáticos y sedentarios. El resultado de la combinación de estos factores es que la población sube de peso, gana en problemas circulatorios, adquiere mayores niveles de colesterol, lípidos y azúcar en sangre. A la larga esto se traduce en enfermedades que en general son mortales como las cardiovasculares, las cerebrovasculares y la diabetes, que aunque no es mortal, resta muchos años de vida y deteriora notoriamente la calidad de la misma. Aquí tenemos una primera pista para entender por qué esta práctica de correr se extiende: es una cuestión de salud, de prescripción médica, lo que está lanza a la población adulta a correr. Hay que romper con el sedentarismo si se quiere vivir más y mejor.

Una segunda cuestión a tener presente es la que se relaciona con el aprovechamiento que las diversas empresas, marcas y ciudades hacen de este fenómeno. Si el número de corredores se amplía día a día, constituyen un mercado de gran interés para vender bienes y servicios. Así, las empresas de calzado y ropa deportiva, de suplementos alimentarios y de hidratación, de accesorios como relojes, cronómetros, pulsómetros y podómetros, encuentran importantes oportunidades para colocar sus productos y aumentar su volumen de facturación, por cierto, en aumento constante. Los productos destinados a este mercado son cada vez más variados y numerosos e incorporan tecnología con una velocidad importante. Por fuera de esta oferta directa, hay marcas y empresas que aprovechan este impulso para publicitar sus productos e instalar su imagen, aunque no esté en absoluto relacionada con el running. Así, hay bancos, empresas de seguros, de viajes, de automóviles, de gaseosas y hasta de cervezas que publicitan encuentros y competiciones en los que se convocan números cada vez más grandes de corredores. El esponsoreo de estas marcas se asocia con diversas competencias para corredores amateurs, competencias que aumentan día a día las convocatorias de diversas pruebas. Maratones, media maratones, carreras de 10, 8, 5 y hasta 2 kilómetros se suceden en todas las grandes ciudades, donde verdaderas mareas humanas corren hasta la meta.

Por último, están las ciudades que también compiten por atraer a corredores de distintos lugares, ya que además de instalarlas en calendarios de pruebas periódicas, se benefician con la visita de turistas que aprovechan las carreras para conocer las ciudades anfitrionas.

Esta virtud de los corredores es algo que está empezando a ser valorado en ámbitos laborales: se supone que una persona que es capaz de entrar en semejantes regímenes de sacrificio físico, de rutinas y disciplina férrea, sabe programarse, sabe esperar, no es ansioso, es fuerte mentalmente, tiene la capacidad de restringirse para recibir compensaciones futuras.

Hoteles, circuitos gastronómicos, museos, paseos diversos, excursiones, se ven extraordinariamente nutridos cada vez que hay una carrera multitudinaria. Las carreras masivas son de este modo un negocio para las ciudades que pugnan por atraer consumidores. En esto se produce un juego gana-gana entre intereses privados y públicos que tiran por igual para el mismo lado. Otro gran beneficio que genera esta práctica masiva es que construye mercados para bienes y servicios privados y públicos en expansión.

¿Un nuevo ascetismo?

Por último, está la cuestión de la disciplina vinculada con el cuerpo. Correr grandes distancias implica sin dudas un esfuerzo. Prepararse para una maratón de 42 kilómetros supone un entrenamiento muy exigente, en el que hay que superar etapas, fortalecer el cuerpo y la capacidad respiratoria, además de lograr un temple especial del ánimo para poder afrontar pruebas tan largas sin flaquear mentalmente y afrontar exitosamente todo el recorrido. Correr es además de un desafío físico, un duelo mental con uno mismo que solo se supera con la preparación reiterada y el logro de la constancia, virtud que sobreviene después de mucho practicar y conocerse suficientemente. Esa seguridad que tan definitiva es para este tipo de actividad física se conquista con el ejercicio.

Esta cuestión hace de los corredores no competitivos una suerte de grupo selecto que ostenta sacrificio y capacidad de concentración en una tarea que tiene para quienes no la conocen todas las apariencias de la tortura voluntaria. Ya se sabe por las neurociencias que el hábito de correr, después de un cierto nivel de rutina y reiteración, comienza a generar endorfinas y con ellas, sensaciones placenteras que hacen que los corredores, más que sufrir, disfruten con sus entrenamientos. Desde ya que esto no acompaña a un corredor en todos los segmentos de una maratón: hay un punto en que el cuerpo literalmente sufre los rebotes, se encuentra con la famosa pared de los 30 kilómetros, tan difícil de superar, comienzan los calambres y los tirones y no es raro que los corredores repitan mantras para pensar en otra cosa y conducir sus mentes bien lejos de esa actividad que no parece tener más sentido que el de llegar a la meta.

Esta virtud de los corredores es algo que está empezando a ser valorado en ámbitos laborales: se supone que una persona que es capaz de entrar en semejantes regímenes de sacrificio físico, de rutinas y disciplina férrea, sabe programarse, sabe esperar, no es ansioso, es fuerte mentalmente, tiene la capacidad de restringirse para recibir compensaciones futuras, lo que produce un fondo de confiabilidad, dada la buena conducta que cabe esperar de un sacrificado runner, amante de una disciplina casi sin recompensas. Un runner aparece entonces como un ejemplo, un ser con valores, capaz de seguir con su determinación contra todo sufrimiento. No es casual que muchos runners pongan en sus curriculums que corren, que han completado maratones. Es un modo de connotar indirectamente valores que son afines a la economía y las empresas de nuestros días. Otra razón para vincular esta práctica en principio inocente y muda, con el mundo social que la rodea, la produce, la induce, la desea…

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