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Edición
03

Cuando la ciudad no encaja

La comunidad cubana en Miami en los 60’s
Miami
Este ensayo fue extraído de un artículo que será publicado en Miami Modern Metropolis: Mid-Century Architecture and Urbanism (La metropolis Moderna de Miami: Arquitectura y urbanismo de mediados de siglo) editado por Allen Shulman. La autora agradece cualquier contribución personal de fotos o recolecciones que los lectores puedan ofrecer acerca de los eventos aquí tratados.

Cuban demostration in Bayfront Park (Miami News)Cuban demostration in Bayfront Park (Miami News)

La vida cívica es un acontecimiento público caracterizado por una relación reciproca entre la gente, una conversación en escala urbana. En los años 60´, Miami tenía pocos espacios cívicos en forma tradicional de plazas y edificios públicos, pocos edificios gubernamentales y carecía de una identidad arquitectónica oficial.

Incluso el Miami´s City Hall tenía poca presencia cívica, ocupando un lugar en un edificio prestado que se encontraba fuera del centro comercial de la ciudad, en la terminal de las aerolíneas Panamerican Airlines, en Biscayne Bay, Coconut Grove.

La vida urbana en La Havana se centra en numerosas pequeñas plazas, bulevares, paseos y parques urbanos que se acomodan tanto a la vida cotidiana como a las reuniones públicas.

De todas maneras, a partir de 1959, muchos habían llegado a Miami escapando al régimen Castrista en La Havana, una clásica ciudad construida alrededor de encantadores espacios públicos como el Parque Central, La Plaza de las Armas y Malecon, el paseo a orillas del océano. La vida urbana en La Havana se centra en numerosas pequeñas plazas, bulevares, paseos y parques urbanos que se acomodan tanto a la vida cotidiana como a las reuniones públicas. Miami podía ofrecer pocos lugares de reunión paralelos. Sin embargo, la comunidad cubana tuvo necesidad de expresar fuertes opiniones, tanto hacia su gobierno como hacia las políticas gubernamentales de los Estados Unidos y para ello recurrieron a manifestaciones públicas. Por ejemplo, contando con pocos recursos, la comunidad cubana tuvo que encontrar una serie de espacios para eventos cívicos en referencia al retorno de los prisioneros capturados durante la desafortunada invasión cubana a la Bahía de Los Cerdos en 1961. Sus compromisos con el espacio ilustraban la discrepancia entre su definición cultural del área pública y lo que Miami ofrecía.

Calle Ocho, 1960s (Miami News) Calle Ocho, 1960s (Miami News) 

Seguidamente se llevó a cabo la desastrosa campaña, en la que los miamenses cubanos habían invertido mucho, tanto monetariamente como en hombres. La comunidad repetidamente se reunió en el Parque Bayfront para hacer conocida su causa, ocupando el parque como si fuera una plaza urbana (Figura 1). En marzo de 1962, el Consejo Revolucionario Cubano, un grupo unificado de disidentes, organizó una sentada para demandar que Castro deje en libertad a los prisioneros tomados en el ataque a La Bahía de los Cerdos. El presidente del Consejo José Miro Cardona habló en el Parque Bayfront frente a una numerosa audiencia de ex-patriotas cubanos, pidiendo que el gobierno norteamericano presione a Castro en nombre de los prisioneros. Luego de ocupar el parque por seis días consecutivos, los manifestantes fueron removidos por la policía que arrestó a 152 personas.[2] Esta acción pública específicamente reflejó las reuniones masivas de La Havana que tomaron lugar en la Plaza de la Revolución rodeada de edificios gubernamentales.

En Miami, el Parque Bayfront era el único espacio público en el centro de la ciudad, suficientemente grande y visible para llevar a cabo una manifestación efectiva. El parque era también adyacente al Miami Daily News (el periódico Las noticias diarias de Miami), cuyo edificio era conocido por la comunidad cubana como «La torre de la libertad», ya que había servido como Centro de Refugiados donde el gobierno de los Estados Unidos los recibió al llegar a la Florida. Además, el Hotel Colonial de Miami, que había dado la bienvenida a turistas cubanos en días más felices, tenía su vista principal mirando hacia el parque.[3] Tanto la «Torre de la libertad» como el hotel formaban parte de iconos espaciales que de daban al parque una dignidad urbana y una posición que la comunidad cubana podría leer como una plaza, aunque hubiera sido diseñado como un jardín del placer.

St. Lazerus Parade, 1974 (Miami News)St. Lazerus Parade, 1974 (Miami News)


En abril de 1962 los prisioneros heridos fueron liberados y llevados al Aeropuerto de Miami, donde miles de personas los recibieron en la entrada de la terminal. Saludaban desde el edificio de la terminal que ignoraba al avión, transformando el aeropuerto en un espacio urbano de ceremonias. La terminal ya era familiar para la comunidad cubana tanto por ser un punto de partida como de llegada. Muchos, habitualmente, iban al aeropuerto para dar un paseo nocturno y pasar el tiempo, sin intenciones de viajar.[4] El aeropuerto proveía un espacio público con aire acondicionado, los aviones ofrecían entretenimiento, y así se fue convirtiendo en un punto de reunión.

En la víspera de Navidad, 1.113 prisioneros rescatados por el gobierno norteamericano fueron llevados en avión hasta una Base Aérea en Homestead, luego fueron llevados a reunirse con sus familias en el Miami Dinner Key Auditorium en Coconut Grove, en un hangar para aviones marítimos convertido en auditorio. Algunos oficiales dirigieron un discurso al público, pero el espectáculo era muy poco apropiado para la ocasión cuya principal intención era el rencuentro entre las familias. La naturaleza cívica, personal y emocional de una bienvenida pública, que implica una no separación entre actores y audiencia, dio lugar a una abierta y festiva, pero digna escena en la ciudad. La arquitectura de asientos sujetos al piso, mirando hacia un escenario, no servía. Nuevamente, una plaza se hubiera adaptado mejor para este propósito de la comunidad.

La naturaleza cívica, personal y emocional de una bienvenida pública, que implica una no separación entre actores y audiencia, dio lugar a una abierta y festiva, pero digna escena en la ciudad.

El 29 de Diciembre, el presidente Kennedy vino a Miami a rendir honor a los 2506 brigadistas que habían peleado en La Bahía de los Cerdos (Fig. 2). Este acto presidencial ocurrió en el estadio de football Orange Bowl, una gran arena en donde muchos cubanos se acomodaron. El evento, a pesar de haber sido muy concurrido, fue boicoteado por la amplia presencia de asientos vacíos y aislados del resto de la ciudad. De nuevo, la comunidad cubana se había comprometido, aceptando un espacio que físicamente podía alojarlos pero que carecía de las características de los espacios urbanos.

Finalmente, el 1 de Enero de 1963, José Cardona, desde su casa en 1034 Michigan Avenue en Miami Beach, entregó a los prisioneros liberados, cheques del gobierno Norteamericano por $250 dólares, como un reconocimiento por el servicio prestado. Un pequeño enclave cubano había logrado alojarse en Miami Beach entre una gran comunidad judía del norte. Verdaderamente, un número significativo de cubanos era judío. Distribuir cheques desde un apartamento transformó lo que podría haber sido un acontecimiento público en uno privado, trayendo a los veteranos, a través del paso elevado, a una calle residencial que en aquel momento fue cubierta con edificios pequeños de apartamentos, en gran parte habitados por personas mayores.

Cuando las familias cubanas llegaron a Miami, trataron de encontrar vivienda y empleo en donde pudieran. Muchos se concentraron en la zona de Calle 8, lugar que hoy en día se conoce como «La Pequeña Havana», mientras otros se establecieron en el norte de Miami, Opalocka, Condado Dade Sur y alrededores. El gobierno federal también comenzó un programa de reasentamiento que distribuía a las familias cubanas a lo ancho de todo el país.

Allí, los inversores cubanos compraron edificios para renovarlos y abrieron negocios que pronto trasformarían el estándar de Miami de calles, de cuatro carriles con angostas veredas, en una forma híbrida urbana entre un alargado mall americano y un mercado callejero cubano.

«La Pequeña Havana», una sección de la Calle ocho, comenzó a tomar forma como el centro comercial de la comunidad. Allí, los inversores cubanos compraron edificios para renovarlos y abrieron negocios que pronto trasformarían el estándar de Miami de calles, de cuatro carriles con angostas veredas, en una forma híbrida urbana entre un alargado mall americano y un mercado callejero cubano (Figure 3). El primer restaurante en abrir fue el Hong Kong Cuban Chinese, seguido de muchos otros incluyendo El Centro Vasco, Versailles, y La Carreta, que se convertiría en una venerable institución de la comunidad. Cuando nuevos edificios de restaurantes fueron construidos en los años 60’, fueron algo retirados de la calle para crear un pequeño espacio de patios pavimentado que serviría de coffee bar. [5] La asociación de negocios dejó libre un área en la esquina del centro comercial destinada a Dominó Park, un patio con mesas y sillas donde ancianos y gente retirada podría jugar al juego de observar el tráfico en la calle. (fig.4) Más lejos en la calle Ocho, un monumento a los mártires de la Bahía de los Cerdos distingue un espacio verde en una intersección residencial. Juntos, estos respiros en las zonas verdes de las veredas muestran una tradición Europea y Latinoamericana de calles sociales puntuadas por paradas en lugares donde, deteniéndose en esa cinta americana, se encuentran vendedores de autos y comida rápida. [6]

Al final de los años 60’, Castro prohibió todas festividades religiosas asociadas con la Navidad, ofendiendo a la predominante comunidad católica.[7] En respuesta, cada mes de Enero, los cubanos en Miami organizaron un desfile de día de Reyes en la calle ocho (Fig. 5). El desfile confirma el carácter simbólico de la Calle Ocho como centro de la comunidad cubana en Miami, incluso para las familias cubanas que residen en los suburbios. En cada instancia, demostraciones públicas y la vida diaria, la comunidad cubana supo demandar y construir espacios públicos urbanos a pesar de la estructura funcional y moderna de la grilla de la Ciudad de Miami.

Notas:
[2] «Police Arrest 152 Cubans in Bayfront Park,» The Miami Herald, March 13 1962.
[3] Robert M. Levine and Moiss Asis, Cuban Miami (New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 2000). p.21
[4] Conversacion con Miguel Bretos, quien emigro de Cuba a Miami a principios de los años 60. El recuerda cuando iba al aeropuerto solo como un paseo.
[5] Miguel Gonzalez-Pando, ed., Greater Miami: Spirit of Cuban Enterprise (Ft. Lauderdale, Florida: Copperfield Publications, 1996). p.103.
[6] Monica Ponce de Leon, «Calle Ocho,» Journal of Architectural Education.
[7] Miguel Bretos acotó que muchos cubanos no habían sido particularmente Católicos cuando ellos vivian en La Havana. Sin embargo, después de llegar a Miami ellos llenaron las iglesias locales así como también las escuelas parroquiales, especialmente Sts.Peter y Paul II, Il Gesu y St. Patrick.

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