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Edición
17

Buenos Aires Anónima

Buenos Aires
El proceso personal de cambio de país desembocó en el contacto íntimo con un mundo desconocido que orientó las vivencias y observaciones de esta autora, desde la literatura. Surgen así historias de suspenso, violencia, humor, amor y desamor, cuyos personajes luchan por preservar su individualidad en un mundo globalizado y dominado por los medios de información que insisten en la homogeneidad.
Entrevista a Leonor Curti, Buenos Aires

Buenos Aires Anonima

Buenos Aires Anónima
Leonor Curti nació en Buenos Aires. Es licenciada en Psicología y practicó el psicoanálisis durante 15 años en instituciones hospitalarias de su ciudad y en forma privada. Se formó rigurosamente y fue miembro de asociaciones locales e internacionales de psicoanálisis en la que ha expuesto y publicado numerosos trabajos. Pero fue en el 2002, cuando se radicó en Santiago de Chile que comenzó a escribir con asiduidad y las palabras le sirvieron de otro modo. El cambio de residencia junto con las nuevas experiencias, desembocan en el contacto íntimo con un mundo desconocido que comienza a tomar forma desde la perspectiva de las letras. Fue también en ese nuevo país, donde se aproximó a la carrera de Literatura Creativa en la Universidad Diego Portales, cuyo director honorífico es Don Nicanor Parra. En el 2005 regresó a Buenos Aires y profundizó su interés en los estudios sobre Latinoamérica. En esta vuelta a su ciudad, que ya no es la misma, retomó de manera decisiva la escritura y a comienzos de 2010 publica su primer libro de relatos, Buenos Aires anónima.

¿Qué es y cómo surge BAA?
Si bien la escritura no era algo novedoso para mí, ya que escribía frecuentemente sobre psicoanálisis -ámbito de mi práctica profesional- Buenos Aires anónima es producto de un encuentro inesperado en diferentes niveles.

El desencadenante te diría que fue la decisión hace ya varios años, de hacer la experiencia de vivir en otro país. Aunque fue claramente una decisión consciente y asumida, lo que estuvo absolutamente fuera de todo cálculo posible fueron las consecuencias mayores que aquella partida tuvo para mí.
En primer lugar, tomar distancia del lugar de origen, en mi caso la ciudad de Buenos Aires, me permitió poner cierta perspectiva; pensar estados de cosas que cuando todavía no me había ido me parecían “naturales” y que vistos a la distancia, tanto física como emocional, asumían otros matices, cobraran significados distintos.
Por otro lado, tratar de insertarme en una ciudad nueva y diferente a la mía, con sus códigos y sus tiempos, tuvo durante el primer tiempo sus complicaciones: limitaciones profesionales, procesos de segregación hacia lo foráneo, y también por qué no, de inesperada integración allí donde quizás no se la esperaba.

Todo este movimiento conllevó una puesta bajo revisión de varios aspectos de mi vida: el profesional, el cultural, el intelectual; aprender a sostenerme en un espacio de cruce de discursos, aprender a circular por márgenes más que dentro de campos.
Durante este aprendizaje volví a tomar contacto con la escritura, pero ahora ya no desde el psicoanálisis sino desde la ficción.

Paralelamente, abrirme no sin dificultades a lo nuevo y diferente me condujo a apartarme un poco de la mirada dirigida hacia Europa y hacia Buenos Aires como su caja habitual de resonancia, y a prestar atención a las diferentes culturas latinoamericanas, incluso precolombinas, básicamente desde la perspectiva de la literatura.

Di entonces con un crítico uruguayo, Ángel Rama, fallecido en 1983, y con “La ciudad letrada”, tesis suya que desarrolla el proceso por el cual la ciudad como matriz simbólica de poder surge en América Latina luego de la colonización, para legitimar y legislar sobre privilegios ilegítimos otorgados a las clases hegemónicas, para transformarlos luego en derechos adquiridos incuestionables.

La letra y los letrados en su uso, enajenan desde entonces tanto la relación de la gente con la tierra y la libre circulación por ella como la relación de la gente a la lengua, particularmente la hablada, …

en detrimento de lo escrito. Por supuesto, con el correr de las décadas esta matriz irá sufriendo modificaciones, traspasando plásticamente el tiempo y sus determinaciones históricas.

Sin embargo, esta matriz de pensamiento y de análisis me pareció totalmente vigente en nuestros días, cuando intentaba pensar ciertos fenómenos de la globalización. La salvedad a hacer es que la ciudad en nuestros días ya es bastión de los poderes hegemónicos, y sus mecanismos para que esa hegemonía se mantenga y no sea cuestionada se juega a nivel de los medios masivos de información y comunicación. Quizás podríamos llamarla la ciudad mediática.
Los medios aquí y en todos lados, “rediseñan” la ciudad como hecho de discurso: producen zonas de peligro, de exclusión, de marginalidad, instalan peligros inexistentes como latentes y latentes como reales, así como señalan el bienestar y el éxito esperables.

Los medios “rediseñan” el deseo y nuestro decir: nos dicen qué debemos desear, cómo conseguirlo y cómo comportarnos para tener éxito en nuestro cometido.

Esta maniobra de homogenización elimina las diferencias, las ataca solapadamente, y nos transforma a todos en seres anónimos, nos deja sin decir propio.

Y sin cuerpo propio: nos dice si debemos ser flacos, o gordos, altos o bajos, llenarnos de postizos, tener sexo en la medida y frecuencia indicada, comer lo necesario. A la vez, se fomentan todos los quiebres de las medidas que se quieren imponer: se estimulan los excesos de todo tipo. En la ciudad de hoy no preocupan los excesos en tanto sean meros desbordes que lleven a la errancia, y así se logra garantizar el status quo.

En ese punto complejo sitúo a Buenos Aires Anónima: sus historias tratan de plasmar el intento de homogenización a la vez que tratan de ir en contra de ello. Develarlo para superarlo, sosteniéndose en lo particular, hurgando en lo que a cada uno lo hace único.

-¿Quiénes habitan las historias de BAA?
Son seres que transitan los márgenes, que se asoman al abismo que se abre delante de ellos cuando las cosas no son como deberían ser o como ellos las han pensado. Seres que deben dirimir si ese abismo será su salvación o su ruina; la entrada misma en el laberinto o el hallazgo de una salida posible de la encrucijada.

Me interesaron personajes que de algún modo intuyen que desoír el llamado del camino propio conduce a la desorientación y a la errancia. Y que a la vez, anticipan que no se sigue el camino propio sin costos, sin dolor.

La ciudad es entonces el ámbito indispensable, el partenaire ineludible de cada sutil movimiento, de cada acto y de cada renuncia al acto también.

-¿Plantea BAA una salida de esa homogenización?
Creo que plantea un movimiento doble: en principio en mi caso, tomar la palabra fue darme una salida. En este sentido BAA no señala una salida, afirma que la hay. Cada quién tendrá que encontrar la suya a su manera. Sin ir en desmedro de lo dicho, BAA está conformada básicamente por relatos con suspenso, humor, amor y desamor, violencia y otros fenómenos contemporáneos, para leer, imaginar y disfrutar.

Por otro lado, hacer de la palabra un uso que resuene en el ámbito de lo más íntimo, de lo sensual y lo emocional en lo cotidiano, abre el camino de la evocación, de la resonancia. Y si bien no se puede garantizar que eso de por sí implique una salida, ojalá la vuelva deseable.

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