Search
Close this search box.

Edición
28

Identidad y diferencia: Pensar la mezcla

Barcelona
Las migraciones nos mueven a contextos diversos,aparecen “ellos”. Los que no migran reciben a los “otros”. Miramos de un solo lado de la frontera.
Diversity – Cecilia Lueza

La globalización del Siglo XXI toma su propia forma y relanza las tensiones entre identidad y diferencia.

¿Cómo sanjar las cuestiones entre los otros y nosotros? ¿Cómo vivir juntos en el contexto de hoy? Desde Barcelona, éstas fueron algunas de las cuestiones que la Dra. Yolanda Onghena[1], con una larga experiencia personal y formación en el tema, se prestó a conversar con Letra Urbana, a propósito del lanzamiento de su nuevo libro Pensar la mezcla. Un relato intercultural (Gedisa, 2014).

¿Qué es la mezcla en el Siglo XXI? ¿Alcanza este concepto para explicar el mundo en que vivimos?

La mezcla del Siglo XXI no es diferente de la mezcla que ha habido siempre y que es el resultado de la interacción, del encuentro y desencuentro entre personas.

Lo que ocurre es que pensar a partir de la mezcla ayuda a contextualizar en cada momento la identidad y la diferencia, como partes de un solo proceso con múltiples efectos. Hacerlo a partir de una identidad preestablecida o un territorio en particular no indica para nada la diversidad de escenarios sociales en el seno de las unidades culturales.  Además, posicionarse dentro de un proceso que se encuentra fuera de las estructuras de análisis clásicas, es observar desde dentro los elementos exteriores que han condicionado los resultados de este proceso y las razones por las cuales algunos momentos han sido silenciados, otros exaltados.

¿Es posible que el concepto de mezcla logre superar  asuntos como identidad, etnias, nacionalismos, ideología, en los que está inmerso el ser humano por su propia naturaleza?

Si proponemos pensar lo que sucede entre las personas- en y con cada una de ellas- como una narrativa común, una conciencia simultánea, tenemos que explicitar el sentido de interdependencia. No se trata de reducir las diferencias sino transmitir identidades relacionadas que a  través de un proceso dual se pertenecen y están conectados.

Tenemos que explicitar el sentido de interdependencia. No se trata de reducir las diferencias sino transmitir identidades relacionadas que a  través de un proceso dual se pertenecen y están conectados.

Esta conexión puede ser política, como en el caso de extranjeros/nacionales; económico con la eterna división entre ricos y pobres; pero también simbólica a través de imágenes y palabras y la gran reserva de imaginarios que vehiculan. Y quizás esta última conexión es la más compleja por pertenecer al terreno de las emociones, de las memorias y de las esperanzas.

Ver los acontecimientos de la historia teniendo en cuenta esta interdependencia cambia el planteamiento inicial, por ejemplo en el caso de la colonización, los colonizadores y los colonizados forman parte de una narrativa común. Sin embargo nuestra manera de pensar es a partir de una categorización que sirve a una ideología, una mentalidad o una jerarquización de un momento de la historia. El resultado es que solo se hace una lectura desde un lado de una frontera preestablecido que lo explica y busca elementos para su explicación. No hay rastro de una posición que ambos forman parte de un mismo destino o que los otros son la posibilidad de un nosotros.

Desde discursos políticos, desde ámbitos académicos o simplemente a nivel de sociedad, existe un debate, que, en el fondo, marca lo que se incluye o se excluye en este proyecto identitario. ¿De qué manera? Lo que interesa incluir pasa a llamarse cultura. No se habla de asimilación ni de aculturación, es cultura y en algunos casos incluso pasa silenciosamente a formar parte de la cultura nacional.

Lo que llamamos “nuestra” responsabilidad, o la de las administraciones públicas, es normalizar la mezcla en el sentido de no dejarse guiar por ideologías, nacionalismos o políticas identitarias crispadas. Si nuestras sociedades son pluriculturales ¿nuestra sociedad refleja esta pluralidad? ¿está realmente presente y visualizado ante todos?

Sin embargo nuestra manera de pensar es a partir de una categorización que sirve a una ideología, una mentalidad o una jerarquización de un momento de la historia.

Solo conseguir que los medios de comunicación normalicen la mezcla sería un reto importante.  En cambio una cultura para seguir viva necesita el contacto e intercambio con otras culturas. Y las culturas son personas con sus bagajes culturales, con sus ideas y sus esperanzas que pueden cuestionar y oxigenar nuestra cultura si somos capaces de salir de este esquema único marcado por rasgos nacionales o de identidad.

La cultura inquieta por la velocidad de los cambios. ¿Podemos huir de toda categorización, que es el modo como trabaja nuestro cerebro para organizar el mundo alrededor y estabilizar esos cambios?

De hecho, necesitamos categorizar, no podemos vivir sin ello, para situarnos y poner orden o dar sentido a lo que ocurre en este mundo caótico alrededor nuestro. Sin embargo, podemos huir de la tiranía de una sola categorización aceptando que existen otras categorías y nuevas formas de interpretar, porque no somos los únicos que interpretamos. Esta tiranía con afán de control, domesticación e incluso anulación, es cómplice del pensamiento dicotómico de oposiciones simplistas, bueno/malo, civilizado/salvaje, blanco/negro,  etc., que han permitido “adiestrar la mezcla”, como dice Nestor Garcia Canclini, separando lo puro de lo impuro. Aparte de las oposiciones aparecen falsas similitudes y comparaciones nefastas para elaborar un tipo de categorización que durante siglos ha beneficiado a Occidente para organizar el mundo.

una cultura para seguir viva necesita el contacto e intercambio con otras culturas. Y las culturas son personas con sus bagajes culturales, con sus ideas y sus esperanzas que pueden cuestionar y oxigenar nuestra cultura si somos capaces de salir de este esquema único marcado por rasgos nacionales o de identidad.

El problema de las categorizaciones, mas quizás que en los dos polos opuestos, está en el pretendido punto neutro con capacidad para normalizar, es decir: lo que no se ajusta a este punto cero – la supuesta versión normal de las cosas-  es considerado anormal; no por el análisis de su contenido sino únicamente porque se aleja del punto cero.

Yolanda Onghena
Yolanda Onghena

Ahora, este punto cero, ideológico,  esta versión normal de las cosas no es neutra. La opinión dominante es lo que es, la opinión de los que dominan.

Ud. se pregunta por qué cuando nos sentimos desgraciados o en crisis creemos que es por razones culturales. ¿Por qué esa obsesión por la cultura?

Hoy en día, por el ritmo acelerado con el cual se presentan los cambios,  existe una cierta incapacidad de verificación inmediata. No hay tiempo para ver los múltiples razones y facetas del problema, que van desde lo social hasta lo personal y es donde lo cultural  permite situar el problema, por poner a disposición múltiples referentes manejables. Además, como no queremos cuestionar nuestra responsabilidad en relación con el problema, buscaremos “otros” responsables. La base mismo de pensar el mundo en oposiciones nos permite identificarnos con los de dentro, lo “nuestro” y categorizar los de fuera, lo “otro”.

podemos huir de la tiranía de una sola categorización aceptando que existen otras categorías y nuevas formas de interpretar, porque no somos los únicos que interpretamos.

Este “nuestro”, que da seguridad puede sentirse amenazado por la presencia de “otros”. Mientras que estos “otros” pueden poner en cuestión nuestra posición, nuestros valores, en una palabra el status quo. Lo que en algún momento de la historia era más bien una relación social clasicista de pobres contra ricos-  en la actualidad se expresa en términos culturales, rechazaremos el “otro” porque no es (y nunca será) como nosotros, porque reza de otra manera, come otras cosas, lleva velo o habla otro idioma, en resumen: tiene una cultura diferente y dentro de la dinámica de rechazo de diferencias culturales toman el relevo de diferencias sociales.

¿Cree que el mundo globalizado que nos toca vivir ha dejado de pensar de manera esencialista?

El esencialismo sigue estando presente en la actualidad de manera cada vez más sofisticada para descubrir, dar a conocer y transmitir discursos esencialistas. No entro en el debate en relación con las redes sociales y los desafíos actuales a la comunicación -otro terreno inmenso donde pensar la mezcla.

pensar el mundo en oposiciones nos permite identificarnos con los de dentro, lo “nuestro” y categorizar los de fuera, lo “otro”. Este “nuestro”, que da seguridad puede sentirse amenazado por la presencia de “otros”.

Existen maneras más sofisticadas de ignorar el “otro” como parte de un “nosotros”. No hay palabra que describa mejor la existencia de una dinámica esencialista, que no solo ignora o rechaza al “otro” sino que lo petrifica y le niega cualquier evolución: Fosilización. Fosilizamos al “otro”, es decir lo situamos en un monolitismo estático. Nos conviene verlo allá porque el hecho que para él no cambia nunca nada nos tranquiliza. Además, para domesticar hasta su memoria, escribimos incluso su historia; solo queda el silencio o más bien la ausencia.

Otra manera de esencialización es solo reconocer en la cultura del “otro” las diferencias con “nuestra” cultura, sin momentos de similitud.

En momentos de crisis este esencialismo sube de tono y solo ve en cualquier interacción un conjunto de diferencias alarmantes, amenazas y peligros.

A pesar de esta idea de mezcla, ¿el otro sigue siendo considerado peligroso en el mundo actual?

Otra manera de esencialización es solo reconocer en la cultura del “otro” las diferencias con “nuestra” cultura, sin momentos de similitud.En momentos de crisis este esencialismo sube de tono y solo ve en cualquier interacción un conjunto de diferencias alarmantes, amenazas y peligros.

La dimensión inquietante de la mezcla, más que el “otro” en sí,  es lo desconocido, personificado en este “otro” extraño que nos inquieta y nos desconcierta. Esta incertidumbre la podemos experimentar como una amenaza. Y cuando nos sentimos amenazados es cuando necesitamos un sistema para alejar o discriminar este “otro”  que nos inquieta y acercar y reforzar lo “nuestro”.  Para esta manera de pensar encaja perfectamente y además es muy eficaz un “otro” peligroso, aunque sea para que continúe su papel de “malo” de la película para que nosotros podemos seguir siendo el “bueno”.

¿Qué papel cumple la publicidad en la «mezcla», la acentúa o la rechaza?

Al mismo momento que la esencialización, se da también una banalización promovida por los procesos globales. La etnicidad está de moda y  hace de la diferencia un argumento de venta. El cosmopolitismo, la diferencia, los grupos étnicos se vuelven mercados formas culturales dentro de una economía capitalista. Siempre tengo que pensar en las palabras de Jean Baudrillard cuando en relación con este tema habla de la “era de la producción del otro”. Dice, ya no se trata de matarlo o seducirlo, de rivalizar con él, de amarlo u odiarlo, sino de producirlo, porque la alteridad se ha vuelto una carencia y hay una absoluta necesidad, producir el “otro” como diferencia.

La dimensión inquietante de la mezcla, más que el “otro” en sí,  es lo desconocido, personificado en este “otro” extraño que nos inquieta y nos desconcierta.

Me pregunto ¿hasta dónde la publicidad como actividad básica para el sistema capitalista puede salir de este círculo vicioso de la categorización –nosotros/ellos y no estar a su disposición? Los argumentos apropiados para la mercantilización de la diferencia los ofrece la cultura. Obedeciendo a necesidades o urgencias se pueden destacar similitudes y diferencias, según la moda del momento y descontextualizar efectos, dependiendo de quién tiene la palabra o a quien va dirigido. Para vender la diferencia, la cultura es un mundo de elementos manejables y vendibles. Al hacer de la diferencia su producto de venta la acentúa.

Foto Ana Candioti - Serie Qom
Foto Ana Candioti – Serie Qom

Las empresas publicitarios son unos de los primeros que hablaban del  coaching intercultural porque la composición multicultural de la sociedad era un reto para su marketing. ¿Cómo seducir “nuevos” u “otros” ciudadanos para que compren su producto, sin que los “nacionales” pasan a considerar que este producto ya no se dirigía a ellos?

En el mundo globalizado los migrantes son cada vez más. ¿Le parece que ellos no logran acomodar sus mezclas? 

En una sociedad siempre hay una gran cantidad de extranjeros que logran acomodarse. Son los que están de paso, porque tienen una beca para terminar sus estudios, es el empresario enviado para hacerse cargo de la filial o es el jubilado que escoge otro país para vivir sus días de ocio total. Y son muchos, tienen una situación cómoda pero de ellos no se habla y apenas salen en las estadísticas, y menos aún en los diarios porque se han acomodado.

¿hasta dónde la publicidad como actividad básica para el sistema capitalista puede salir de este círculo vicioso de la categorización –nosotros/ellos y no estar a su disposición?

Ahora, el extranjero que llega en balsera o patera, el que deja una guerra o hambruna detrás de sí, ¿con qué medios puede contar para acomodarse en esta trayectoria? Porque en la mayoría de los casos su llegado solo es una parada dentro de un proyecto final que es sobrevivir.Y existen más momentos y relatos de acomodación de mezcla pero pasaran a formar parte de un relato de asimilación, reivindicado por algún político como “el senegalés que habla catalán” y será mascota en la próxima campaña electoral. ¿Cuándo puedes empezar tu relato de acomodación o casi diría de co-acomodacion?  Yo creo que es a partir del momento que en un país extranjero empiezas a narrar tu historia, lo que quiere decir que hay alguien que te escucha y a la vez algo que vale la pena ser narrado.

¿Por qué el pensamiento de los migrantes es convergente y divergente al mismo tiempo?

Para empezar a poder narrar una historia hay una gran dificultad, sobre todo pensando en las generaciones ya nacidos en esta tierra, es la estigmatización que va de par con la palabra migración.

¿Cuándo puedes empezar tu relato de acomodación o casi diría de co-acomodacion?  Yo creo que es a partir del momento que en un país extranjero empiezas a narrar tu historia

La migración es un momento en una trayectoria. Pero nosotros la situamos como una condición, de larga duración además, condicionamos a generaciones de migrantes, en referencia a un origen lejano, no solo en el espacio sino también en el tiempo -segunda, tercera generación de migrantes. A la vez hablamos de migración como una nueva amenaza, donde van metidas desde actitudes violentas de jóvenes de extrarradio, hasta repliegues en la religión. Nuevo es el ritmo y la intensidad, mientras que nuestra manera de buscar culpables de algo que es inquietante para nuestra sociedad es siempre la misma.

Uno no nace extranjero, se vuelve, es decir la sociedad, todos nosotros, nos encargamos de ello. No era un extranjero hasta el momento de llegar a nuestra sociedad. Se vuelve extranjero cada vez que le preguntamos ¿de dónde eres?, o cuando cogemos más fuerte el bolso en el metro por la piel moreno del que viaja a nuestro lado.

Ser extranjero significa ser visible e invisible a la vez, presente y ausente, en una palabra dentro y fuera. Es aprender a vivir en el límite, es decir aceptar y dosificar tu propia (in)visibilidad. Desde esta frontera es normal ver la dinámica de la mezcla sin que sea algo inquietante como también es normal ver hasta dónde puede haber políticas identitarias enfermizas. Desde este punto de vista los migrantes, en su calidad de extranjeros -o con la referencia a extranjero por ser diferentes-  podrían aportar mucho para ampliar el escenario donde está en juego la mezcla de identidad/diferencia.

En muchas partes del mundo se habita en ciudades híbridas, complejas, pluriculturales, ¿la idea de mezcla ayudaría a sobrellevar esta complejidad? ¿Se puede situar mejor la diversidad y la diferencia?

Hay mucha hipocresía que evita llamar las cosas por su nombre. El concepto de diversidad, es una de estas palabras de éxito en el debate público y en el fondo un recurso impreciso y ambiguo. ¿Qué diversidad reivindicamos? ¿La que más nos conviene y la más susceptible de ser integrada?

La palabra diversidad puede hacer referencia a la vez a discriminaciones de todo tipo, a una creciente circulación de personas, ideas y a una defensa de especificidad cultural, amenazada por flujos globalizantes. Como concepto desborda lo cultural y enmascara desigualdades sociales, relaciones de dominación, incluso de opresión. Es un espacio de tensión entre identidad y diferencia, en el que se comparten ilusiones identitarias y se categorizan diferencias conflictivas.

La migración es un momento en una trayectoria. Pero nosotros la situamos como una condición, de larga duración además, condicionamos a generaciones de migrantes, en referencia a un origen lejano, no solo en el espacio sino también en el tiempo -segunda, tercera generación de migrantes.

No deja de ser una nueva manera de situar esta vieja alteridad que sigue incomodándonos y cuestionando nuestros valores supuestamente superiores.

Ana-Candioti-Diversidad
Ana Candioti – Diversidad

El gran problema en el ámbito de la diversidad es que el concepto cultura no es normativo y carece por tanto de una dimensión política, civil y pragmática. La diferencia, en cambio si lo es. Dice Gilles Deleuze que hablar de diferencia es articular una regla, una ley que será la medida a partir del cual queda definido el resto.

La diferencia no es lo diverso. “Lo diverso es dado. Pero la diferencia es por lo que es dado. La diferencia se explica, pero tiende a anularse en el sistema en que se explica”. Se piensan políticas culturales a partir de esta diversidad cultural que, fruto de su ambigüedad, toleran desigualdades y disimulan responsabilidades.

No parece posible que el hombre renuncie a un sentimiento de identidad ¿Cómo ve la identidad en este mundo lleno de entrecruzamientos?

En vez de pensar la identidad como algo fijo y monolítico prefiero hablar de identificación como resultados puntuales en un proceso que conoce interacciones, acuerdos y acomodaciones pero también rupturas, contra- identificaciones o desidentificaciones.  Sería como una especie de espiral donde se incrustan nudos identitarios, es decir los restos o resultados del proceso de identificación.

La palabra diversidad puede hacer referencia a la vez a discriminaciones de todo tipo, a una creciente circulación de personas, ideas y a una defensa de especificidad cultural, amenazada por flujos globalizantes.

Un proceso complejo donde a veces es difícil elegir. Ahora, lo más fácil es identificarse en contra de algo o alguien. Esta dinámica ha estado al origen de la formación de identidades colectivas (imaginarios) que son los nacionalismos. Otra ambigüedad es cuando decimos identidad cultural, pero pensamos identidad nacional… otro terreno donde se utiliza la cultura para hablar de orígenes, de mitos fundadores, de memorias.

¿A qué apunta cuando sostiene que las «lógicas sociales» constituyen la mezcla?

En vez de pensar la realidad social a partir de un esquema preestablecido que domina por completo la vida humana, las lógicas sociales piensan la sociedad a partir de pequeñas acciones como repeticiones y oposiciones con su consumo simbólico, sus valores, creencias y deseos. La visión de lo social como un total de relaciones entre personas con sus distintas lógicas de interacción conecta con la mezcla como una red de conexiones y de interacciones entre individuos que tiene una dimensión simbólica de asociar y oponer para reforzar tanto lo individual como la coherencia colectiva, sin que tenga que ajustarse a una macro estructura preestablecida.  Dice Gabriel Tarde, quien ha pensado las lógicas sociales, que una hormiga es mucho más compleja que un hormiguero.

¿Qué es hoy una frontera? ¿Qué significan que se re- dibujan nuevas fronteras?

Existen las fronteras y en pocas ocasiones han significado un cruzar mirando hacia delante, una apertura hacia algo sin pensar en lo que se deja atrás. ¿Cómo podría la frontera significar este lugar donde narrativas de origen se transforman en narrativas de encuentro dentro de una fragilidad transfronteriza? Con  fragilidad transfronteriza me refiero a la visión de frontera a partir de una desterritorializacion que hibrida las culturas, de una fragmentación que a la vez comprime y globaliza.
Si pensamos en como la historia está llena de negociaciones y acuerdos para trazar limites  a partir de una voluntad de frontera previa, las fronteras o fronterizaciones no  pueden comprenderse en sí mismas sino dentro de su dimensión política y su relación con los de más allá de la frontera.

¿Cómo explicar entonces la existencia de fronteras que, en algunos lugares son muros reales todavía? 

En la actualidad se habla de un mundo sin fronteras o de fronteras permeables. Entre países europeos, por ejemplo, han desaparecido las fronteras, es decir su presencia física y el ritual que significaba cruzar la frontera. Parece que solo queda una nostalgia fronteriza pero el límite se ha desplazado a otras barreras: la lengua, la religión, la actitud hacia la mujer etc. Porosidad y resistencia en un mundo de movilidades y flujos en el que no a todo el mundo le es permitido circular. Algunas fronteras se vuelven los muros de la vergüenza de nuestro siglo y símbolos de esta no- circulación.

¿El concepto de mezcla tiene para usted una dimensión política como el ingrediente más fuerte?

No es su ingrediente más fuerte sino es en esta dimensión donde la mezcla entre identidad y diferencia está en juego. Esta dimensión política dentro de lo cultural no está tomada en consideración, como tampoco la política no toma en consideración su dimensión cultural.  ¿Acaso el tráfico de personas, el terrorismo y el jihadismo no son culturales y políticos a la vez? Esta transversalidad de responsabilidades necesita un análisis donde causas y efectos, tengan en cuenta las diferentes dimensiones de estas.  Sin embargo este análisis transversal no existe.  Tendría que haber más puesto en común –otra mezcla- préstamos entre disciplinas, para devolver los resultados a cada disciplina y abrir su horizonte.

¿Es posible pensar la mezcla en los ámbitos religiosos que, a veces, son las fronteras más infranqueables?

Es una pregunta difícil, o más bien delicada. La frontera infranqueable de una religión es un esencialismo puro y duro, además jerárquico: mi religión es la única y es superior a la tuya. A partir de aquí es muy difícil establecer una conversación. Ahora, otra cosa muy distinta es como la política de exclusión e inclusión se apropia de elementos religiosas para fines no religiosos. Tiene que ver con lo que hemos dicho antes en relación con la fosilización del “otro”, es decir, situarlo en su tradición milenaria inmovible para oponerla a “nuestra” modernidad cambiante.



[1] Yolanda Onghena, nació en Bélgica y se formó en historia del arte, teatro y estudios euro-árabes. Es Investigadora del CIDOB en Barcelona, y ha participado en encuentros internacionales y formación de postgrado sobre dinámicas interculturales, desde una reflexión interdisciplinaria (Rabat, Gante, Estambul, Ciudad Juárez, Copenhague, Almaty, Génova, Koszeg, entre otros).

 

 

Un comentario

  1. Este articulo explica claramente porque es necesario hoy mas que nunca, revisar donde estamos parados al contemplar el mundo que nos rodea, hoy con menos limites y con abundancia de ideas que provienen de las distintas culturas que se entremezclan a cada instante. Era comodo vivir con prejuicios familiares pero en la actualidad, impera la necesidad de preguntarse constantemente desde donde estoy yo analizando mi realidad. Mientras que el mundo globalizado parece fomentar las diferencias economicas, al mismo tiempo enriquece nuestra experiencia y presenta perspectivas asombrosas que fomentan la apertura y la solidaridad de la raza humana

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Artículos
Relacionados

Imagen bloqueada