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Edición
22

Ciencia-Ficción. Dos modos de entender el mundo. Entrevista a Jorge Volpi

Miami
Jorge Volpi conversó con Letra Urbana sobre las distintas formas de aproximarse a la realidad, a propósito de la relación entre ciencia y literatura que destaca en su último libro, Leer la mente.

El destacado escritor mexicano Jorge Volpi, fue uno de los invitados centrales en la última Feria Internacional del libro de Miami. Nos encontramos con él, en una mañana lluviosa y gris, durante un encuentro realizado con un grupo de literatos en el Centro Cultural Español de Miami.

Autor de El fin de la locura, No será la tierra, El juego del Apocalipsis, El jardín devastado, entre otros. En 1999 su libro En busca de Klingsor fue reconocido con el premio Biblioteca breve.

Recientemente la editorial Alfaguara editó Leer la mente, una obra en la que Volpi enlaza los avances neurocientíficos con la capacidad de ficción, propia del ser humano.

El diálogo comienza con una sonrisa de Jorge Volpi cuando le comentamos que el cruce de disciplinas que hace en Leer la mente, parece posicionarlo dentro de los autores de “ciencia – ficción”.

Tomándonos ya seriamente ese cruce entre ciencia y literatura, ¿qué dirías que le enseña la ficción a las neurociencias?
Para mi es muy interesante mezclar otra vez ciencia con literatura, en este caso neurociencias con literatura, tratar de mostrarle al lector uno de los avances más recientes e importantes que es el estudio del cerebro, cómo se relaciona con la ficción en general y con la literatura es particular.

¿Para qué los poetas en esta ciber-cultura? ¿Cuál es la función que le reconoces a la creación artística, en lo personal y en lo social?
La literatura es otra forma de aproximación al mundo, a la realidad y a los seres humanos, tan válida como la ciencia y por eso deberían estar mucho más cerca una de otra.

La literatura es otra forma de aproximación al mundo, a la realidad y a los seres humanos, tan válida como la ciencia.

¿Cómo crees que se sostiene esa cierta equivalencia en tiempos donde el discurso científico pesa tanto?
Creo que es clave, incluso muchas intuiciones que a veces tienen los pensadores y filósofos terminan confirmándose por la ciencia porque son dos maneras de aproximación a la realidad humana.

Tú hablas de que cada uno escribe su propia novela, la novela del yo. ¿Cómo piensas esto en la era del fin del relato? ¿No crees que el yo contemporáneo se presenta con menos narrativa?
Yo no creo en absoluto que es el fin del relato. El relato y la ficción son naturales al ser humano, existe desde que existimos y, en buena medida, el desarrollo de la ficción es paralelo al desarrollo de la existencia humana. Al contrario yo le veo una larga vida.

¿Piensas que es lo mismo crear la novela del yo que un mito individual?
Serian maneras distintas de enfocarlo. Tal vez la novela del yo, finalmente es una construcción que tiene un proceso de basarse en los datos y otro proceso muy grande de imaginación, si lo hiciéramos ya como mito quizás estaríamos dándole un toque más, porque sabemos que hay una parte que existe y que queremos mostrarle a los demás.

¿Cómo construís el yo de otros, de tus personajes?
Se construyen entre una mezcla del propio yo y la observación de los otros y la lectura del conjunto.

La gran cantidad de información científica, histórica, social, filosófica de tus investigaciones llega al lector de modo ameno, logra interesar sin agobiar. ¿Cómo lo haces?
La literatura da estas herramientas que permiten contar las cosas de la manera más linda y apasionante posible. Es una gran ventaja estar del lado de la literatura para tocar temas científicos, políticos o sociales.

Es una gran ventaja estar del lado de la literatura para tocar temas científicos, políticos o sociales.

En tu Trilogía del Siglo XX, conformada por En busca de Klingsor, El fin de la locura y No será la tierra, ¿por qué las historias van desde lo político a lo íntimo?
Me gustan las novelas que hacen eso justamente, que contrastan la vida íntima de unos cuantos personajes con los grandes acontecimientos históricos que los rodean y, de qué manera esos acontecimientos terminan alterando esas vidas individuales. Es una cosa que me gusta especialmente como lector y como autor, pero eso no quiere decir que lea o escriba siempre así.

Esos tres libros relatan sobre los acontecimientos que cambiaron el mundo. ¿Por qué fue necesario llevar eso a la ficción?
No se, quizás, siempre fui un apasionado de la historia, de alguna manera era mi vocación, desde el lado de la ficción y de la imaginación, tratar los que han sido los grandes acontecimientos de nuestro pasado reciente. Me interesa, es una curiosidad, quiero saber que pasó, cómo se vivieron esos acontecimientos y entonces, intento imaginarlos.

El Fin de la locura, satiriza a los intelectuales. ¿Qué conviene recordar de la crítica que le haces a Lacan, Barthes, Foucault?
Como cualquier sátira, sobre todo es frente a la personalidades de los grandes pensadores de la época, lo excesos de la personalidad de Lacan, la vida terrible de Althusser, la vida apasionante Focault… Criticaría que en cierto momento se olvidaron de la parte más crítica apoyando regímenes que luego se revelaron como autoritarios en los gobiernos.

¿Qué es lo que más te impactó de los excesos de Lacan?
La personalidad, era insoportable!! –risas.

¿Y rescatas algo?
Por supuesto, rescato muchas maneras de darle la vuelta al discurso freudiano, desde el estructuralismo y desde el lenguaje, que me resultaron apasionantes.

Creo que existen los otros, pero nosotros estamos constantemente inventándolo y reinventándolo.

El jardín devastado tiene frases muy fuertes como “Odio ser humano, carroñero”, “Estamos condenados a la soledad”, que señalan ese lado oscuro de lo humano, sin el semejante. Entonces, ¿el otro, es un espejismo, lo inventamos?
En alguna medida, por supuesto creo que existen los otros. Pero nosotros estamos constantemente inventándolos y reinventándolos. Pero, hay una indiferencia al dolor de los otros, a la empatía.

¿Y cuál es el alcance de esa frase que alguien pronuncia en el mismo libro “copulando con desconocidos”…
Un personaje con una actitud terriblemente negativa hacia el mundo, hacia los otros. Es una mirada drástica porque nunca vamos a conocer realmente al otro, ni siquiera a aquel que tenemos tan cerca.

El fin de la locura habla de mezquindad y No será la tierra habla de egoísmo, ¿de qué está hecha la mezquindad humana?
Es una característica humana que me gusta explorarla, es una parte inevitable en el ser humano y hay que entender cómo funciona para tratar de combatirla.

Siendo alguien muy advertido sobre ese lado oscuro del ser humano lo puedes tratar poéticamente. ¿Cómo logra un desengañado mantenerse optimista?
Tengo una visión escéptica. No creo en nada. El fondo la naturaleza humana me parece detestable pero, al mismo tiempo, no dejo de ser optimista y de creer que en medio de esto hay cosas que se pueden rescatar todavía.

Notas:
En imágen destacada de artículo: Jorge Volpi.

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